Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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24. LA MALA VENTURA (Belén Mateos)

 

Todas las noches Alverio se acercaba a la cantina a jugar su partida de cartas. Desde que su mujer falleció no faltó ni un solo día a la cita. Siempre con la misma rutina; un chato de vino, una faria y que no faltase la baraja.

Solía apostar al oro y siempre le salía la sota. Le echaba la culpa a su cuñada que, por el tema de los bienes gananciales, le estaba volviendo loco.

Apuraba la copa hasta la última gota y repetía la jugada una y otra vez hasta que sentía la espada de su cuñado en la espalda y, cara a la pared, se atragantaba con una tos ronca y yerma.

Los vecinos apostaban diez a uno en su contra. Eran aquellos que en vida de Adelina le cantaban las cuarenta y él las veinte se los bebía en vino.

 

Jugador empedernido y compulsivo, quiso jugar su último juego al azar con una pitonisa para preguntar por su futuro, el presente doliente y el pasado ya desaparecido.

La carta de la muerte siempre se mostraba.

Vencido por su irrefrenable adicción, arriesgó su vida. Todo a una baza.

 

A las siete y media exhaló su último aliento.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Tu protagonista es de esas personas marcadas por el infortunio, las que en el reparto de cartas siempre le tocan las peores, las más difíciles, tanto en los naipes, como en el tarot, como en la propia vida. Sin embargo, para ser justos, él tampoco ponía mucho de su parte con la bebida. Las cartas puede que solo corroborasen el mal camino que llevaba, final inevitable incluido.
    Un abrazo y suerte, Belén

  2. Hola, Belén. Da pena la suerte de Alverio, tu protagonista, que a las malas cartas que le han tocado en la vida – la muerte de su señora incluida – él no hace sino empeorarlas recurriendo aún más que antes a la bebida… Ante la mala ventura, suelen suceder dos cosas: o se la usa como trampolín para resurgir y revertir la situación, o se convierte en la piedra que termina de hundir a la persona, y lo segundo, lamentablemente, termina sucediendo con Alverio; todo ese lenguaje de azar y de juego de cartas puntúa más que bien su situación…

    Como siempre, un placer leerte.

    Cariños,
    Mariángeles

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