61. GESTOS QUE HABLAN (Petra Acero)
Regina intenta trepar al árbol para esconderse junto a su amigo Wooba.
—¡Pareces un colmillo de elefante! Tu piel descolorida es difícil de ocultar —se burla Wooba, mientras él se camufla entre las ramas.
Wooba tiene la sonrisa más blanca que Regina ha visto. Cuando Wooba sonríe, sus dientes relucen como nido de luciérnagas. A Regina le gusta buscar luciérnagas cerca de la gran charca. Colgado de aquella rama, Wooba parece el gato de Alicia: ¡una enorme sonrisa balanceándose en las alturas! El País de las Maravillas debe de parecerse a África, piensa Regina, mientras Wooba continúa riéndose.
—Los elefantes son torpes y ruidosos como tú —bromea Wooba, antes de tenderle la mano.
Entre las ramas, embadurnada de sombras, Regina hace señas a Wooba para que cierre la boca. Wooba oculta sus dientes y piensa que, tal vez, el blanco marfil conserve parte de la nobleza, tesón y fidelidad del resto del elefante.
—En Alemania era muy buena escondiéndome, aunque allí no jugaba al escondite…
—¡Ahí vienen! —exclama cada uno en su idioma, sin entenderse.
—Aquí, no nos encontrarán, ¿verdad, Buba? —susurra Regina.
—Hablas como lluvia torrencial —murmura Wooba, mientras sonríe sin despegar los labios.
Regina traduce: “¡Seguro que ganamos!”
Intuyo que hay detalles de este relato que se me escapan, que atesora mucha más riqueza de la que alcanzo a apreciar. Una niña europea, alemana para más señas, juega en la selva africana con un niño de color. Él representa a esa tierra en la que la naturaleza está tan presente y en la que se encuentra integrado, mientras que la pequeña parece fuera de lugar con su piel tan blanca. Una cosa está clara: se entienden de maravilla a pesar de sus diferencias, tanto culturales, como físicas e incluso de idioma. Los gestos son una herramienta más que suficiente para que interactúen entre ellos, creando y compartiendo mundos singulares, tal es su grado de compenetración. Parecen muy distintos, pero tienen mucho en común y un objetivo: huir de quien les persigue, que podría ser el tiempo, que amenaza con arrebatarles gran parte de su magia, que no es otra que la de la infancia. En todo caso, es una amenaza.
Un relato muy trabajado e intenso, que transmite complicidad, con alusiones a la historia de una niña rubia en un país de maravillas.
Ruego me disculpes si no he estado demasiado acertado con esta pequeña interpretación. De una forma o de otra, es una lectura agradable, interesante y distinta que merece mucho la pena, con la virtud de suscitar reflexiones y visiones por parte del lector.
Un abrazo y suerte, Amparo
Ángel, si leer tus relatos es adentrarnos en mundos e historias singulares, «escuchar» tus comentarios (certeros, analíticos, amables) significa una grata introspección en nuestro propio escrito (porque denominarla «obra» me resulta un tanto engreído).
Muchas, muchas gracias por estar siempre ahí. Por tus palabras, que nos ayudan a releer lo escrito, y sobre todo a sentirnos en casa.
Nota: a todo lo que comentas, a tu interpretación del relato: sí, sí y sí. Cómo siempre, has estado certero.
Un abrazooo grande.
Precioso relato, lleno de colorido no solo físico sino literario, y con mensaje.
No se puede pedir más. Un abrazo.
Muchísimas gracias por tus palabras, Manoli. Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo para ti.
¿Que cosa no? entro a ENTC solo a leer tu relato, y aprendo. Estoy vago para escribir además de que la página no me permite hacerlo, pero leerte recompensa.
Un gran abrazo querida amiga y suerte.