72. LA METAMORFOSIS
Despacio, como todas las demás noches (salvo el lunes, claro), inició su ritual. Cerró los ojos y no pensó en nada por un par de segundos. Puso su música: Summertime como siempre; aunque no fuese verano ni hiciera calor. Después, abrió metódicamente el estuche que estaba sobre la mesa oscura. Cogió el tubo alargado que sobresalía y echó un poco de maquillaje sobre la mano. Lo extendió suavemente por toda la cara, acariciando las mejillas, las sienes, sus arrugas… Se tomó su tiempo para disimular las ojeras y esas pequeñas rojeces junto a la nariz. Se pintó los ojos y empezó a dejar de ser ella misma. Cuando acabó, comprobó el resultado. Gesticuló, hizo muecas, se puso bizca… Sus músculos estaban preparados; como los de un tigre a punto de saltar sobre su presa. Sólo faltaba el último paso: dobló su alma en cuatro partes y la escondió, bien plegada, en una esquinita de su corazón. Ahora sí que estaba lista. Dejó el camerino, caminando despacio. Escuchó su nombre y después los aplausos. Salió al escenario y, como todas las demás noches salvo el lunes, se comió al público para cenar.
Isabel, que buena historia. En la vida le ocurrirá algo parecido a esta gran actriz. Suerte y saludos
«Dobló su alma en cuatro partes y la escondió, bien plegada, en una esquinita de su corazón». Genial, sin más. Una historia sencilla, contada de forma efectiva y con una dosis de lirismo. Me gusta. Espero que tengas suerte.
Abrazo.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios! Es la primera vez que vuelvo a escribir desde hace mucho tiempo y os lo agradezco muchísimo. Un abrazo!
Isaaaaa. Eres tú??? ay madre… que muero de la emoción
Sí 😉 mil besos, bonita