Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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JUL52. COREOGRAFÍA EN EL SUBURBANO, de Miguel Pereira Rodrigo

Aquel viaje me enseñó que ya nadie quería bailar conmigo. Lo recuerdo como si fuese ayer. Entré al vagón y aferrado a uno de tantos hierros fui testigo de la función: tres señores de bien ojeaban periódicos del día; dos escandalosas quinceañeras coqueteaban con un desgarbado pelirrojo, una quejicosa mujer presumía constantemente de sus achaques; la pareja de jóvenes enamorados sonorizaban el lugar; una chica atractiva leía su libro de tapas blancas; los dedos del muchacho trajeado recorrían su corbata impacientemente; un pequeño sector posaba sus ojos sobre la pantalla de un móvil táctil; mientras el resto del pasaje clavaba su mirada en un punto alejado del peligro
En cada parada el convoy se detenía, dando paso a una breve coreografía de movimientos rápidos, simultáneos y certeros, que permitía la entrada en escena de nuevos actores, y la baja eventual de alguno de los citados. Sin embargo yo, luciendo mi octogenaria sabiduría, lejos de la agilidad de otros tiempos, permanecía de pie, parada tras parada, aferrado a una barra vertical, como único chaleco salvavidas entre mares de indiferencia, aprovechando que ésta carecía de cualquier empatía para poder ocupar otro asiento.

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30 Responses

  1. Como buen gallego te diría que tan probable es una lectura como la otra, e incluso cabría hacerse las dos al mismo tiempo. Dejando a un lado la idiosincrasia personal, desde mi punto de vista creo que lo más interesante es lo que el microrrelato te haya transmitido, y las sensaciones que te haya generado.

    Muchas gracias por compartir conmigo tus reflexiones.

    Una perta.

    1. Un viaje que me ha recordado a LA BELLA DEL METRO de Serrat,aunque ella no pase precisamente desapercibida. Tu relato fluye, está vivo, eso es lo que más me gusta.
      Saludos y suerte

      Paloma Hidalgo

    2. He estado buscando la canción que mencionas, pero no la he encontrado ¿no tendrá otro título? pues me he quedado con la intriga de ver las semejanzas. Me alegra que te haya gustado el ritmo.

      Gracias por los ánimos. Una perta.

    3. LA BELLA Y EL METRO
      Entre el infierno y el cielo,
      galopando entre tinieblas
      de la periferia al centro
      del centro a la periferia,
      el metro.

      Con ojos de sueño viene
      cruzando la madrugada;
      regresará a medianoche
      con el alma fatigada,
      el metro.

      Cargando arriba y abajo
      íntimos desconocidos,
      amaneceres y ocasos
      con dirección al olvido.

      Por sus arterias discurre
      presurosa humanidad,
      el alimento que engorda
      la ciudad.

      De reojo se miran,
      de lejos se tocan,
      se huelen, se evitan,
      se ignoran, se rozan;
      y en el traqueteo
      del vagón hipnótico
      cada quien se inventa
      la suerte del prójimo.

      El escritor ve lectores,
      el diputado, carnaza;
      el mosén ve pecadores,
      y yo veo a esa muchacha
      del metro.

      Los carteristas ven primos,
      los banqueros ven morosos,
      el casero ve inquilinos
      y la pasma, sospechosos
      en el metro.

      El general ve soldados;
      juanetes, el pedicuro;
      la comadrona, pasado;
      el enterrador, futuro.

      La bella ve que la miran,
      y el feo ve que no está
      solo en este mundo que
      viene y va.

      La bella se deja
      mirar mientras mira
      la nada que pasa
      por la ventanilla.
      Distante horizonte
      de cristal de roca,
      ajena y silente
      flor de mi derrota.

      El revisor ve billetes;
      el sacamuelas ve dientes,
      el carnicero, filetes;
      y la ramera, clientes
      en el metro.

      Los avaros ven mendigos,
      los mendigos ven avaros;
      los caballeros, señoras;
      las señoras, tipos raros
      en el metro.

