Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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37. Helados (Juana Mª Igarreta)

En la familia de Iván el frío era uno más. Aunque el padre durante el invierno achicaba la cocina con un murete de tablas para recoger mejor el calor de la lumbre, el resto de la casa era un témpano. Al niño, acostumbrado a las bajas temperaturas y llevado por el empuje de una incipiente curiosidad, la calle se le antojaba cálida en todas las estaciones. El primer helado que saboreó fue de agua congelada de la fuente. Le supo a gloria. Notar cómo se anestesia tu boca es todo un descubrimiento sensorial. Preso de este encantamiento lo repetía muchas veces, hasta que su tierna garganta se convertía en un rusiente terreno de juego cuyo dominio se disputaban a menudo entre unas irritadas amígdalas y unas inflamadas adenoides, momento en el que se requería la urgente intervención del doctor Simón para dar por finalizado el partido.

Fue en una de aquellas visitas cuando un hermoso carámbano, acuciado por un persistente abrazo de sol, se desprendió del alero del tejado impactando letalmente sobre la sesuda cabeza del joven galeno. Se quedaron helados. Sobre todo el corazón de Andrea, hermana mayor de Iván, que apenas unos momentos antes latía enardecido

11 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Como bien dices al principio del relato, el frío es un personaje más, en absoluto secundario, o ambiental. Al contrario, condiciona la vida de una familia y determina la muerte de un médico que, quizá, podría haber llegado a formar parte de esa misma familia.
    Una historia original, con una prosa muy bien trabajada y descriptiva, en la que que sin negar la evidencia de que los seres humanos somos, más o menos, iguales en todo el planeta, también queda claro que el clima condiciona mucho las costumbres y las existencias.
    Un abrazo y suerte, Juana María

  2. María José José Escudero

    Con razón dicen que el frío mata . Lo triste es que ,además en este caso, se lleva por delante las esperanzas más románticas. El frio estará para siempre presente en la vida y en la historia de esta familia. Se han quedado helados y no hay abrazo del sol ni calor de ninguna lumbre que pueda paliar esa muerte inesperada.
    Una propuesta estupenda desde el titulo hasta el final. 👌
    Mucha suerte, Juana María. Un cálido abrazo.

  3. María Jesús Briones

    Me ha llamado la atención la frase «Un hermoso carámbano, acuciado por un persistente abrazo de sol», me parece un hallazgo bellísimo, aún dentro de la triste historia que nos presentas
    Fenomenal, Juana.
    Te deseo suerte y te envío un besito muy, muy virtual.

  4. Salvador Esteve

    El calor del hogar atenúa ese frío irreverente que invade sus vidas, pero este quiere tomar protagonismo segando una vida y la esperanza del amor. Muy bueno, Juana. Un caluroso abrazo y suerte.

  5. Hola, Juana. Me encanta cómo jugaste en el micro con la polisemia de la palabra «helado»: la primera experiencia sensorial del niño con el agua de la fuente, el carámbano del alero en la cabeza del joven médico y el corazón de su hermana, que momentos antes latía enardecido por él, helado de impresión y de pena. Los calores tampoco se hicieron rogar: latieron en la lumbre de la cocina, y en la garganta inflamada del pequeño Iván.

    Un micro que nos hace vivir todas las temperaturas de la historia.

    Cariños,
    Mariángeles

  6. Hola, Ángel. Pues sí, a esta familia, y al doctor Simón sobretodo, el frío les causó estragos. Quién iba a pensar que el frío que produjo las anginas en Iván e hizo acudir muchas veces al doctor Simón a esa casa, iba a ser también la causa para que no lo hiciera nunca más. Aunque el sol también puso lo suyo para que la cosa acabara en tragedia. Mil gracias por tus siempre esperadas palabras (que mal acostumbrados estamos) y valoración del micro. Otro abrazo de vuelta.

  7. Hola, María José, como dices, si en esta familia el frío ya venía condicionando sus vidas, tras la tragedia les ha dejado marcados para siempre. Los carámbanos son tan bellos como peligrosos. Cuando nosotros éramos jóvenes y no disponíamos de garaje, un carámbano desprendido del tejado del edificio donde vivíamos nos hizo un buen boquete en el coche. Más vale que cayó en el coche y no a una persona, es lo que pensamos en aquel momento. Muchas gracias por tus generosas palabras. Otro abrazo para ti.

  8. Hola, Mariángeles, pues qué bien que te haya gustado tanto el juego de los «helados», parece que no te ha dejado fría precisamente… jejeje. Sí, mirándolo bien el calor tiene también mucho papel protagonista en esta historia. Quedo muy agradecida por tu siempre interesante comentario. Cariños de vuelta para ti.

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