Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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LA FERRERÍA: UN CONCURSO EXTRA PARA FEBRERO

Con motivo del ENTCuentro que celebraremos el próximo 11 de marzo en el Castillo del Rey de San Vicente de la Barquera se ha concertado una visita a uno de los hitos históricos más interesantes del occidente de Cantabria: la Ferrería de Cades.

La Ferrería es una industria del siglo XVIII dedicada a extraer piezas de hierros directamente del mineral de mina mediante su horneado y moldeado a través de la energía que se obtiene del caudal del río Nansa. Junto a la Ferrería se ha restaurado también un molino harinero de río de la misma época.

Gracias a la colaboración de la Asociación de Desarrollo Rural Saja Nansa, el próximo 12 de Marzo, domingo, a las 11 de la mañana tendremos una visita guiada y en funcionamiento muy especial de ambos ingenios hidraúlicos. Por este motivo, y como agradecimiento a su generosidad, queremos dedicarle un pequeño concurso que ocupe el mes de febrero y que tenga como elementos fundamentales los tres términos que dieron sentido a su funcionamiento: hierro, fuego y agua.

220px-Ferrería_de_CadesEstas son las BASES para concursar.

1 – Pueden participar usuarios de la web Estanochetecuento y amigos y conocidos de la página. Los participantes que no sean habituales de ENTC tendrán que hacerse usuarios de la página o enviar sus datos (nombre y mail) al mail del concurso para poder identificarlos en caso de que sean ganadores. En el caso de que alguno de los ganadores no se haya identificado será inmediatamente eliminado y el premio pasará al siguiente.

2 – Podrán presentarse un máximo de 2 relatos por autor.

3 – El relato, que se publicará únicamente como comentario en esta entrada del blog www.estanochetecuento.com, tendrá un máximo de 120 palabras sin incluir el título.

4 – El ralato será de temática libre, pero, como homenaje al espacio de la Ferrería, debe cumplir la condición imprescindible de incluir tres palabras claves: hierro, fuego y agua.

5 – El plazo para su presentación será desde la publicación de este post y durará todo el mes de febrero.

6 – El jurado estará formado por un representante del blog ENTC, un representante de la Ferrería de Cades y hasta dos invitados más.

7 – Este concurso se fallara publicamente durante la visita del próximo 12 de marzo a la Ferrería de Cades.

8 – El premio para los dos relatos ganadores será una bolsa de productos turísticos de La Ferrería y la inclusión del relato en el recopilatorio Esta Noche Te Cuento de 2017.

 

 

128 Responses

  1. FORJA

    Llegué a la ferrería de Compludo con el almuerzo para los hombres.
    Estaba oscuro y por delante del resplandor del fuego, se dibujaba la silueta de mi hombre, sudoroso, al verme dejó de echar paletadas de hierro. Me acerqué y me abrazó enterrándome la cabeza en su pecho, nos besamos y sería el calor, nos pusimos verracos, se bajó el pantalón y cogiéndome en vilo, me penetró. Al fondo, un compañero, movió los chimbos y dejó caer el agua sobre los álabes de la rueda y el mazo empezó a golpear con furia, acompañando el ruido a nuestras embestidas, me apoyó sobre el bancal y seguimos pon, pon, pon, pon, pon, mientras la escoria salpicaba de luz nuestros cuerpos.

  2. Modes Lobato Marcos

    CARNE, HUESOS Y SANGRE

    No, hija mía, no soy de hierro.
    El fuego me quema, el agua me moja, los golpes me dañan y no puedo más.
    Así que, entra en tu cuarto, cierra con llave y reza por las dos.

  3. Eva García

    Visión nocturna

    La música golpea los cerebros. Las luces prenden fuego a la carne. El alcohol sublima los instintos. La oscuridad diluye escudos y máscaras.
    Yo solo me inundo de agua pura, por eso puedo percibir que tu corazón es de hierro.

  4. Eduardo Iáñez

    PROSELITISMO

    Un día estábamos aspirando el aire de la libertad y al siguiente se nos aherrojó en este oscuro confín. Se selló con hierro nuestro reino y se nos negó la belleza en que habíamos sido creados; se nos apartó de todo bien y se nos condenó al fuego en que vivimos. Pero nosotros hemos descubierto el agua que os ofrecemos, queridos humanos: venid a nosotros, que nosotros os aliviaremos.

