Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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15 La escultura (Pepe Sanchis)

Me considero una escultora de raza. Es una definición tomada de la crítica a mi primera exposición. En el pueblo donde nací, todos me felicitaron, entusiasmados ante el nacimiento de una gran promesa. Que no se vendiera más que una pieza (la compró mi prima Virtudes) no tiene la más mínima importancia.

Hace un par de meses recibí la llamada del conservador del Museo de Bellas Artes de la capital de la provincia. Me pedía un original como contribución genuina de una artista local. Traerán esculturas del Museo Nacional, incluso algunas de colecciones privadas aportadas ex profeso. Me faltó tiempo para decirles que sí. Les mandaré mi preferida, realizada en papel maché y que he titulado “Idea número 4”.

Hoy es el gran día. Vestida de forma casual para no dar una impresión equivocada, me he presentado en la gran sala. En el ángulo derecho, la más visible, se encuentra mi obra, el fruto de lo mejor de mi inspiración artística. Lo que no me ha gustado nada ha sido comprobar cómo, antes de entrar, todos los fumadores han arrojado en ella, en su extremo superior, las puntas de sus cigarrillos.

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Esta escultora, que se las prometía tan felices, tiene que haber sentido una impresión de lo más desagradable al ver que su obra no se ha entendido bajo una perspectiva sublime y elevada, sino más bien con una función de cenicero. No obstante, si lo analiza bien, a sus posibles méritos artísticos se une una utilización práctica, algo que, seguro, no tiene ninguna de las otras piezas, además de su colocación preferente y estratégica.
    Un relato divertido, con carga de ironía sobre el mundo del arte abstracto, cuyo valor y significación a veces se nos escapa.
    Un abrazo y suerte, Pepe

    1. Pepe Sanchis

      Muchas gracias, Ángel, por tu comentario. Hacía tiempo que no pasaba por esta página, siempre es un placer. Un abrazo.

  2. Pues fíjate que a más de una escultora le ha tenido que pasar algo así. Encima de que donaba su obra sin cobrar, tiene que aguantar la incomprensión de su arte…¡Pobre! Un abrazo fuerte, Pepe. Mucha suerte.

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