14. JUAN Y YO (Jorge Zas)
Juan es un chico guapo, quizás demasiado guapo para ser varón y yo…yo me he enamorado estúpidamente de él. Él me mima comprándome ropa, porque le gusta verme siempre a la última moda, luciendo vestidos de fiesta o faldas muy muy cortas. Cuando estreno modelo, me toma de la cintura y se queda embelesado mirando nuestros cuerpos esbeltos reflejados en el enorme espejo de su dormitorio.
La noche abre la puerta a sus juegos secretos: goza sacándome las prendas una a una y al final, muy lentamente, me quita el tanga, y al hacerlo, sus largos dedos acarician la seda contra mi cuerpo. Él es muy cariñoso conmigo… pero no me desea. Cuando termina de desvestirme, me guiña un ojo y con su encanto habitual me dice: “trae pa’qui, tú no necesitas esto, tú nunca tienes frío”, y se pone él toda la ropa que acaba de quitarme, se encasqueta mi peluca rubia y comienza a bailar con su imagen en el espejo.
Lo observo frustrada. Me había hecho ilusiones a las que quizás no tenía derecho; por lucir calva, como ahora, por nunca tener frío, por estar condenada, para siempre, a ser solo un pobre maniquí.
Hola, Jorge.
Qué bien volver a leerte. Siempre te digo que me gusta como escribes y es verdad, de lo contrario no diría nada.
De todos los relatos escritos por ti que he podido leer, este es el que más me ha gustado. La narrativa es sencilla, hay mucha fluidez, creo que das la información necesaria, sin extenderte en cosas superfluas y el giro final es extraordinario. Me has dejado sorprendido y me encanta. por otro lado, con ese giro final el texto anterior cobra un nuevo sentido: un aire de soledad, rareza e incomprensión de los protagonistas que deja un regusto melancólico.
Pues nada, compañero, enhorabuena. No sé lo que opinarán los jueces, pero a mí me gustaría verte seleccionado y creo que este texto tiene los mimbres necesarios.
Confío en que tú y toda tu gente estéis bien. A juzgar por la robustez de tus letras, debes estar en forma, a pesar de todo cuanto está aconteciendo.
Un abrazo. Salud, fuerza y ánimo.
Gracias, Ángel por tu comentario-chute. Viene muy bien en estos días “bajoneados” recibir tal subidón. Mi narrativa es siempre muy simple, no porque me lo haya propuesto, sino porque es mi forma de expresarme, pero tus palabras hacen que con todo y mis limitaciones me anime a seguir escribiendo.
Yo estoy pasando bastante bien si hago abstracción de las bajas y si dejo de preguntarme cuándo terminará esto y en qué condiciones nos dejará.
Espero que tú y los tuyos lo llevéis lo mejor posible.
Un fuerte abrazo para ti.
Lograr sorprender a los que pasan por aquí y ya llevan bastantes relatos leídos no es sencillo. Hacer que el desenlace asombre por partida doble tiene mayor mérito aún. Dos personajes, cada uno con su propia naturaleza, que solo al final queda claro cuál es el lugar de cada uno, constituyen un gran ejercicio literario, que desarrollas de forma brillante y con un lenguaje efectivo en este buen relato.
Un saludo y suerte, Jorge
Me alegra que el relato te gustara, Ángel, y muchas gracias por tu muy generoso comentario. Es un gran placer recibirlo de alguien de tu nivel.
Y pasando a otro tema. Hay grandes escritores como tú, en los que se nota que disfrutan analizando y comentando textos, pero también existimos aquellos a quienes el comentar se nos hace una carga pesada y somos capaces de abandonar una página abrumados por la cantidad de comentarios que debemos realizar. Y empezamos en otra, pero llega el día en que un antiguo compañero te comenta y ya no puedes esconderte bajo un nombre distinto.
Es un gustazo volver a saludarte, Ángel. Recibe un gran abrazo de Georges, de Cincuenta.
¡Hombre, Georges! ¡Cuánto tiempo! te recuerdo perfectamente. Nos leíamos y comentábamos en esa querida página, a la que seguro que tú también echas de menos. Me alegro de este reencuentro.
El saludo del comentario anterior se ha quedado corto de repente. Ahí va un abrazo grande. Cuídate mucho.
Qué bien manejado el hilo que nos conduce hasta ese desenlace que descuella. Y la palabra final dando sentido a las 99 que la preceden. Que me gusta cómo transmites, no es ninguna novedad. Que echaba de menos leerte por aquí, sí.
Salud y un cálido saludo, Jorge.
¡Hola, Bea! Gracias por tu comentario. Es un placer volver a reencontrarme con tu calidez. Problemas, otros, además de la falta de inspiración, me han mantenido alejado de la escritura. Esos otros se han ido solucionando, y solo me queda el de la inspiración, la que alguna vez se despista y aparece por aquí.
Recibe mi más cordial saludo.
199, claro.
Claro. Es que cuando un texto es bueno fluye tan rápido que parece de 99. Jua, jua.
¡Vaya por Dios! si es que hasta a las muñecas les dan calabazas. Pero mira, podía darse por contenta porque al menos, Juan era feliz únicamente a su lado.
Un relato de maniquis y enamoramientos extraños, porque en realidad, él solo estaban enamorado de sí mismo.
Suerte con tu micro Jorge. Buena noche.
Una tilde en maniquís, se me ha escapado. Suerte de nuevo Jorge.
Somos una civilización muy generosa en lo de dar calabazas y no discriminamos ni siquiera a las muñecas. El que se libra de las cucurbitáceas es Juan, pero me cuesta creer que alguien pueda ser completamente feliz enamorado sólo de sí mismo. Digo yo, no sé.
Gracias por tu comentario y tus deseos, Mercedes.
Un cordial saludo.
¡Hola, George de la Jungla! Je je
Me gusta tu capacidad imaginativa al dar vida a los objetos inanimados de nuestro entorno. En este caso un maniquí. Me recuerda a la canción de Serrat «De cartón-piedra»
Tu texto se lee con facilidad. Enhorabuena y suerte, amigo. Besotes
¡Hola, Olga!
Gracias por pasarte por aquí a comentar. Me alegra que el leerme no te haya dado demasiado trabajo. Ja,ja. Gracias también por tus deseos. Un beso grande para ti, amiga.
Me gusta tu el relato de final sorpresa.
Abrazos marinos
Me gusta que te guste la sorpresa.
Abrazos acuáticos