  5. Eva García

    Lo niego todo

    Que el fuego de la ira arrasara mi alma cuando se convirtió en estatua de hielo, que un trueno resonara en mi garganta, que rayos oscuros brotaran de mis ojos. Que a partir de entonces el agua dejara de fluir, el sol de brillar, el viento de estremecer.
    Niego haber perdido un objetivo, un pilar, siquiera una ilusión. No es suya la sangre que chorrea de esta barra de hierro, no es mía la mano que lo empuña, no es nuestro aquel futuro que un día la vida nos prometió.

  6. Blanca Oteiza

    Pregunta: quienes no asistan a la visita del 12 de marzo también pueden participar en el concurso, imagino que si. Lo digo porque se falla durante la visita.
    Saludos y suerte

  7. Gloria Arcos Lado

    MALDITA SUERTE El día empezaba a marchitarse antes de que nuestros cuerpos se fundieron en uno, como si se tratará de una amalgama de hierro, al ser quemados por la pasión del fuego. Pero tú, mi amor, mi mitad, mi todo, sólo quisiste tras ese instante ser tú misma. Por eso, cómo si me hubieran arrojado un cubo de agua fría, me dijiste poco después de nuestro fogoso encuentro, que necesitabas espacio, aire, que precisabas ser tú misma, alejarte por un tiempo de mí, para poder caminar sola. Y en ese duro momento únicamente pude pensar: «¡Maldita sea mi suerte!».

  8. Gloria Arcos Lado

    VOLUNTAD El aire nos acariciaba dulcemente en la cara mientras competíamos en aquella alocada carrera de bicicletas. Qué lejano parece todo, ¿verdad? Con tu espíritu competitivo, tan fogoso como el fuego, sabía desde el principio que tú te llevarías el gato al agua. Pero mi voluntad, rígida como el hierro, hacía que me mantuviese hasta el final de la competición, aunque como siempre acabase llegando en último lugar. Y es que un Alonso de Ojeda nunca se dará por vencido, antes preferiríamos toparnos de cara con la muerte.

  9. Cristina Requejo

    La espera
    Luna llena, agua hirviendo en la cazuela de hierro oxidada y mugrienta. El fuego se consume y tú, hoy te estás retrasando.
    El hambre desfigura nuestras caras mientras nos distraemos imaginando qué encontrarás hoy en los contenedores.

  10. Salvador Esteve

    LA LEYENDA DEL VIAJERO
    La roca viajaba sin rumbo. En su interior, su dura alma ansiaba encontrar un hogar donde descansar su deambular por el espacio y el tiempo. En la infinita distancia un reflejo azul turbó su viaje.

    En el valle, en la ribera del río, cuando la necesidad alimentaba la fuerza y la unión, sus gentes se aclamaron al agua y al fuego y empezaron a extraer aquel hierro forjado en el corazón de las estrellas.

  11. Esperanza Tirado Jiménez

    HERENCIAS

    Las chispas de la fragua incandescente caen sobre la piedra del suelo, negra por el paso de tantos años. En el pueblo dicen que todos los varones nacidos en la herrería comparten el mismo corazón de hierro, frío e impasible ante las adversidades.
    Mientras golpea una y otra vez, se nota el esfuerzo en sus brazos. En los que, de verdad, está marcada a fuego la herencia y la verdad de su familia.
    Ella sigue golpeando el hierro candente y deja pasar las murmuraciones, como pasa el rumor del agua que va río abajo.

  12. Modes Lobato Marcos

    CUERPO DE CRISTO

    Fray Gregorio llenaba de agua la enorme cazuela y la ponía al fuego.
    Cuando entraba en ebullición, añadía las lentejas.
    «Tienen mucho hierro», nos decía.
    Nosotros las comíamos deseando eso: ser de hierro.
    Pero éramos de carne.
    Carne tierna y apetecible.

