JUL09. LA PESADA MALETA DE CUERO, de Jesús Alfonso Redondo Lavín
Era una gran maleta de cuero que habían regalado a mi padre.
Su peso nos hizo desistir de tomar, como de costumbre, alguno de los primeros vagones.
Fin de vacaciones. El tren partió desde Orejo destino Bilbao.
Antes de Carranza frenó oyéndose un tremendo ruido, como de aplastamiento de maderas. Los bultos se precipitaron de los altillos sobre nuestras cabezas, la gente gritando caía al suelo.
Bajamos del tren.
La moderna máquina diesel resoplaba y humeaba, caída en un lateral de la vía, como un toro humillado esperando la puntilla.
El primer vagón estaba hecho añicos. Colgaba sobre la vía, medio cuerpo lateral de un hombre y una mujer gemía; tenía sus piernas atrapadas por el amasijo de maderas sosteniéndose agarrada a un hierro saliente.
Cruzamos, un maizal recientemente segado. Un muchacho acarreó la pesada maleta. Llegamos a la carretera. Un autobús nos dejó en Carranza donde reanudamos viaje en otro tren hasta Bilbao.
Mi hermana recuerda cómo mi padre, con semblante desencajado, nos buscaba nervioso entre los desaliñados pasajeros en el andén de la estación de la Concordia.
Fueron 20 los heridos y 5 las personas fallecidas.
A mi padre, no solamente, le habían regalado una maleta de cuero.
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Jesús Alfonso, buen relato y autobiográfico, todos tenemos historias que contar y que no pueden quedar en el olvido.
Un abrazo
La verdad es que este Juan Morán me ha dado la posibilidad de dejar para mis hijos historias ciertamente ocurridas que cuando peinen canas puedan leer. Espero que sean muchas y que cuando eso suceda experimenten la misma emoción que la que yo siento cuando leo lo poco que dejaron escrito mis padres y abuelos.
Gracias Epífisis por leer todos mis relatos.
qué buen equipaje guardaba esa maleta. Una preciosa historia.
Muy bien contada la historia. Le regalaron la maleta y con ella la vida de sus hijos.
Casos que nos recuerdan otros casos. Un buen cronista.
Una historia repleta de sugerencias y recuerdos propios y ajenos.
Cada uno la rellenaría con anécdotas personales, partes de la infancia, alegrías y aprendizajes.
Eso es lo que has conseguido, conmigo, al regalarme este escrito.
Gracias y enhorabuena.
Jesús, eres un contador de historias fantástico. Me gustan muchísimo las que conozco, pero, ésta de Julio, te ha quedado sublime. Gracias, me ha encantado.
Un relato que reune todas las características del género.
Fantásticamente contado, fluído y ameno.
Una vez más…un maestro contador de historias, realmente.
Enhorabuena
Te suelo seguir todos los meses y me gustan tus historias.
Si son inventadas, qué imaginación.
Si son verdaderas, qué vida más vivida.
Una amiga mía suele decirme que muchas veces no necesitamos inventarnos nada, simplemente contar esas pequeñas cosas que nos suceden ya son grandes historias. Muy bien narrado. Me ha gustado, como dicen por aquí ánimo cronista!!, me encanta el comentario de anónimo, qué vida más vivida.
María
Las espadas toledanas se hacían a partir de bolas de hierro. Los transeúntes decían al ver las carretas tiradas por bueyes: ¡ ahí van los bolos!. Con ese apodo, que aún se usa, se quedaron los toledanos.
Sabes María ¿de dónde venían esos bolos cruzando media España?:
-De Mondragón.
Leo todos tus relatos y sonetos. Gracias por tu comentario.
No tenía ni idea, mira lo que aprende una. Hierro aquí en Momdra… investigaré a ver, hay canteras eso si, pero hierro no sabía. Bueno te diré que aunque llevo media vida en gipuzkoa en realidad soy de Bilbao, bueno para los de aqui soy de allí, y para los de allí soy de aquí ya sabes. Toledo, sólo he estado una vez y me encantó pese al calorazo brutal. Un tío lejano tenía una patente de armaduras y espadas toledanas y vimos una exposición preciosa allí!!!.
Yo, nací en Chamberí (en broma provincia de Madrid) a los tres años pase a Lezama (Vizcaya) a los 7 a San Ignacio en Deusto (Cole La Salle y Santiago Apostol). Uni, la Comercial y a los 23 rehice la vida en Madrid. No obstante soy Cántabro de madre, de corazón y de veraneo. Esto parece face book. Saludos, vale.
Vaya vaya vaya… yo soy de Deusto y estudié en la Salle, ya sabes el Buitre, el pato, el Guilbur, el bacterio..que tiempos!!! a ver y de que promoción? ya sabes las mujeres siempre ocultando la edad… a ver si al final resulta que somos compañeros de patio… esta tarde voy a coger los almanaques del cole a ver si te encuentro… espero que tu no los conserves..digamos que como el vino voy mejorando.
Pero que pequeñito es el mundo!!!
63 tacos me adornan. No teníamos chicas en clase. Tengo aun una pandilla de La Salle en Madrid. Nos va a reñir JAMS por usar el blog para estas cosas.
Kontxo, qué guay! esto parece un patio. Soy la del piso 26
(la del relato 26, vamos). También mi marido es de la promoción de Jesús Alfonso y conoció a El Buitre, Catilina, etc en la Salle. Yo, de lo único que me acuerdo es de El Club de Preu, con los de La Salle y los de Santiago Apóstol, los guateques y tal en Deusto e Indautxu. Qué majos ellos!
Jesus, como no tenemos «feisbuk». ……. ( con permiso de Juan Morán). Un besito a tí también Maria ( o Mario?)puedo jurar que no había chicas, claro que…. había poca luz
Ya me imaginaba que somos de distintas remesas porque los enlaces de alumnos los he revisado y nada de nada… Aupa la Salle!!!!, bueno yo soy 20 años más joven, asi que va a ser que no compartimos el patio, pero los problemas de físicas del Buitre, eso de que el submarino siempre acababa volando seguro que sí. Pobrecillo murió el año pasado. Pues sí que es pequeño el mundo sí… si Jams nos echa a patadas del blog, por la presente le autorizo a que os remita mi email. Ah por cierto, yo soy María, y con la luz apagada sigo siendo María, y además gano mucho la verdad. 🙂
De esta si que nos echan!!
Aprovecho: perdido gato a rayas. Por favor devolverlo urgente
porque lo necesito para escribir.
JAMS, !echaNos.
Es broma, gracias.
Yo he encontrado el gato, pero me quedo con él para poder escribir como tú, Antonia