14. LA COARTADA DEL OLVIDO (Salvador Esteve)
La mujer, con mano temblorosa, empieza a teclear los números del teléfono: 0… 1… 6… Pero el miedo atenaza sus dedos, la vergüenza cerca su valor y la culpa aplasta su ánimo.
Con el cuerpo púrpura de dolor y el andar renqueante, continúa haciendo las tareas del que fue su hogar, ahora sarcófago de su alma. Quiere gritar, pero sus cuerdas vocales siempre le niegan auxilio.
Poco a poco, el blanco cano invade su cabello negro azabache, y las arrugas brotan en su piel ocultando secretas cicatrices.
El destino, cruel embajador de la vida, le guarda otra profunda sombra en su existencia: el monstruo del olvido. Su universo se va difuminando, una niebla va engullendo sus recuerdos. En los espejos, ve reflejado un rostro que hace muecas de tristeza. Lo observa, le es familiar, mas no lo reconoce.
Al escuchar la cerradura de la puerta, un escalofrío recorre su cuerpo, su vello se eriza; ignora por qué. El hombre entra y mira a su mujer con ira, su aliento destila maldad.
Ella sonríe.
Hola, salvador. Nos dejas un texto muy apegado a una cruda e injusta realidad, en otras épocas vergonzante, pero con la ¿»suerte»? de que ahora , aunque, por desgracia, siga siendo algo demasiado habitual, las que sufren semejantes maldades, parecen disponer de fórmulas para intentar solicitar algún tipo ayuda. Tomada la decisión, el auxilio no siempre llega a tiempo; y, desde luego, el sufrimiento y su recuerdo seguramente las acompañen de por vida. Tu relato está configurado (o, al menos, así me lo parece) con frases muy bonitas y sugerentes, aun en su melancolía. Y ese final que nos deja con el corazón oprimido… Me ha gustado y entristecido, Salvador. Enhorabuena. Suerte y un abrazo.
Muchas gracias, Jesús, por tu amable comentario. El maltrato siempre es un tema duro y triste, pero la actualidad no nos deja pasar página, y siempre está en nuestro pensamiento alimentando nuestro ánimo de denuncia. Abrazos.
Me gusta mucho como describes el miedo, la incertidumbre, la angustia, la esperanza… y como trata tu protagonista de dar normalidad a lo que no la tiene. Lo que quizá me gusta menos es el tema en cuestión. Soy de las que piensan que a veces, hablas tanto de una cosa que con tus palabras le das vida y la haces perdurar. Lejos de esfumarse, de difuminarse en el tiempo, se afianza.
Has jugado alguna vez a eso de… di un color pero que no sea el rosa. ¿No piensas inmediatamente en el rosa y te bloqueas, y no estás ágil para encontrar otro? Di una ciudad europea que no sea París, y allí te quedas, detenido, mirando Eiffel y queriendo sumergirte en el Sena… Bueno, no sé. es una forma de pensar.
Te deseo un feliz día de primavera y como en aquella canción de Silvio Rodriguez… se está acercando un día de abril, un día feliz se está acercando, ojalá coincida con nuestros deseos de que todo lo malo se difumine, porque por fin lo hayamos sacado de nuestras cabezas, de nuestras vidas.
No te falta parte de razón, es un tema que siempre está en los medios, pero el monstruo no desaparece por silenciar su nombre. Muchas gracias, Mercedes, por tu amable comentario, y me uno a tus deseos de que lo malo se difumine como humo en el olvido. Abrazos.
Esa sonrisa del final, le pone un broche de oro a tu relato. Es una pena que la realidad no diste tanto de la ficción de tus letras.
Mucha suerte, Salvador.
Un abrazo.
Se dice que la realidad siempre supera la ficción, y la actualidad, tristemente, lo reafirma. Muchas gracias, Paloma, por tu comentario. Abrazos.
La intención inicial de tu protagonista es la correcta, pero el miedo es un arma poderosa que paraliza. Tratar de asimilar con normalidad a una existencia aquello que no puede consentirse solo acumula la humillación y un sinvivir creciente. Las últimas líneas no hacen sino confirmar que nada cambiará a no ser que marque ese teléfono, tampoco una sonrisa, que tantas puertas abre, servirá de nada.