  13. Inés Z. López

    AUSENCIA

    Joel…
    Las letras de tu nombre juegan en mi boca incendiando mi garganta con un fuego interno que solo sucumbe en el agua de mi vientre. Y el deseo baja hasta lo profundo de la tierra, y vuelve a subir con sus llamas avivadas para quemarme por dentro, como un hierro candente.
    Vuelve, o mis cenizas acabarán esparcidas por toda la habitación.

  14. Para quitarle hierro al asunto y rebajar la tensión, el oficial de caballería fue generoso con el reparto del ‘agua de fuego’ entre los guerreros después de la firma del armisticio.
    Sobre media noche, las numerosas botellas vacías que alfombraban el poblado saltaban sobre el suelo cuando irrumpió el destacamento de jinetes uniformados espoleados por el toque de una corneta.

      1. A mí, como dice Amparo un poco más abajo, también me pueden las prisas. Aquí dejo el relato corregido, con título y todo. Perdonad el momdongo.

        PROMETEMOS QUE VIVIRÉIS EN PAZ

        El oficial de caballería ordenó repartir generosamente el ‘agua de fuego’ entre los guerreros después de la firma del armisticio. “Para rebajar la tensión y quitarle hierro al asunto”, les dijo, “como muestra de buena voluntad”.
        Sobre media noche, las numerosas botellas vacías que alfombraban el poblado empezaron a saltar cuando irrumpieron los jinetes uniformados espoleados por el toque de una corneta.

  15. TORRES MÁS ALTAS CAYERON

    Dice que de aquel fuego de juventud, ni rescoldos quedan. Me sermonea con frases ajadas, lacias (que si la vida es como el agua de esos ríos que van a dar en la mar…, que todo pasa y nada queda…, que el buen paño en el arca se vende). No se engañes, hermano. Su estrenada armadura, como mi vestido, vuela al viento. Una sotana no le convierte en un hombre de hierro.

    1. TORRES MÁS ALTAS CAYERON

      Dice que de aquel fuego de juventud, ni rescoldos quedan. Me sermonea con frases ajadas, lacias (que si la vida es como el agua de esos ríos que van a dar en la mar…, que todo pasa y nada queda…, que el buen paño en el arca se vende). No se engañe, hermano. Su estrenada armadura, como mi vestido, vuela al viento. Una sotana no le convierte en un hombre de hierro.

  16. Una pregunta, JAMS:
    Al lanzar el primer comentario he visto que sobraba una «s», lo he corregido en el segundo comentario.
    Como no se puede eliminar el primero (yo al menos no he sabido), mi pregunta es:
    ¿Cuenta como dos relatos o puedo enviar otro?
    (lo puedes eliminarlo tú, JAMS???)

    Perdona las molestias, es que soy una cagaprisas (lo sé) 🙁

  17. Paloma Casado

    El más tonto del pueblo

    Ramona era una mujer de fuego. A su paso, los hombres echaban mano del botijo para calmar con agua sus ardores. También era la madre de Andresín, el chaval más listo del pueblo. Resolvía mentalmente las operaciones matemáticas que le proponían y la madre, prostituta vocacional, comentaba con picardía: «el buen hierro se consigue mezclando muchos carbones».Y vaya si mezclaba.
    Los parroquianos, incluido el viejo maestro, deseaban en secreto encontrar algún rastro suyo en aquel niño prodigio. Cuando llegó la nueva profesora y comprobó que las cifras que recitaba Andresín eran pura invención y que en realidad, tenía un coeficiente intelectual muy bajo, todos le encontraron un cierto parecido con Toño, el tonto del pueblo.

  18. Esperanza Tirado Jiménez

    CONDENADO

    Quisiera volar, fluir como el agua que se agita bajo estas viejas maderas. Pero mis grandes expectativas disminuyen con cada golpe de remo. Estoy condenado. Una argolla de hierro en mis tobillos me obliga a seguir aspirando el aliento del infierno que sale las respiraciones de los que, como yo, remamos al rumbo que nos marca el látigo del capataz.
    Y, mientras remo, cargo con una cruz grabada a fuego en mis entrañas con su nombre.

