55. INTERSECCIONES (Amparo Martínez Alonso)
“¿Por qué me miras como si fuera yo la que se ha escapado de un circo?
¿Qué te pasa? ¿No está bueno el café? ¡Quéjate a la camarera!, pero deja de mirarme a mí. ¡Mamarracho!”
Ahora, Clara se siente mejor, más animada (de pequeña practicaba con sus muñecas de porcelana). Humillar al prójimo (mentalmente, a gritos) le hace sentirse importante. Se atusa el mechón que le baila sobre la frente. Con desgana, saca de su viejo chaquetón el monedero que le regaló ese joven tan agradable (el nieto de la difunta casera; el que trajo regalos junto con las “encuestas” que deben rellenar cada uno de los cinco inquilinos; el que pasará a recogerlas el próximo jueves… ¡poca gente es tan amable hoy en día!). Sin dejar propina, abandona el local.
La camarera se acerca a la mesa. Frunce el ceño. “¡Señoritinga de pega!… Si yo hablara”, refunfuña mientras pasa la bayeta húmeda sobre los cercos de café y retira el servicio.
El payaso baja la mirada a su taza medio vacía. Gracias a la carpa del circo tendrá un techo donde dormir, pero qué será de la señorita Clara, de don Anselmo y del viejo matrimonio del principal.
¡Uf! Perdonad, pero no sabía cómo reponer la posibilidad de comentar.
Tengo que resaltar que la nueva opción para poder chatear: ¡una pasada!
Jams, eso de los 100 relatos se va a conseguir en mucho menos que un mes 🙂 🙁
Hola, Amparo.
El título sin duda precipita la lectura. Un bar, con camarera-s que echan ascuas, loquitas por las propinas, y una vecindad bien avenida en cualquier piso de cualquier bloque de cualquier ciudad. Y un payaso. Los elementos narrativos, las personas, interactúan. Clara la humilladora del prójimo, qué carácter. El nieto de la casera, con sus regalos, prendado de Clara. Y el payaso que se las intuye todas, temiéndose lo peor de la casera, el desahucio de varios vecinos, entre ellos la propia Clara. En otro sentido, claro, me viene a la cabeza la canción de Joan Baptiste Humet, con su historia de una chica naufragada, ésta por la droga.
Buen texto que tiene mis parabienes. Feliz todo para ti siempre y un beso.
Hola, Martín, como siempre, tus comentarios rebosan análisis, casi una segunda puesta en escena; una traducción del relato 🙂
Y, sobre todo, qué bien sienta recibir tus parabienes.
Un abrazo para ti
Y muchas graciassss!!!
Qué duro y gris has pintado este magnífico relato, Amparo!! Suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani!!!
Esa cara de honda tristeza que tiene el payaso inspira amor, dolor, adioses, recuerdos, tragedia…
Una buena foto!!!
Y esta podia ser su historia.
Un abrazo grande!!!
Hola Amparo, feliz año en primer lugar. Tu lo has empezado fuerte con este relato. El título es perfecto y el relato es tan en blanco y negro o más que la fotografía. No has podido captar mejor la atmósfera de tristeza, de vidas apagadas y de casas abocadas a desaparecer sin importar qué va a ser de sus inquilinos.
En suma un relato muy bueno y lejos de tu optimismo y viveza habitual, eso dice mucho de tu vesatilidad.
Un beso grande, grande.
Hola, Asun!!!
Madre mía que comentario tan generoso me has regalado.
Muchas gracias.
Me alegra muchísimo que lo veas así. Con tus palabra parece que hemos captado la imagen con los mismos ojos.
Espero que pronto, nosotras nos veamos también 🙂
Un abrazooo grande, grande.
Amparo, como ya hemos comentado, ambos relatos comienzan igual, pero luego ya toman caminos diferentes. Tu relato está lleno de sentimientos, de esperanzas, de futuros. Nos dejas con esa incertidumbre de que les ocurrirá a los vecinos. El único con un techo seguro de momento el payaso.
Has contado una gran historia en trono a un café y una barra de bar.
Un abrazoooo.
Hola, otra vez, vecino!!!
Exactamente, ¡cuántas historias diferentes puede contar una misma imagen!
Por cierto, me ha gustado esta del payaso (a ver la siguiente) 🙂
Un abrazoooo, Javier!!!!
Un lugar cerrado lleno de personas es un hervidero de mundos diferentes, tantos como individuos. A veces quienes creemos extraños, islas aisladas que en nada nos afectan, están más cerca de nosotros de lo que pensamos, incluso tienen información y pueden aportarnos cosas que nos interesarían. Ese payaso es despreciado en silencio por una joven, al tiempo que él se apiada de ella porque sabe que se va a quedar sin techo. Todo ello sin que ninguno de los dos sepan lo que pasa por la cabeza del otro. La capacidad de comunicarse es un talento maravilloso del ser humano que, cuando se reprime, queda convertido en un charco espeso que entristece o envilece, según.
Un relato sobre la posibilidad de interactuar truncada. Somos muchos y a veces parece que estamos muy juntos, pero nos desconocemos unos a otros. Tú lo has reflejado muy bien, con varias historias cruzadas, que no compartidas.
Un abrazo grande y suerte, Amparo
Hola, Amparo. Me ha gustado mucho tu relato. Es cierto que la mirada del payaso habla por sí sola, con lo que se pueden sacar muchas historias a base de interpretarla, pero en tu caso has sabido exprimir todo el jugo a esa carita triste. La figura de la “ señorita” endiabladamente insoportable, imprime carácter al texto. Muy costumbrista, tipo novela de Pérez Galdós. Genial. Felicidades, suerte y besitos.
A veces la misericordia anida en las personas humildes que parecen necesitar más de ella. Nos has dado una gran lección de que las apariencias engañan.
Intersecciones, vidas cruzadas. La Srta. Clara, una joya, igual se lleva una sorpresa…
Amparo, cuentas muy bien la dura realidad de tu protagonisata y sus miedos por las de sus amigos. Suerte y saludos
Tus relatos siempre nos regalan algo diferente. Me gusta leer tus historias, Amparo. Mucha suerte !!