      El autor ve personajes,
      el zapatero ve pies;
      el sombrerero, cabezas;
      el peluquero, tupés.

      Los médicos ven enfermos,
      los camareros, cafés;
      yo sólo la veo a ella:
      la bella,
      la bella,
      la bella que no me ve.

      Fuente: Quedeletras.com

    4. Gracias Antonia. La canción está muy bien, aunque se centra en las distintas visiones que caben dentro del metro, y en este relato es la visión de una persona sobre el resto, así como el comportamiento del resto para con él.

      Una perta.

  2. Calamanda Nevado

    Siempre prima la sabiduría, incluso ante la soledad. Me agrada ese plano de perspectiva y su descripción. Suerte.

  3. Crítica constructiva, pero crítica. Me parece perfecto tu manera de narrar, el ritmo, el vocabulario, la capacidad de mostrar lo observado, hasta que llego al final, en el que aunque lo he releído varias veces, me sigo perdiendo en la barra que carece de empatía para ocupar asientos. Y una pregunta ¿porqué lo del baile?
    Por lo demás muy bien.

    1. No me gusta acotar la imaginación del lector, pues como lector lo que más me gratifica es que la lectura que hago de un relato me aporte algo, sin intentar buscar el mensaje oculto.

      Me agrada ver como te has molestado en intentar entender las metáforas verbales que dan vida al microrrelato, aunque me sorprende que no te cuadre el final, pues es donde se cierra el círculo.

      Podría desgranarlo más pero siempre he creído que insinuar es mucho mejor que mostrar.

      Gracias por el comentario Antonia. Una perta.

  4. Susana R.

    Eres muy misterioso, Miguel. Me pasa como a Antonia. En la última línea, donde pone «aprovechando que esta carecía de cualquier empatía para ocupar otro asiento», ¿quién es esta? Porque la barra no, que no se puede desplazar. Y si es una mujer, falta algo.
    Dices que el final está insinuado, pero no veo de dónde partes.
    Un abrazo, mucha suerte mañana.
    Una vecina de Cantabria y de corazón.

    1. Supongo que lo que te confunde del texto es el uso de metáforas para eludir la crudeza de una realidad que presentada sin poesía perdería bastante en lo narrativo.

      Misterioso más bien poco.

      A ver que se consigue en esta lucha de todos.

      Una perta.

  5. No sé que parte de mi comentario ha resultado ofensivo, o si debo responsabilizar únicamente al texto. Entiendo que no siempre se puede agradar a todo el mundo, y dado el lugar seguramente encontrarás relatos más positivos. Que fluya la empatía, pues con que este detenido el crédito nuestras vidas ya tienen bastante.

    Saludos.

    1. Gracias, es un honor recibir ese cumplido de un relato propio. Aunque estando en el lugar en el que estamos, resulta bastante sencillo toparse con relatos originales.

      Una perta Sortirios.

  6. Nicoleta

    Admiro a los escritores, como tú, Miguel, en este relato, que tienen la capacidad de escribir sobre la vida contemporánea, dura y seca, absurda en su apariencia y saben descubrir detrás de esta imagen la poesía propia de la naturaleza humana.

  7. La verdad es que lo has analizado mucho mejor de lo que yo lo podría haber hecho. Y créeme si te digo que con mi comentario no pretendía ofender, soy una persona sin dobleces, que simplemente evitaba dar la versión cruda de un relato. Además, si tengo la suficiente sensibilidad para ponerme en los ojos de un anciano al que no lo prestan asiento, y transmitir ese sentimiento desde una prosa poética, también tengo la suficiente sensibilidad para no ir por ahí “sobrándome” con las personas, y menos hacerlo con aquellas que se dignan a realizar un comentario de mi relato tras leerlo.

    Superado el malentendido. Una perta.

  8. Aurora Salas

    No entiendo que tu relato cree dudas. Es posible que sea para lectores que toman el metro de vez en cuando y pueden ver ese universo particular, el de los que se dejan llevar por la vía, por la vida. Me pareció muy bueno.