  19. EN ESTE ESTABLECIMIENTO

    —Un whisky con agua —pidió la mujer mientras sacaba un cigarrillo de su pitillera. Era bonita. La chica, digo, no la pitillera. Sentada en aquel taburete de hierro cromado, parecía una actriz de cine: melena ondulada, sedosa —no llegué a tocarla, claro, pero parecía suave—; labios rojo pasión, pestañas larguísimas… Enseguida supe que me había enamorado.
    Seguí observándola de reojo. La muchacha, la diosa, volcaba ahora el contenido del bolso sobre la barra: kleenex, una caja de preservativos sabor naranja… Solícito, saqué mi mechero y le ofrecí fuego. Ella aspiró el humo, lentamente, y lo expulsó por la nariz.
    —¿Vosotros dos estáis tontos, o qué? —dijo con voz de vinagre el camarero—. ¡A fumar a la puta calle!

  20. MUTIS

    La tía Mariasun siempre tan callada, tan discreta. Tan prudente que, con tal de tener la fiesta en paz, quitaba siempre hierro a cualquier asunto. Nunca la oímos quejarse, ni protestar. Fíjate cómo sería que se pasó una semana entera sin gas porque al de las bombonas se le olvidó dejarle un lunes la suya, y estuvo la pobre mujer durante siete días a latas de mejillones y aseándose con agua fría.
    Así que a ninguno nos sorprendió que muriera calcinada en el incendio del entresuelo donde vivía. Dicen los vecinos que olieron a quemado y avisaron a los bomberos, y que en ningún momento la oyeron gritar ¡fuego, fuego! ni nada parecido. Una bendita era, la tía Mariasun.

  21. Paloma Casado

    AMÉN
    A hierro y a fuego eliminaron a los nativos del nuevo mundo. El agua de la lluvia que siguió a la matanza, bajaba en regatos hacia el río que luego llamaron Rojo. En esa tierra fertilizada levantaron un poblado alrededor de una iglesia. Todos los domingos en sus oraciones, pedían a Dios que les protegiese de sus enemigos.

  22. Laly Del Blanco Tejerina

    A FUEGO LENTO

    Me arrancaste en bruto de la soledad, con hierro en la mirada y un témpano en el pecho. Me hiciste maleable entre tus manos, que conocían el secreto: los metales y las almas solo se forjan en caliente.
    Desde entonces, me caldeas en la fragua de tus brazos y me trabajas a golpe de caricias mientras avivas el fuego lentamente. Me estiras, me tuerces y retuerces, me mojas, me moldeas a tu antojo y yo me entrego, enredada entre tus dedos.
    Después me envuelves, me pules, me cincelas con tus besos. No me quedan asperezas, soy de seda.
    El témpano ya es agua entre las llamas, que se derrama sobre ti, mientras se sueldan a fuego lento nuestros cuerpos.

  23. Barceló Martínez

    LA CITA
    Camina, al fondo su casa en llamas, el fuego lo consumirá todo, hasta la culpa. Se detiene para leer de nuevo la nota: «te espero a las doce en el puente de hierro, bajo la luz de las estrellas. No olvides ponerte unas gotas del agua de azahar que tanto me gusta». Guarda la nota en el bolsillo, junto a la pistola y el mechero, y acelera el paso.

  24. Barceló Martínez

    SAN JUAN
    Lanza al fuego su viejo reloj; salta la hoguera nueve veces; se desnuda por completo para entrar en el agua caminando de espaldas y, por último, se sumerge nueve veces seguidas mirando hacia luna.
    El lunes a las diez, en el Hospital Puerta de Hierro se realizará la prueba para comprobar si ha llevado a cabo el ritual correctamente.

  25. TENEBRISMO
    El pintor se aleja de su obra póstuma para ganar perspectiva. Los grilletes no parecen de hierro. Tienen ese contraste dorado de fuego multicolor. Una sirena vuela, borracha de libertad, sobre el agua embravecida. Cada espumarajo reverdece el claroscuro de la escena. Desde el ángulo superior izquierdo del óleo, un febril resplandor deforma el grito del galeote…. El pintor frunce el ceño y aprieta los dientes. Sin soltar el pincel, se arranca la alianza de su dedo corazón y la escupe dentro del bote de aguarrás. Con gesto brusco, ahoga el pincel dentro (haciendo tintinear el anillo). Luego lo saca, lo seca, firma el lienzo y, entonces, empuña la espátula.

