FEB24. EL RETRATO, de Maria da Gloria Jesus de Oliveira
No sé quién lo puso allí. El caso es que me dio escalofríos. En la vieja casa, nadie sabía qué era lo que, a la que pertenecía, y desde cuándo. Todo parecía inmortalizado. Nada fue cambiado de lugar. Y eso era lo que más me molestaba. Me estaba siguiendo a mis pasos. A veces hasta me sentía su aliento fétido. Tonterías, por supuesto. El sentimiento de descontento crecía, me impedía pensar en otra cosa. Él siempre, él siempre. Un día, agarré un hacha y comencé a golpearlo. Saltó pedazos de vidrio, de papel, de pared. Y el polvo nublando los ojos. Luego lo perdí. Ya no era el cuadro, pero él estaba allí, en el mismo lugar, cubierto de sangre.
La frase que escribes: nadie sabía qué era lo que, a la que pertenecía, y desde cuándo. , hay algo que no encaja bien.
Muere el cuadro sin quitarle la vida.
Saludos y suerte
Anna J R
Extraño relato. Saludos
Una idea fantástica que con una redacción adecuada hubiera quedado fenomenal. Solo con que te hubieras demorado unos días en mandarla para volverla a leer y corregir lo que es obvio.
Saludos.