71. La oferta de Fly
Vino al mercado a buscar trabajo y ahí se quedó, frente a la marisquería, semidesnudo y con el cuerpo lleno de moscas.
—¿Quién es usted? ¿Qué quiere con ese aspecto? Me va a espantar a los clientes —preguntó el empleado del puesto.
—Todos me llaman Fly, era mi mote en el colegio. Tengo una foto antigua rodeado por una nube negra, la uso para mi perfil en facebook y será el logotipo de la empresa que quiero fundar: El Rey de las Moscas. Vengo a ofrecerme para ayudarle, al igual que socorrí a algunas pescaderías y les quité esas moscas que dan aspecto de abandono y suciedad, como le pasa en su negocio.
—¡Déjese de monsergas! ¿de qué quiere trabajar con esa pinta?
—Está claro, de matamoscas.
—¿De matamoscas? Si cientos de ellas revolotean alrededor suya, parece que lo quieren.
—Pues por eso, me acerco a donde molestan, se me pegan —es mi don—, y solo tengo que matarlas o soltarlas en la competencia ¿Qué me dice?
—Qué se vaya y me deje.
Y se fue otro puesto, que hoy reluce sin insectos, mientras la marisquería se hunde y el dueño discute con un desconocido rodeado de cucarachas.
A eso se le llama hacer de la necesidad virtud. En lugar de amilanarse con la desgracia, indudable, de que unos insectos indeseados queden adheridos a tu protagonista, factor que condiciona y empeora su vida, él utiliza esta maldición que le viene de serie para convertirla en un don que puede solucionar problemas, una especie de superpoder, hasta convertirse en medio de vida, cuando le recompensen por sus servicios.
Muy imaginativo este relato sobre este «primo lejano» de flautista de Hamelín solo que sin flauta, capaz de atraer (y traficar) con el don de atraer bichos tan cotidianos como indeseados
Un abrazo y suerte, Ezequiel
Gracias Ángel.
Sacarle partido a un defecto es u mm a heroicidad.
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