22. Juegos de niñas ( Paz Monserrat)
Un día, después del recreo, no la vimos más.
Cuatro décadas después, cada vez que nos juntamos, mis compañeras proponen jugar a imaginarle vidas. Como si no pudieran soportar que, mientras ellas acumulan decepciones y kilos, Violeta siga siendo aquella niña flacucha e indomable.
Una opina que saltó el muro del patio y se fue con los feriantes. Otra recuerda que era adoptada, y describe un emotivo rapto por parte de su madre verdadera. La más novelera dice haber reconocido su mirada desafiante en una actriz muy conocida.
Una simple mudanza, enfermedades, adicciones… distintas versiones que van hilvanando su destino sin nosotras. Historias manejables, cortadas a la medida de nuestro aburrimiento.
A veces se conforman con una existencia vulgar, lejos del pueblo.
Yo aparento seguirles la corriente. Alterno escenarios realistas con otros más bohemios.
Un día lo haré, pero aún soy incapaz de contar lo que ocurrió aquella mañana. El desafío. Mi culpa por gritarle, mientras me tapaba los ojos para contar hasta veinte, que la iba a pillar enseguida. Mi asombro al comprobar su inusitada destreza jugando al escondite.
Y ese buscar desesperado, insomne, atroz… que todavía continúa.
Los juegos son pequeñas fantasías en las que todo tiene cabida, simulacros imaginativos que entretienen y enseñan para el futuro, el problema es cuando superan la realidad a la que emulan. Esta pequeña no era de las que se tomaba nada a broma, se escondió de verdad, ante el asombro y la confusión de todos. A partir de ahí quedó forjada su leyenda y todo fueron hipótesis.
Un relato lleno de misterio, en verdad inquietante y narrado con un oficio admirable.
Un abrazo y suerte, Paz.
Ángel, no te lo creerás pero había hecho una apuesta conmigo misma y ¡la he ganado! Me he dicho que si alguien comentaba mi relato ese serías tú. Más concretamente: que serías el primero en comentar. Y¡Bingo! Muchísimas gracias por ser tan generoso,atento…y previsible jajaja! Tu nombre te hace honor. Gracias por tus palabras, de verdad.
Paz, me ha encantado tu relato, de verdad que te deseo muchísima suerte. Abrazos.
¡Muchas gracias, Nuria!
Hola Paz Montserrat. Eso de meterse en las vidas de los demás y elucubrar es un deporte muy extendido. Debe liberar muchas endorfinas si no, no sería tan popular. De todos modos, creo que esa chica que lo cuenta esconde algo morboso aún no descubierto. Todas hacen cábalas pero ella sabe a ciencia cierta qué pasó aquel día del juego al escondite, ella, tu narradora, todavía juega, participando de las comidillas y cotilleos, para pasar desapercibida. Di sigues este relato, tendríamos una novelita negra.
Feliz noche.