  26. SAUNA INSANA

    Apoyado en la madera de la sauna, una laxitud y modorra fue invadiéndome, mis párpados se cerraban, me olvidé de mi mujer. Oí un ruido y entró una rubia con una toalla liada, que iba de las areolas a los trocánteres, rompí a sudar.
    Se sentó enfrente y enseguida vino hacia mí, se arrodilló en el escalón inferior e introdujo sus manos por debajo de mi toalla, me puso como una barra de hierro candente y llegué a notar una crepitación al contacto con su saliva. El fffiiiissssssssss me despertó, un tío desnudo echaba agua al fuego de la estufa.
    Se volvió, me sonrió goloso, sin dientes, me guiñó un ojo y se pasó la lengua por el labio superior.

  27. Suicidios SA
    —¿Para que quemen a lo bonzo, si es tan amable?
    —¿Deudas?
    —No. Mal de amores.
    —Entonces tendrá que subir a la cuarta planta. Departamento de despechos. Mostrador B.

    El hombre del bidón de gasolina en mano sube entonces hasta la cuarta planta esquivando a los que han optado por despeñarse por las escaleras.

    —¿Para arder como una falla valenciana, por favor? —insiste en el mostrador B de la cuarta planta.
    —¿Le dejaron por otro?
    —No. Matrimonio infeliz con hijos.
    —Lo siento. Aquí solo usamos fuego para abandonados por terceras personas. A los suicidas con crisis existenciales les facilitamos la grúa de hierro para colgarse en la azotea. Nuestras vistas al agua cristalina del mar hacen más llevadera la agonía.

    1. Un torpe por aquí: arriba me he comido un «me». Lo dejo aquí abajo corregido:

      Suicidios SA
      —¿Para que me quemen a lo bonzo, si es tan amable?
      —¿Deudas?
      —No. Mal de amores.
      —Entonces tendrá que subir a la cuarta planta. Departamento de despechos. Mostrador B.

      El hombre del bidón de gasolina en mano sube entonces hasta la cuarta planta esquivando a los que han optado por despeñarse por las escaleras.

      —¿Para arder como una falla valenciana, por favor? —insiste en el mostrador B de la cuarta planta.
      —¿Le dejaron por otro?
      —No. Matrimonio infeliz con hijos.
      —Lo siento. Aquí solo usamos fuego para abandonados por terceras personas. A los suicidas con crisis existenciales les facilitamos la grúa de hierro para colgarse en la azotea. Nuestras vistas al agua cristalina del mar hacen más llevadera la agonía.

  28. Jesús Garabato Rodríguez

    Por siempre
    Tras tantos años juntos, hendiste el hierro del rencor en lo profundo de mi vientre y de mi nombre. Y el fuego del agua de tus ojos apagó la sal que no quise derramar.

  29. Alberto

    ADICCIONES
    En el Hospital de las Fatales Adicciones puedes encontrar desde la típica hidro-adicta, que considera que beber 20 litros de agua diarios depura el alma, hasta el tragasables de toda la vida, enganchado al hierro. El día que cundió la alarma yo estaba atiborrándome de María. Pero no de la que pensáis, sino de la de carne y hueso. ¡Fuegoooo!, gritaba alguien. ¿Fuego? ¿Habrá ingresado algún pirómano? ¿O habremos sido nosotros con la fricción de nuestros cuerpos? Apresurado, corrí a abrir. Era Marcelo, el adicto a los cigarrillos. ¡Fuegoo!… por favor, suplicó. Saqué el mechero para encendérselo, y después María y yo nos miramos aturdidos. Debo dejar este sitio, me dije, regresando a la tarea.
    Algún día. Pero no hoy.

