JUL63. ¡SI YO NO HE LIGADO EN MI VIDA!, de Mayte González-Mozoz
Los trenes ya no fumaban. Las ventanillas no podían bajarse por lo que me libré de una muerte segura. No se olía a carbonilla, pero sí se podía respirar cierto olor a mala leche en el departamento. Tampoco vibraban las bielas, aunque fui víctima de las violentas sacudidas que me propinó el pasajero de enfrente.
Él había sacado su bocadillo. Yo hice lo propio. Oye, igualito que el suyo. Presumí de que una señora casada que me beneficiaba, fue la que me lo preparó. Puso cara de estreñido cuando concreté que era del barrio La Latina. ¡¿Cómo se me ocurriría?! Y por cómo me miraba me puse nervioso, y continué con mi rollo de lo bien que se me dan las mujeres… Fue en el último túnel antes de Chamartín cuando se abalanzó sobre mí.
En aquel trayecto aprendí a no ser fantasma. Y cuando mi madre vino a verme al Clínico, le dije: “no vuelvas a ponerme riñones al ajillo”.
El humor, tan necesario en nuestros días.
Este relato me ha trasladado a otro tiempo menos rápido, y a otra vida más intensa. ¡Cuantas aventuras, sueños y tanto que aprendimos en aquellos ferrocarriles…!
Gracias Mayte.
Algo muy importante en este relato que no habéis comentado es, la necesidad del ser humano de ser escuchado; ser centro de atención. La autora, con astucia, nos deja velada la vida del protagonista: ese que nunca ligó. Nos habla, sin mencionarlo, de la soledad de este hombre, de sus fantasias, sus necesidades… De un adulto que vive con su madre, que es quién le prepara la comida. ¿Alguien se siente reflejado?
Está muy gracioso de verdad y muy bien ideado la forma de presentar la historia. Eso le pasa por comer bocatas de riñones al ajillo!!!. Me he reido cantidad. La verdad es que es un medio de transporte donde he visto muchos equívocos… yo tambien tengo alguna anecdota en un metro en este caso, estaba en Madrid visitando a una prima que acababada de regresar de alemania y llevaba su guía de Madrid en perfecto alemán y allí dos tipos echando piropos brutales a la Fräulein que no se enteraba…al llegar a mi parada, les dije: que tengais un bien día chavales!!! ante las carcajadas del resto del vagón… je je. Lo dicho me he reido mucho, gracias,
Gracias María Elejoste, me gustaría destacar lo velado del relato: la soledad del personaje, su necesidad de ser escuchado y centro de atención (aunque tenga que mentir), el placer de sentirse líder e importante por un minuto… El azar como se vuelve contra nosotros cuando menos lo esperamos. La cotidianidad de esa madre que le hace la comida, que prefiere que no tenga novia, su hijo, para que siga viviendo con ella, bajo sus faldas… ¿Nos suena?
Hola Mayte, perdona no me funciona lo de subscribirse a los comentarios, eso, o no se hacerlo, que todo puede ser, así que no me había enterado de tu respuesta.
Entiendo lo que dices, se entreve muy bien que el protagonista quiere hacerse notar, ser el centro de atención y exagera para ello. Pero… lo que dices de la madre, posible, real etc no queda reflejado en el relato. Una simple frase «Oye, igualito que el suyo. ¿También tendrá una madre como la mía?, ¿de esas a las que no se les dice que no?… con un breve apunte y así el caracter de la madre hubiese quedado perfilado no crees?. Por fa no te tomes a mal mi comentario, creo que es enriquecedor estos dialogos entre adictos a los cuentos… änimo!!!
Gracias María Elejoste por tu comentario, que no lo tomo a mal. ¿No crees que después de ese «NO…» hay velada una rebelión, y a partir de salir del hospital un cambio de actitud? Los personajes para no ser planos deben evolucionar.
Mayte
Hola, sí, claro que hay un cambio en el protagonista, se ve bien en el cuento. Pero a lo que me refería, es que el caracter de la madre sólo se puede extrapolar y que con un pequeño apunte hubiese quedado también díafano, sólo eso. Reitero lo anterior, me hizo mucha gracia.
Creo que a todos nos suena. La profundidad en la aparente superficialidad, el humor enmascarando la tragedia humana de la soledad, el acto cotidiano que nos trae lo extraordinario…etc
Suerte Mayte.
Todo muy bien, excepto los riñones al ajillo, anda que no hay infinidad de posibilidades para un bocata. Desde luego con ese gusto tan particular no había lugar a error… pero y si, la madre del chico y el tipo del vagón… De todas formas el chaval que aprenda y se haga sus propios bocatas¡ 😉
Llevas razón Jesús Lozano, pasa que los riñones al ajillo son muy típicos de Madrid. La otra opción era calamares a la romana, pero ya lo emplea un famoso dramaturgo en un entremés. Posibilidades… infinitas, pero se ajustaba al «decoro» que yo quería transmitir.
Por otro lado pese a la superficialidad, me interesa el tema abstracto que subyace.
Gracias.
Mayte