74. La chica del violín y el joven Corleone
El preludio sonó en Austria, la ciudad de la música. Ella tocaba el violín en la Filarmónica de Viena, y el trataba de hacerse un hueco como gestor internacional en una organización emergente.
En un concierto, sus ojos se cruzaron para después fundirse en un adagio tan lento como majestuoso del que se dejaron llevar sin más.
Su interludio los llevó por media Europa, guiados por un allegro endulzado con tonos de prestissimo, en el que alguna vez se descolgaba algún acorde desafinado que ella intentaba corregir.
El tempo rubato llegó entre notas, algunas ordenadas y otras a las que simplemente hicieron oídos sordos, rehuyendo un final que ninguno de los dos quería tocar.
En su funeral, junto a toda la familia, ella le dedicó un réquiem, aunque en su mente siempre sonó el “Hallelujah”.
Como homenaje a la música, y como forma de comentario alternativo, quiero compartir con vosotros una canción que esté relacionada con algún aspecto de vuestros relatos. Espero que te guste la que he elegido para el tuyo.
LEONARD COHEN – Hallelujah
https://youtu.be/Etc29mMOaLU
Muchas gracias, Rafa. Le queda muy bien.
En esta relación tan musical, con sus altibajos y una banda sonora aplicable a cada momento, no podía faltar ese réquiem, al menos de cara a la galería, aunque lo que sonaba en su mente deja a las claras lo que en verdad debía de sentir, ella al menos, desde tiempo atrás.
La historia de un desamor que no termina por la desavenencia de las partes, sino a causa de la muerte natural, ella es quien les separa, como, paradójicamente en las parejas que prometen.
Un saludo y suerte, Alfonso
Gracias, Angel. Me pareció una buena idea describir una relación tan peculiar como esta en un entorno musical. En cierto modo todas tienen un tempo vertiginoso al principio que luego tiende a variar. En el relato, la protagonista se deja llevar al principio de una melodía que poco a poco va desafinando.
Saludos.