50. Hábitos culturales (Rosy Val)
Alika fantasea con su muñeca y juega a ponerle ropitas con los trapos que encuentra. Su mamá de vez en cuando se le acerca y le cuenta que…
«En nada crecerás y no podrás seguir jugando con ella. Después te enamorarás de algún chico de la aldea, pero tendrás que arrancártelo de la cabeza porque de tu corazón no eres la dueña. Cuando menos te lo esperes cubrirán tu cuerpo con un vestido infinito, como el que llevo ahora, holgado, de tela firme, que no marque las curvaturas de tu figura. Un pañuelo también oscuro, tapará tu cabello, ocultará tu talento y tus ideas. Para entonces ya podrás fabricar hijos. Yacerás con quien no has elegido porque de tu piel no eres la dueña. Y esa sonrisa tan bonita no se mostrará en la vanidad de ningún espejo, tu boca será invisible, sin opinión y sin lengua, tus manos desconocerán la textura de un libro y tus ojos morirán huérfanos de narraciones y leyendas…».
Alika es aún muy pequeña para saber de lo que habla su mamá, también para entender por qué insiste en adelantarle una a una las piedras que ella debió encontrarse en su destino.
Todas las culturas son respetables, una base de convivencia y costumbres arraigadas que se mantienen en el tiempo. Hay quien sostiene que es solo cuestión de mentalidad, pero lo cierto es que algunas, vistas desde fuera, coartan derechos fundamentales, sobre todo de las mujeres. No es lo mismo nacer en un lugar que en otro. Resulta difícil comulgar con quienes dan por bueno limitar el legítimo desarrollo de las personas y eso que se conoce como libre albedrío.
Seguro que el destino y las circunstancias nos marcan a todos, pero todo el mundo merecería tener la oportunidad de intentar ser dueño de su existencia.
Una historia muy bien contada con palabras justas y certeras, que describen una realidad y vidas en retrospectiva y perspectiva, a partir de la inocencia infantil de una niña que transforma trapos en material para jugar.
Un abrazo y suerte, Rosy
Muchísimas gracias por tu lectura, por tus excelentes comentarios y muy especialmente por tu generosidad.
Un abrazo enorme.
Hola Rosy.
Un relato colorido, como corresponde a tan variopinta reunión en la fiesta cumpleañera, en la que no falta la mano izquierda de una madre que sabe mucho.
Bien escrito, bien contado y bien bailado por todos.
Me ha gustado
Hola, Manoli, te agradezco, que hayas entrado en mi relato. Aunque es evidente que ese comentario no le pertenece al mío.
😉 , tranquila, nos puede pasar a cualquiera…
Un abrazo