  30. Ángel Saiz Mora

    ADAPTACIÓN

    Había enviado su currículum a institutos y universidades, muchas páginas unidas por grapas de hierro, pero sólo recibió un jarro de agua fría como respuesta.
    Tras reconocer que sus estudios tenían difícil salida, aprendió el oficio paterno antes de que el fuego de la necesidad le consumiese.
    Mientras trabajaba, sus disertaciones sobre ética y juego limpio en el fútbol, o la idea maquiavélica de vencer a cualquier precio, ganaron adeptos. Se corrió la voz en el barrio. Un sabio que dominaba dialéctica y oratoria tenía respuestas sobre el sentido de la vida.
    El padre, que nunca imaginó clientela tan numerosa, permitió que su hijo cambiase el rótulo del negocio por otro más apropiado:
    “Peluquería Escuela de Atenas. Filosofía aplicada”.

  31. María José Viz Blanco

    FANTASÍAS

    En sus fantasías de niña solitaria imaginaba que el hierro podría apagar el agua encendida por el fuego. ¿Por qué no? Su enclaustramiento le permitía transformarse en animal de mil pies y ochenta manos, en veleta que el viento arranca y transporta al infinito. Pero cuando Él entra en su cuarto, se da de bruces con una realidad que quisiera encender con el hierro y apagar con el fuego mojado.

  32. Jesús Garabato Rodríguez

    Influjo

    Le llevaba la cena a su padre. De camino, vio a la luna y a la más hermosa de las chicas reflejadas en el agua de la charca. Por la otra orilla, parecían dirigirse, también, al taller de forja. Las siguió, sigiloso y enamorado, hasta el portalón y pudo ver, a través del ventanuco, como la muchacha hablaba con su padre, mientras este atendía el fuego. Intuyó en su mirada un destello de algo que no reconoció. Sin poder reaccionar, vio como su padre ensartaba, enardecido, el hierro que estaba moldeando en el pecho de la chica. Antes de caerse muerto, pudo vislumbrar, entre las fauces ensangrentadas de aquel monstruo, su propio corazón y, en el suelo, la luna rota.

  33. La Marca Amarilla

    EL TIEMPO CALCINADO

    El agua bendita mató a la fiera, pero no evitó el siniestro. Un fuego atroz había arrasado la casa; su techo hundido, las negras paredes y las vigas de hierro retorcidas, le daban apariencia de un esqueleto maligno y oscuro que echaba humo.
    Entre los escombros no hallaron rastro de Bartolomé, el dueño de la casa, pero sí de su difunto padre, vivo y desconcertado, con insólito aspecto jovial…
    Antes de que le atendieran recogió un reloj fulminado por las llamas. Dijo que su mujer se lo había regalado ayer al anunciarle que sería padre, y preguntó por ella. En cambio no se interesó por Bartolomé. “¿Bartolomé? Es el nombre que pondremos al niño, pero aún no ha nacido” dijo.

  34. Ángel Saiz Mora

    CINCO MIENTRAS Y DOS ARDORES

    La butaca del salón comenzó a chamuscarse mientras los dos estábamos demasiado ocupados para percibirlo. Ella había aparecido desnuda en el umbral de la puerta. Soltar el cigarrillo sin precaución e ir a su encuentro fue algo inevitable.
    Mientras me despojaba de la ropa, ya en el dormitorio, el fuego se extendía por los muebles.
    Mientras estábamos en la cama, atentos solo a nuestra propia combustión, el suelo de madera comenzó a consumirse. Las llamas casi lamían las patas de hierro del somier, inmerso en un movimiento frenético.
    Quedamos agotados. El humo, mientras tanto, acabó de sumirnos en la inconsciencia.
    Mientras los bomberos arrojaban agua y espuma para intentar mitigar el infierno, nosotros llegamos al séptimo cielo.

  35. Ezequiel

    Piedra, papel y tijera

    Terminado el trabajo, Neptuno y Vulcano y Marte tomaban unos vasos de vino y jugaban al cachipún en una taberna cercana, para celebrar la entrega de las armas que éste último les había encargado que hicieran con hierro obtenido en las más profundas simas.
    En una primera ronda los dedos cerrados hacia debajo apagaron el fuego representado con la mano abierta de Vulcano, que quedó eliminado. En la siguiente partida Neptuno vio como el puño derramaba su agua y Marte ganaba la partida, y elevando al cielo su invencible pilum recién forjado, comenzaba la tercera guerra mundial.

