29. FÓSIL (Paloma Casado)
Ha estado jugando con sus amigos en la calle y vuelve a casa sucio y desastrado, como siempre. Tras la riña de costumbre, su madre le prepara un bocadillo de foie-gras para que meriende en la cocina mientras hace los deberes. Bajo el cuaderno, esconde un libro que le han regalado por su cumpleaños y cuando ella no mira, continúa la aventura en la isla del tesoro. Una miga embadurnada va a caer en la página cincuenta.
El anciano ha vuelto a su ciudad tras años de ausencia. La nostalgia dirige sus pasos al barrio de su niñez que ya apenas reconoce. El descampado donde jugaba es ahora un parque y va a sentarse en uno de los bancos. El sol cansado de noviembre se filtra entre las hojas amarillas de los árboles.
Abre el libro ajado que compró en una librería de viejo. Una mancha ocre le espera en la página cincuenta. Entonces detiene su lectura para volar en el tiempo a una cocina con la radio encendida, a un sabor en la boca. Vuelve a ser el niño que leía, a su infancia conservada en un fósil de ámbar.
Igual que a Marcel Proust una magdalena le traía recuerdos de la infancia, tu protagonista vuelve a evocar un momento de su pasado, vivido con intensidad y deleite. El tiempo lo transforma todo, pero una simple mancha, convertida en resorte, puede volver a activar una vivencia que, por algún motivo, siempre relacionado con las emociones, se ha convertido en permanente.
Hemos coincidido en evocar la infancia y la novela «La isla del Tesoro», una de esas historias que, por mucho que pase el tiempo, permanecerá. Orgulloso de tener algo en común contigo.
Un abrazo y suerte, Paloma
Ese libro estaba destinado a volver a él, como están destinados los fósiles óseos y ambarinos del mundo a ser descubiertos…
Un micro que se lee, se vive y se degusta con todos los sentidos.
Me encantó, PALOMA.
Un beso,
Mariángeles
Lo mejor del texto, creo, es la sensación amarilla que se me pega a la piel, rezuma ámbar por cada letra.
Esa miga embadurnada hará que no me olvide nunca de este relato. Enhorabuena. Un beso.