  9. Hola Aurora. La verdad es que antes de colgarlo yo tenía la misma idea, pero visto lo visto puedo aceptar que haya cierta controversia. Tal vez fruto de una percepción demasiado positiva del ser humano, o de la falta de uso del trasporte público en una gran ciudad… No sé, pero me alegra saber que viéndolo claro te haya gustado.

    Una perta.

  10. Lástima que sea así, pero lo es. Una vez, en el metro, me levanté para que se sentara una embarazada, y vino un chico a sentarse corriendo, tuve que volver a ocupar mi puesto y llamar a la embarazada casi a gritos, porque claro, llevaba los cascos puestos…, como casi todos.
    Me ha encantado el título: imagino al pobre viejo «bailando», sujetándose a la barra para tratar de no caerse. Buenas metáforas.

    Felicidades.
    Amparo Martínez A.

  11. Muchas gracias Petra, resulta gratificante compartir una misma visión de esos pequeños gestos que nacen del sentido común y hacen más transitable el suburbano.

    Gracias por dejar tu comentario, y felicidades por tus dragones, que seguramente tienen comportamientos más humanos que muchos «balilarines».

    Una perta.

  12. Miguel,al releer tu micro, me ha parecido genial expresado y relatado.
    He buscado y no he encontrado componentes raros y eso que yo seguramente si lo hubiera hecho. Tengo un relato llamado sudorofilia y rinofilia que sucede en un vagón de metro que creo que no lo pondré en agosto. Por el calor.
    Muy bueno.Suerte.
    Un abrazo.

  13. Gracias Epífisis, es un placer tener un facultativo entre los «leyentes» que pueda comprobar las constantes vitales del microrrelato y dictamine una salud de hierro al mismo. Cuando bajen las temperaturas anímate a colgarlo. Estaré encantado de leerlo.

    Una perta.

  14. María Elejoste

    El cuento es genial, mis enhorabuenas. NO es la primera vez que dejo aquí escrito que las pequeñas cosas de la vida se convierten en grandes historias en manos de un buen cocinero de las letras. Es magnífica la historia, el ritmo y las metáforas. A mi el título me parece fabuloso ya que nadie quería ya bailar con el anciano. En toda coreografía siempe llama la atención el que no sigue el ritmo, el que es diferente. Me ha gustado también el super comentario de texto de Ana.

  15. Gracias María por tu comentario. Me alegra que tras saborear el relato te haya quedado un regustillo en el paladar. Supongo que te tachen de buen cocinero en un restaurante tan especial es todo un piropo. Y tienes razón, hay disecciones que son mejores que el propio relato.

    Una perta.

  16. Hola Miguel, me lo he leído enterito, incluyendo comentarios, malentendidos, alabanzas y dudas.

    Te iba a decir que ya te habían dicho todo lo decible, pero …. para mí la grandeza del texto reside en retratar un instante cotidiano de nuestras vidas, efímero, pasajero, o mundano, que resulta que se convierte en el espejo de una realidad social reflejada o metamorfoseada en la barra metálica que sostiene la frágil figura de una persona de avanzada edad que se agarra como puede a la vida.

    Me gusta cómo lo has contado y ahora pasaré por tu blog para reiterarlo.

    Mucha suerte este mes y un abrazo.

  17. Hola Laura. Me alegra verte por aquí haciendo un repaso exhaustivo de lo escrito en esta entrada.

    La verdad es que me gustaría saber que pacto tienes con el diablo para que te sobre tiempo y estes aquí, allá,… comentando, escribiendo… sin dejar rincones huerfanos de ti, y llegues con tus multiples brazos a regar las flores que crecen en los jardines de otros, sin que ello suponga descuidar las tuyas propias.

    Un placer (supongo que compartido por muchos) tenerte siempre ahí, al pie del micro.

    Guardare tu suerte en una maceta, a ver si en cuatro días crece lo suficiente para que pueda hacer algo frente a tanta buena prosa.

    Una perta.

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