Una historia de maltrato es un tema muy apropiado para asociarlo con la imagen propuesta. El lenguaje utilizado en las descripciones, muy bien trabajado y lleno de riqueza, nos proporciona una idea exacta de todo lo que la víctima siente y los motivos de su proceder, condicionados por la presencia constante de un monstruo.
Un abrazo, Salvador. Suerte
Miedo que atenaza su mente y monstruos que aplastan su existencia. Una vida consumida por un destino cruel. Muchas gracias, Ángel, por tus amables palabras. Abrazos.
Un relato/denuncia al que le has dado tanto realismo que se palpa el miedo de la víctima, su cobardía, su culpabilidad y desamparo, especialmente cuando llegamos al final. ¡Pobre mujer, que mala suerte, encima, terminar sus días así, qué desgracia hacerlo con un ser tan desalmado y malnacido!
Un texto lacerante Salvador, excelentemente escrito, hasta el punto de sentir dolor mientras te leía.
Un abrazo.
Esa era mi intención, que sintiéramos, aunque solo fuera mínimamente, el horror de una vida mutilada de esperanza y cerrada a la felicidad. Muchas gracias, Rosy, por tus amables palabras. Abrazos.
Hola Salvador, me gusta la forma que tienes de contar esta historia, hay una comunión grande entre las palabras y su visualización. Enhorabuena.
Muchas gracias,Ángel, por tu comentario y visita. Me alegro de que te haya gustado. Abrazos.
Extraordinaria belleza la de este relato, Salvador. La pobre mujer, con su demencia o Alzheimer ha borrado completamente de su memoria las palizas. Casi mejor. Lo malo es que está aún más indefensa ahora. Esa sonrisa delata la nueva batalla que trata de librar. Me ha gustado mucho. Es un micro que transmite cantidad de sentimientos y sensaciones. Enhorabuena, mi apreciado Salvador.
Besitos en series de millones.
Una existencia que derrama tristeza. Con dos monstruos, uno al que un día creyó amar, y otro, un atroz regalo de la naturaleza, el Alzheimer. Una vida que se va apagando bajo el yugo del cruel destino. Muchas gracias, María José, por tu amable comentario. Una enorme satisfacción que te haya gustado. Abrazos.
No soy ducho en temas paliativos de la maldad, pero seguro que algo se me ocurriría. Muchas gracias, amigo Juan, por tus palabras siempre amables y gratificantes. Abrazos.
Hola, Salvador.
Esa sonrisa del final ha conseguido entristecerme más que el resto del micro. Qué situación tan dura y tan habitual entre tantas mujeres.
La literatura también es denuncia, y este micro está cargado de eso.
Enhorabuena, y muchísima suerte.
Cierto, el espíritu de denuncia nos obliga a no olvidar esta lacra, esta tremenda violación de la dignidad. Muchas gracias por tus amables palabras, Towanda. Abrazos.
Por desgracia un tema muy de actualidad. Un relato que no es ficción y un asco hacia el ser que entra que remueve el estómago. También, aunque nos de rabia, la parte de la sufridora es real. Pero es muy fácil ponerse en el lugar de otra persona cuando no estás en sus mismas circunstancias.
Un abrazo y mucha suerte.
El maltrato nos golpea y nos produce repugnancia. El sufrimiento de las víctimas solo podemos percibirlo mínimamente en nuestra imaginación. Muchas gracias por tu comentario, Virtudes. Abrazos.
Tremendo. El olvido como mecanismo de defensa. Escalofríos.
Tremenda injusticia y escalofriante indignación. Muchas gracias, Edita, por el comentario. Abrazos.
Qué buenas las contradicciones, de ella y de tus letras. Historia y escrito consistentes. Claro, así cualquiera envuelve al lector, cualquiera que sepa hacerlo. Bien hecho. Me marea por lo bueno el título. Me despedaza la sonrisa final.
Me alegra que hagas referencia al título, pues con él intentaba resumir en cuatro palabras la esencia del relato. Un monstruo, el maltratador, y otro, el Alzheimer, que se unen para crear un bucle terrorífico donde la víctima está realmente indefensa. Muchas gracias por tus palabras, Íñigo. Abrazos.