70. La escalera de Jacob
Era su país. Trabajó, vivió.
Arriba, el cuadro de la escalera de William Blake; escuchaba la música fantasmal que salía de él. Un pie y el otro. Recogió a sus hijos en el cuarto peldaño, Amin y Aisha, también eran palestinos.
Miró una vez al Ángel de la historia, el último de los cuadros, negando con la cabeza. Siguió el descenso y cuando pisaba el último de los escalones, mientras Aisha leía en la madera la palabra exilio, desaparecieron entre el polvo y la ceniza. El ángel de Klee, de Benjamin, dijo -todo se repite.
Cundros en los que aparecen ángeles, cuya actuación no hace sino destacar la situación de las personas más desfavorecidas, a quienes se arranca lo más básico: la tierra que les vio nacer, algo que ha sucedido en el pasado, que ocurre ahora también y que no tiene visos de solucionarse.
Un relato sobre los despojados, los que no cuentan para nadie y para algunos parece que estorban, como si no tuviesen derecho a existir.
Un saludo y suerte, Elena