75. Juegos de soledad
Pienso en unicornios y colchonetas para dar vueltas de campana mientras miro la esfera blanca fijada a la pared. El tiempo no se multiplica por siete en las salas de espera de los veterinarios donde van a morirse los gatos; la manecilla grande escapa a cada hora de la pequeña, alejándose torpemente en círculos, para ser atrapada de nuevo.
Fuimos hasta el último segundo antes de que te marcharas. Después el reloj los fue escupiendo uno a uno, lanzándolos al socaire de la casa, ingrávidos como copos de nieve. Al principio los dejé volar por las habitaciones, mirando acurrucada como aterrizaban por todas partes, calando de frío la ropa que con la prisa dejaste olvidada sobre la silla del dormitorio. Pasé días viendo como se acumulaban poco a poco, haciendo montoncitos en los quicios.
Mato el tiempo recogiéndolos muy despacio, apilándolos en el centro del salón; promontorios de ausencia, sobre los que a veces me tumbo haciendo ángeles.
Tu protagonista sufre sin medida ante una ausencia. Incapaz de salir de ese estado permanente de abandono en el que vive desde que la otra persona se marchó, se da cuenta de que el tiempo pasa de diferente forma, que todo lo ve desde un prisma distinto, marcado por el vacío. El tiempo se acumula, eterno y sin sentido, en esa estancia en la que transcurren la mayor parte de sus días, un vivir que se ha vuelto insulso, sin ilusión.
De una forma aproximada, quizá ésta podría ser una interpretación del conflicto que vive tu personaje, pero es necesario hacer una mención expresa a la manera de contarlo. Con un lenguaje muy trabajado, haces un análisis lleno de hermosas expresiones en las que se une un estado psicológico y el paso del tiempo. Me gustan mucho esos segundos que caen como copos, igual de fríos que la nieve, que la vida carente de cualquier calor humano que le ha quedado a tu protagonista. Y ya no me atrevo a decir nada más, porque ya lo haces tú y mucho mejor.
Un abrazo, Miguel. Suerte
Me ha encantado. Qué bueno, Miguel. Es pura poesía, la imagen de las manecillas del reloj es fabulosa. ¡Mucha suerte!
Miguel, tiene tintes poetico tu historia de primer orden. Suerte y saludos
Me encanta!! Da gusto deslizarse por las palabras de tu texto. Enhorabuena!
Me gustaría manejar el tiempo como tú lo manejas, haciendo que se pare mientras desparramo segundos. No sé si quieres serlo o no, pero eres un poeta que escribe en prosa y que también hace ángeles… Bravo, amigo!
Un relato maravillosamente triste. Utilizas imágenes muy sugerentes (la manecilla grande escapando de la pequeña y siendo atrapada de nuevo, los segundos que caen como copos de nieve…) y trasmites un vacío de gran magnitud. Solo me choca un poco que lo titules «Juegos de soledad», porque no me parecen juegos, aunque entiendo el sentido que quieres darle, desprovisto de dramatismo, como si fuera algo normal o cotidiano.
Muy buen trabajo. Suerte y abrazo.