JUL77. LOS DIENTES DEL HAMBRE, de Rosa Molina
“Malos tiempos nos han tocado vivir, hijo. Esta maldita guerra y la terrible sequía, nos han secado hasta las lágrimas. Mira las ovejas, parecen alambres lanudos. ¡Y gracias que nos quedan estas pocas! Las subiremos a los prados altos de Cazorla, a que engorden” me dijo.Salimos de madrugada, levantando polvo, subiendo caminos que bordeaban, como muelles, las empinadas laderas, con la boca seca, sin ganas de nada, solo de vivir y llegar. Al olor de los verdes prados las ovejas apretaron el paso y los perros las rodearon para juntarlas. Ayudé a mi padre en dos partos; aprendí, por el ladrido de los mastines, si merodeaban zorros o lobos; observé cómo vuelan las águilas cuando acechan a los corderos. Vino mi tío, que vivía escondido en la sierra.“¡Estás hecho un hombre!”, dijo abrazándome y me regaló mi primera navaja. Fue la única vez que vi llorar a mi padre.
Con las primeras lluvias iniciamos el descenso, nosotros por las trochas, las aguas por sus cauces. Al llegar vi a mis amigos en el río y, rápidamente, saqué mi navaja para afilar un palo. Se quedaron ojipláticos. Les saludé, pero seguí caminando, pues ahora tenía obligaciones que cumplir.
Bonita historia de un niño que ya se cree hombre porque los adultos así se lo dicen. Esas edades qué difíciles son.
Suerte Rosa.
Muy buen relato, sobre el viaje iniciático de un niño, al cabo del cual pasa a un otro estadio de su existencia, se convierte en un hombre, que tiene «obligaciones de cumplir». Me dio la impresión de leer una página de una novela, muy bien escrita, de una profunda comprensión de la vida.
Un abrazo.
Gracias a las dos. Me alegra mucho ver que he conseguido transmitir lo que me proponía, que no siempre es fácil. En cualquier caso, la postguerra no fue fácil, ni si quiera para los niños. Un abrazo.
Me gustó, Rosa. La frase que cierra el relato (sin sobrarle lo anterior)tiene el valor de medio cuento. Suerte.
Viaje a la madurez, simbolizado en tener ya la navaja, me gusta, crudo y real, como la vida misma. Por desgracia en la actualidad el símbolo de ser mayor es tener un coche, que pena que en general, falle eso de las obligaciones que cumplir.
Tienes razón, María, un coche y un móvil y, como dices, casi siempre sin habérselo ganado. Os agradezco vuestros comentarios que me animan a seguir.
Qué gusto da leer un cuento tan bueno.
Enhorabuena, Rosa.
Me gusta la historia en conjunto, especialmente el párrafo final. Si lo firmara Delibes no me hubiera extrañado.
Muchas gracias a los dos. Lo de Delibes ha sido un piropo de los grandes porque, para mí, es uno de los mejores.
Grande, rosa, grande!! que viaje tan hermoso, la mesta, las cañadas reales, como en los viejos dias… hay metaforas preciosas, un viaje que no hace mas que empezar… enhorabuena!!!
NACHO
Nacho, ¿de verdad has visto todo eso? Pues que sepas que me ha encantado pasear contigo por las altas praderas de Cazorla. Ya veremos dónde nos llevan nuestras próximas lecturas mutuas. Un abrazo.