  36. Inés Z. López

    FLOTAR

    -Érase una vez una niña pervertida por las manos del destino. Ahogada en un mar de emociones.
    -¿Temía al agua?
    -Temía consumirse en las llamas del desprecio.
    -¿Quién era ese fuego?
    -Una garganta de hierro.
    -¿Y qué hizo la niña?
    -Hacerle entender que no hacía falta que la quisiera; pero sí que no le hiciera daño.

  37. María José Viz Blanco

    RENCOR
    “Quien a hierro mata, a hierro muere”. Esto pensaba Anselmo en el furgón que le llevaba a la cárcel de alta seguridad. Sentía el pecho quemándole, por el fuego del odio visceral que sentía por su víctima. Decidió pedir al guarda una botella de agua, pero la bebió con asco. “¡Cómo echo de menos un buen trago de vodka ruso!” Sabía que, en la cárcel, todo iba a cambiar; todo, salvo su sed de venganza…

  38. Sístole y diástole
    Cada vez que le subía la tensión al abuelo, los electrodomésticos de casa se averiaban, explotaban o les brotaban juguetonas llamas de fuego. Durante esos días, mientras papá imploraba misericordia a la compañía de seguros, el yayo, medio mareado, era capaz de calentarnos el agua con solo señalarla, fundir hierro y hacernos una radiografía con la mirada, y hasta reanimar con las palmas de las manos al pollo que mamá desplumaba para preparar caldo. Recuerdo que la última vez que le atacó la hipertensión me llevaba de la mano al parque. Aquella tarde del abuelo solo quedaron cenizas y, desde entonces, cuando se va la luz, mis padres me meten una bombilla en la boca y me usan de lámpara.

  39. Peybol

    FURIA
    Todo comenzó cuando Agua se enamoró de Hierro.
    Hierro se aprovechó zambulléndose continuamente en Agua, para salir chorreando y satisfecho.
    Pero a Fuego le gustaba Hierro.
    Rezumaba celos.
    Lo abrasaba, volviéndolo rojo incandescente, en cuanto salía de Agua.
    Hierro regresaba inmediatamente a Agua.
    Fuego, desesperado, lanzaba llamas a Agua, quien se partía de risa retozando con Hierro.
    Fuego se enfadó. Mucho.
    Hizo al mundo escupir lava.
    Agua respondió con gigantescas olas y diluvios para apagarlos.
    Hierro se cansó de la pelea y se hundió en las entrañas de la Tierra, donde decidió descansar libre de pasiones por el resto de los tiempos. Mientras tanto, en la superficie, se desató la mayor furia jamás imaginada.

  40. QUIEN A HIERRO MATA

    Tomó el hierro candente por el extremo, con el guante, como había visto hacer a los herreros. Aún sentía el dolor en su reseca piel. El lacerante dolor mezclado con el olor a piel quemada. Oía sus pasos aproximándose, y podía verse a sí misma bajo el agua, tratando inútilmente de lavarse. Como a las reses, la había marcado con su nombre. Fuego en la piel y fuego en las entrañas. No le dio tiempo a sorprenderse; pero sí a oír, mientras el hierro ardiente le atravesaba: “¡A hierro, muere, a costa de mi alma!”

  41. LA FRAGUA

    Forjar el hierro es un proceso que requiere paciencia. Paciencia y tiempo para dar forma al metal en caliente. Siempre caliente, como se hacen las cosas de verdad. Bajo el fuego lento de la sangre, que por algo no van las venas llenas de agua. Cuando los vio juntos, supo que era cuestión de trabajar el hierro, de hacerlos caer en su trampa y delatarlos, como únicos culpables del incendio. No le tembló el pulso: traición, con traición se paga.

  42. POR FIN LA MOTO SE HA PUESTO EN MARCHA
    Juan y Luis se lamentan, frente al fuego, de su mala suerte; han cerrado la mina y la fundición, en unas semanas se han quedado sin trabajo, sin esposas y sin hogar; sólo poseen una vieja moto, que es más un hierro viejo que un vehículo, y una maleta en la que han amontonado la ropa de los dos. Tienen agua para beber y una nueva vida por empezar.
    Juan machaca entre dos piedras un tenedor y una cuchara de postre dándoles la forma de pulseras abiertas, le pone una a Luis, la otra para él y le dice:»¿Qué te parece si empezamos nuestra história de amor?».

