Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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36. «La fierecilla domada»

Mi animalillo camina siempre a mi lado.
Si me descuido, me pega un mordisco que me hace ver las estrellas. Soy descuidada.
Mi animalillo es como un oso furioso, un monstruo enorme que me persigue sin tregua donde yo vaya.
Cuando le miro, el pánico me paraliza.
Si intento darle esquinazo, su presencia se hace evidente.
Sigo escapando.
Me doy cuenta de que, por mucho que corra, por mucho que pretenda huir, camina siempre a mi lado.
He aprendido a observarle, así parece manso, casi humano representando la vida como un actor en un club. A veces le salen ramas donde debiera tener alas, es el paso previo a su metamorfosis.
El último día, yo estaba agazapada en una cabina de teléfono y, para disimular, me concentré en el cantar de un pajarillo. Esa vez no me vio.
Mi animalillo se da cuenta de que le reconozco y que, si controlo mi mente, pierde fuerza. Cada vez está más débil y yo soy más fuerte.

Mi animalillo se está yendo y yo me preocupo por él. Me despido con gratitud. ¿Dónde irá ahora si yo he elegido no alimentarle?
Pobre, sólo era una fierecilla sin domar.

16 Responses

  1. Ton Pedraz

    Menudo peligro ese «animalillo» suelto por ahí. Habrá que tener cuidado de que no se apodere de uno.

    Mucha suerte Isabel.

    1. Isabel

      Muchas gracias Ton, según mi cuentito, cada uno somos responsables de una fierecilla propia a la que no debemos dar demasiado poder. Como tu dices hay que tener cuidado de que no se apodere de uno.

  2. Beto Monte Ros

    Una historia muy bien contada, ágil. A pesar de que habla de un monstruo, es un relato muy bonito. Identifico a ese animalillo con el miedo, una vez domado no le queda otra opción que desaparecer. Muy bueno, me ha gustado.
    Saludos.

  3. Isabel

    Hola Beto, nuestro animalillo interno tiene muchas flaquezas, una de ellas, como muy bien indicas, es el miedo. De nosotros depende alimentarle y que se convierta en un oso furioso o domarle.
    Muchas gracias!

  4. Ángel Saiz Mora

    Esos monstruos interiores, muy nuestros, que nosotros mismos alimentamos, que para domarles sólo requieren que dejemos de hacerlo. Son algo muy nuestro, pero estamos mejor sin ellos, así que nada de cogerles cariño ni preocuparse por ellos. Ya se buscarán la vida y volverán a anidar allá donde vean debilidad.
    Suerte, Isabel. Un saludo

    1. Isabel

      Me haces pensar Ángel en el porqué me ha salido ese trato hacia el animalillo interior. Supongo que está formado de todas las debilidades humanas, y todas se alimentan de algo que respiramos desde que nacemos: el miedo. Para mirar nuestras flaquezas prefiero hacerlo desde el cariño y aceptación, porque seguro que si lo hago desde la rabia o el enfado sigo alimentando al oso salvaje.
      Muchas gracias por tu comentario.

  5. Mª Belén Mateos

    Todos tenemos ese animalillo interior que se va apoderando de nuestro cuerpo y nuestra mente. Hay que tenerlo controlado y volverlo débil ante nuestra fortaleza. Domarlo como bien dice tu título.
    Un beso, suerte.

    1. Isabel

      Muchas gracias María Belén. Tienes mucha razón. Necesitamos esa fortaleza para agarrar bien el timón, pero navegar con dulzura sobre estas aguas.
      Besos

  6. Reve Llyn

    Me gusta mucho tu cuento. Esa visión tan cariñosa del animalillo que cada uno de nosotros lleva dentro y que nos hace pasar la vida intentando domesticar.
    Suerte.

  7. salvador esteve

    isabel, el monstruo se nutre de nuestros ancestros, aquellos que vivían en el miedo y tenían que ser animales para poder sobrevivir. La evolución ha apaciguado a la fiera, pero, como tu estupendo relato nos dice, esta siempre sigue ahí. Abrazos.

    1. Isabel

      Me imagino la vida como la de un árbol que se alimenta a través de su entramado de raíces y a trravés de ellas nutre a sus vástagos.
      Debemos estar agradecidos a todas las generaciones anteriores de quien somos y al tiempo tenemos la responsabilidad de metamorfosear todos sus monstruos para que nuestros renuevos crezcan sanos.
      Yo que no conocí abuela y apenas abuelo venero la estela que ellos dejaron.
      Muchísimas gracias por tu comentario porque es muy apropiado.
      Besos

  8. Nos has descrito muy bien y sin decirlo a uno de los monstruos que siempre suelen aparecer en cualquier vida con cualquier excusa, y que muchas veces como bien dices, realmente muerde y hace daño. Me ha gustado y en mi caso le he encontrado mucha reminiscencia al cuento puro en la manera que me ha salido leerlo. Mucha suerte 🙂

    1. Isabel

      Me ha gustado mucho ese símil con el cuento puro. Es una versión cortita de un sueño que tuve, empezó como pesadilla de persecución (el oso era enorme y tan real…) pero terminó bien. Me salió ese aire desenfadado al contarlo.
      Muchas gracias por leerlo y comentarlo.
      Besos

  9. Isabel

    Hola Juan:
    Bueno, pedagogía me parece mucho decir. Cada uno tenemos algo que expresar, una especie de parte de la Verdad que hay que descubrir, respuesta a preguntas internas, reflexiones… Cuando se plantea un tema sobre el que escribir me dispongo -o lo intento- libre de ideas a escuchar lo que dice el silencio. Y en el no ruido, sobre todo mental, encuentro lo que busco. Mi corazón me guía. Mi intención encontrar la simplicidad de la Vida, confío en la bondad de lo que existe y es lo que deseo contar.
    Creo que las musas me favorecen (sonrío) de la manera perfecta en que han de hacerlo.
    El Padre Oso, te manda también una sonrisa y sus mejores deseos (el otro día me preguntó por ti).
    Y tu, un caballero!
    Besos

  10. Virtudes Torres

    Bien por la protagonista. Al fin consiguió dominar a ese monstruo. Aunque al final le había cogido cariño.
    Un beso y mucha suerte.

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