Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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63. Frenesí (Juana María Igarreta)

¿Quién puede esperar que en el mínimo espacio del botón de un ascensor germine la semilla de una pasión desaforada?

La casualidad hizo que dos índices chocaran al pulsar aquella pequeña esfera luminosa. Pegados a esos dedos estaban Arturo y Germán. Tras sendas disculpas intercambiaron miradas. Arturo, al observar a Germán, deseó quedarse a vivir en él; sus musculosos brazos se le antojaron firmes muros en los que guarecerse. Germán no pudo evitar ruborizarse ante aquellos escrutadores ojos negros.

Presos de esa pulsión propiciaron sus encuentros un día tras otro, descubriendo los recovecos más insospechados de aquel inmenso edificio de oficinas. Encapsulados en una suerte de escafandra de amor irracional se olvidaban de quiénes eran y dónde estaban; su estado civil, posición social y demás etiquetas convencionales se disolvían como pastillas efervescentes en medio de aquel frenesí.

Recobrada la calma, regresaban a sus puestos de trabajo que compartían en la misma empresa multinacional. Arturo era un alto directivo que gozaba de un enriquecedor presente; Germán, un becario que, bajo las órdenes de muchos Arturos, trataba de esquivar un empobrecedor futuro.

10 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Los ascensores son espacios que obligan a socializar, incluso, o especialmente, con desconocidos. La brevedad del encuentro suele jugar a fsvor de una interacción verbal rápida y esteteotipada, como hablar del tiempo. En ningún sitio está escrito que la atracción, como el agua, tenga vetado fluir donde menos se espera. En un pequeño habitáculo y en otro aún más reducido, un botón, puede surgir una chispa que encienda futuros encuentros.
    Original, posible y bien contado.
    Un abrazo y suerte, Juana

    1. Hola, Ángel, como bien dices en los ascensores se habla mucho del tiempo. Yo vivo en un tercero y suelo procurar cogerlo pocas veces, salvo cuando vengo con algo de peso.Alguna vez me ha pasado que alguien me ha esperado con la puerta abierta y entonces entro para agradecer el gesto. El otro día me volvió a pasar y,aunque no tiene nada que ver, me dio por pensar en esta historia. Muchas gracias por comentar y valorar así de bien el micro. Otro abrazo para ti.

  2. ¿FreneSÍ? ¡No, NO FRENE, no frene, sobre todo si se encuentra EN UNA ESCAFANDRA DE AMOR, jaja! No pude evitar el juego de palabras, querida Juana, porque lo cierto es que el micro me encantó, por la historia que cuenta y por lo bien contada… Moraleja: hay que aprender a mirar los ascensores con más respeto (y menos claustrofobia, en mi caso), porque nunca se sabe con quién nos pueden hacer coincidir…

    Como ya te dijeron más arriba, escribiste un micro para enmarcar…

    Besotes😘😘😇😇

    1. Hola, Mariángeles, muy divertido tu juego de palabras, que son una de mis debilidades, por cierto. Me ilusiona saber que te ha gustado el micro, agradezco tu exceso al considerarlo «para enmarcar», como también se lo he dicho a Rosy. Lo de la escafandra de amor me lo inspiró la preciosa ilustración que presenta el tema, claro. Y sí, en los ascensores se puede conocer a personas con las que se puede hacer algo más interesante que hablar del tiempo🤣. Muchas gracias por tu generoso comentario. Besos.

  3. Josep Maria Arnau

    Un relato nos muestra que una situación casual puede cambiar la vida de las personas y que la pasión es capaz de saltar grandes distancias y diferencias de condición y posición. Gran recurso el de las pastillas efervescentes para transmitir uno de los significados del relato. Enhorabuena, Juana María.
    Un abrazo y suerte.

  4. Hola, Josep Maria, sí la pasión es un motor que puede lograr relaciones insospechadas. Hay ejemplos envidiables y otras que han acabado fatal. En el amor lo natural es partir con pasión, pero lo que hace que dure es la pasión por compartir. Este juego de palabras que se me ocurrió hace años, es ahora una reflexión que aún sigo manteniendo. Muchas gracias por tu interesante y generoso comentario. Otro abrazo para ti.

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