27. Gotas de esperanza para un planeta moribundo
La oscuridad ha borrado el nombre de las calles. Y, abandonados en las aceras, se encuentran grandes arcones de titanio que, cargados de reliquias, parecen aguardar el momento de emprender el último viaje.
El Sol se escondió hace ya décadas y tras él la Luna y los colores, pero según aseveran los viejos cosmonautas que nos instruyen, las estrellas siguen ahí, suspendidas en la espalda de las nubes. Y nos esperan. Hoy, mientras escuchábamos sus cuentos, el llanto de un recién nacido nos ha arrancado un suspiro, y unas gotas de colonia fresca han salpicado de esperanza el aire opresor de este maldito búnker. Después, sin más herramientas que nuestras quebradizas manos y una mochila de agua y oxígeno, hemos continuado trabajando en la construcción de la nueva nave.
Algunas veces, el resentido que me habita quisiera enfrentarse al Comité de Sabios. Sus decisiones imprudentes nos han negado el sosiego de la lluvia y el consuelo del paisaje, y ahora pretenden empujarnos, con engaños, a soñar sus quimeras. Sin embargo, aunque mi pulso se agita en la penumbra, entibio la mirada y callo: me falta valor para desvanecer la ingenua fascinación de mis compañeros. Además, ya casi no queda colonia.
Un panorama desolador, la distopía más absoluta. Pese a malvivir en lo que queda de una civilización fallida y moribunda, la esperanza no se pierde del todo, simbolizada en la conatrucción de una nave que permita un nuevo comienzo en las estrellas, aunque sea una quimera. La llegada de un bebé o unas gotas de colonia son detalles qe equivalen a tesoros, en una realidad necesitada de estímulos para continuar, aunque solo sea un poco más.
Un relato lleno de expresividad. Una historia que quiere aferrarse a la vida.
Un abrazo y suerte, María José.
Me encanta el ritmo pausado del texto, los pequeños detalles que explican tanto y el desencanto del protagonista que no quiere privar de esperanza a sus compañeros del bunker. No hacen falta más palabras para narrar una distopía.
Has escrito un magnífico relato con una peculiaridad y es que si lo leo con voz seca y dura resulta un panorama muy desolador, como dice Ángel, pero si lo releo (algo que me ha apetecido muchísimo) con una tonalidad más dulce, entonces gana la esperanza, gana el bebé y su aroma; pero después con ese maldito «sin embargo» vuelves a llevarme a lo más oscuro. Me ha parecido precioso.
Nos leemos.
La vida continúa incluso en los peores y más trágicas situaciones y simpre hay algún valiente dispuesto a sacrificarse, aunque sea sólo con su silencio. A veces, creer en algo ilumina. Suerte MJosé.
Muchísimas gracias, Ángel, Paloma, Isabel y Manuel. Agradezco de corazón que os hayáis acercado por aquí y, además tener la generosidad de dejar un comentario amable.
Espero y deseo que las decisiones imprudentes nunca priven de «luz» a nuestro planeta. Por las generaciones venideras.
De nuevo, muchas gracias por la visita. Un abrazo 🤗🤗🤗🤗 y nos leemos.
Terrible y a la vez hermosa distopía. Nos trae y nos lleva desde la esperanza hasta la desesperación buscando un futuro que no existe pero en el que hay que creer para seguir viviendo gracias a la alegría por el nacimiento de un bebé o al aroma embriagador de una colonia. Un abrazo
Muchísimas gracias, Gloria por acercarte y dejar tu amable comentario. Es un honor para mí recibir tu visita. Un abrazo inmenso 🤗
Qué bien narrado. Nos llevas y nos traes, de la desolación a una pequeña esperanza, a tu antojo. Me he metido tanto en la historia que he ido a echarme colonia 😉
Tu relato me ha encantado.
Un besazo y ¡suerte!
No sé qué tiene la colonia infantil, esa colonia fresca .. que nos transporta a las estrellas. Muchísimas, Rosy por acercarte y comentar. Un beso😘