La fabulosa fábula de los amantes entregados.
Ronroneamos y lamemos el pelaje del otro con cariño. Tigre, yo. Pantera, ella. Vacíos por lo entregado. Henchidos por lo recibido. El sopor nos mece, saciados, complacidos y aún complacientes mientras apuramos el amor que compartimos. Y así nos entregamos al sueño con la tranquilidad que nos da la confianza. En mitad de la madrugada me desvelo y desvelado queda lo que tardo en entender unos segundos. Me quedo helado. La belleza felina que dormía a mi lado ahora está agazapada detrás de mi mesilla. Sin perder la elegancia, la sigilosa pantera escruta mi móvil. Yo: rugido interrogante. Ella: mirada mordiente. Depredadores enfrentados, a cuál más presa. Una certeza me sacude ferozmente el hocico: Podemos olvidarnos de las perdices para el desayuno.