92 La bella viviente
Le prepararon el vestido de gala con esmero, como antaño. Sus mejillas no habían recuperado el rubor que la hizo famosa antes de caer dormida, pero después de tanto tiempo, aquello era de esperar. Más llamativa era su actitud. Sin duda, su compostura parecía haberse descompuesto durante su largo sueño. Lejos de ser la bella y complaciente mujercita que sabía arreglarse como nadie, la percha ideal para cualquier ropaje que marcara las tendencias palaciegas de la temporada, ahora renegaba de cualquier prenda apretada, arrancándosela sin pudor ninguno. Para completar el preocupante cuadro, estaba el asunto de su desagradable olor corporal, aquellos ojos hundidos, imposibles de maquillar con estilo, y el desagradable aspecto de su piel, antes tan tersa. Pero fue al esquivar las primeras dentelladas cuando los reyes se arrepintieron de que la princesa se hubiera despertado.
Un relato muy original y diferente,es genial como le das la vuelta a la historia de la bella durmiente,me ha gustado mucho lo de embajadora de las tendencias palaciegas.
Mucha suerte!!!
Bravo Esther!!!!
Única y sorprendente como siempre. Maravillosa narrativa que sella tu brillante idea.
¡Bienvenida, Esther! ¡Qué alegría verte por aquí!
Tu relato no defrauda, tan original siempre. Me encanta ese título. Le va como sangre al cuello. 🙂
¡Suerte con él!
Besosss
Retrato de una antiprincesa, original y divertido. Habría que ver la cara del príncipe.
Suerte y abrazos.