  43. Pregunta a Jams, como jurado, para que no haya problemas: Si yo pongo «sartenes-escudos» para indicar que tomanos las sartenes como escudos, se considera una o dos palabras a efecto del concurso, pues el contador de Word me lo da por una. Yo quiero poner sarten-escudo en el texto.

  44. EL MEJOR COCIDO
    Volvemos del cementerio recordando al abuelo, la abuela va directa a la cocina, enciende el fuego, pone agua en la olla de hierro fundido y echa los garbanzos y lo que ella llama «la compañía», el aroma se hace intenso mientras ponemos la mesa y ella trae la sopera y reparte. Huele a gloria. Luego bendice la mesa, pero no como siempre, nos mira y dice: «Por vuestro abuelo, ese egoista, vago,calzonazos, comodón, borrachín y fumador que, por fin, me ha dejado tranquila». Nos quedamos con la boca abierta y la cuchara a medio camino, luego paladeamos el mejor plato de su cocina.

  45. VICISITUDES

    Cuando él persiste con sus ardientes caricias sobre mi cuerpo, acabo sudando fuego y no puedo sofocarme el calor hasta el anochecer. Los días que eso ocurre, deseo impaciente que ella llegue cuanto antes. Que me recorra palmo a palmo, lamiendo con su refrescante y multiforme lengua cada uno de mis poros. Sólo ella consigue el alivio esperado en mi rígida figura. Mi sino es vivir a la intemperie, entre tórridos abrazos de sol y calmantes besos de agua de lluvia. ¿A qué más puede aspirar una estatua de hierro?

  46. Ana Fúster

    JUSTO
    Cuando el agua convirtió las calles en ríos no nos sorprendimos: el hombre del tiempo había anunciado inundaciones.
    Pero nada, ni siquiera sus acertados pronósticos, habría podido prepararnos para lo que vino después: el granizo mezclado con fuego, el eclipse que devoró la luz, las nubes sulfúreas que vomitaron torrentes de lluvia ácida.
    Anoche todos vimos en nuestros televisores cómo al hombre del tiempo se le despeñaba una lágrima en HD desde el mentón. Luego boqueó como un pez, pero no pudo articular palabra.
    Hoy, mientras el ángel nos iba separando en dos grupos con su espada de hierro candente, oí decir que el hombre del tiempo avanzaba cabizbajo en la otra fila, la de los justos.

  47. CICLO DE DOMINACIÓN

    La otra noche quise preparar sushi para cenar y al darme cuenta que no me quedaba wasabi, decidí acercarme a la tienda de comestibles “De todo un poco” abierta hasta muy tarde. Como su nombre indica en ella encuentras de todo, desde una cesta de hierro forjado para el pan hasta una aguja de coser con hilo y dedal. El tendero Chen Lin es un ser peculiar, a la vez que te atiende comenta el horóscopo chino del día. De esa manera supe que mi elemento era fuego y que no combina nada bien con el elemento agua, mi novio. Cuando regresé a casa miré raro a mi prometido recordando las palabras del chino “el agua apaga el fuego”.

  48. Alberto Benito

    VIZCAÍNO EN CADES

    Unai, natural de Muskiz, contaba los días para que el verano lo devolviera a su comarca vizcaína.
    Con esfuerzo y preparación logró establecerse como maestro ferrón a orillas del Nansa, cuya agua agitaba el mazo de la Ferrería que le hacía subsistir y enloquecer, a partes iguales.
    Allí vio a muchos ferrones perder la salud física y mental de manera irreversible, ante las condiciones indecentes de trabajo.
    El mismo día que enterraron a Josuco, la última víctima del destajo, una llamarada de fuego salió del almacén. Vieron al primo del difunto, antorcha en mano, huyendo escaleras arriba y atrancando la puerta a su salida.
    Hoy día, Muskiz honra la memoria de Unai «el cántabro» con una placa en su Ayuntamiento.

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