72. La palabra y la escritura, sus mejores armas (Rosy Val)
Tiene prisa por dormirse, mañana es domingo y el mercadillo abrirá sus puertas.
Llegará de las primeras, aunque tendrá que esperar a que sus compañeros le ayuden con la pesada tabla de madera que después cubrirá con un mantel de croché de lino, herencia de su abuela. Sobre ella las irá colocando mientras las nombra…
«Rosalía, Gertrudis, Concepción, Margarita…»
Un hombre le preguntará curioso:
«¿Cuánto cuesta ésta?».
La tomará en sus brazos. Le estirará el vestido. Acariciará su carita. Le atusará el cabello y entre los pliegues de su cara una mueca de desacuerdo…
«Lo siento, no puede llevarse a María… la necesitamos para denunciar las limitaciones que para nosotras representan la moral y los usos sociales. ¡Es nuestra mayor defensora en el Siglo de Oro!».
El hombre, perplejo, preguntará de nuevo, pero el vendedor vecino le susurrará que las observe cuanto quiera, mas no se interese por ellas.
Protestará cuando el mercadillo cierre sus tiendas —siempre le sabe a poco—.
Con mimo, las meterá otra vez en la vieja furgoneta y de una en una las irá nombrando…
«Rosario, Colombine, Emilia, Clara… tranquilas, que el próximo domingo volvemos, ¡es el 1 de octubre! y os pondré los vestidos nuevos»
La palabra y la escritura son las mejores armas del muy mal llamado «sexo débil», que a lo largo de la historia ha tenido que demostrar con mujeres luchadoras, tristemente excepciones en un mundo de varones, que merecen un trato y atención al menos igual que sus compañeros de especie. Confieso que no he consultado en Google los nombres de todas las autoras representadas en esas muñecas, pero sí algunos significativos, como esa María de la que se ofrece la pista del Siglo de Oro, que supongo ha de ser la escritora María de Zayas. A partir de ahí, no quisiera equivocarme, pero también podría aparecer Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Gertrude Stein y Colombine, seudónimo de Carmen de Burgos, y el último de los nombres: Clara Campoamor, luchadora por el voto de la mujer, lo que nos lleva a ese 1 de octubre de 1931, en que se concede por primera vez en España por el Gobierno republicano.
Un relato de homenaje y justicia de una escritora simpática y sanamente inquieta hacia unas personas dignas de admiración y reconocimiento.
Un abrazo fuerte, Rosy. Suerte
Hola, Ángel, pequeño homenaje, en este escrito no había cabida para nombrar a tantas y tantas mujeres, que de una manera u otra, están posibilitando que hoy nosotras podamos «decir» lo que sentimos y pensamos, con más o menos gloria, el caso es poder. Tiene gracia que escribir, alguna vez, tuvo que hacerse con el consentimiento de un padre o de un marido, con nombres de hombre y casos también, que los firmaran ellos como si fueran suyos… En fin, una injusticia más hacia nosotras que somos más majas que las pesetas 😉
Excepto con Gertrudis Gomez de Avellaneda -esta vez he querido barrer pa casa-, todas las demás, ¡bingo!
Un abrazo enorme y mil gracias por leerme.
Hola, mi gran Rosy.
Lo primero, enhorabuena por ser finalista en Wonderland. Y ahora Al texto de esta tanda. Un texto-homenaje el tuyo y, para mí, con aires reivindicativos todavía. me hace gracia, y me impacta positivamente, que tamañas mujeres muñecas sean exhibidas en un mercadillo: es una destacable paradoja. ¿Gertrudis Gómez de Avellaneda? Da igual. También tendría cabida. Por fortuna han existido, y haberlas haylas, mujeres tan magníficas como tú, que las vuelves más descomunales a esas otras, tan significativas todavía. Las frases fluyen y la tensión narrativa desemboca en un final antológico, memorable. Un conjunto que me deja un formidable paladar. Un beso muy fuerte.
Hola, Eduardo, queda aún mucho por reivindicar, lo que no se entiende es que todavía tengamos que demostrar… que somos iguales, pero afortunadamente diferentes.
Y sí, en efecto me refería a esa Gertrudis, mujer luchadora donde las haya.
Gracias por tus palabras, por ese final, que confieso me ha «ruboriencantado».
Un beso grande.
Aunque a algunas de esas grandes mujeres representadas en tu relato he llegado a intuirlas, yo sí que he tenido que ayudarme de Google, síntoma de que no tienen el reconocimiento que merecen (o de mi escaso bagaje cultural, o de las dos cosas). Pero de algo tiene que servir vivir en estos tiempos ¿modernos? a la hora de conseguir información con facilidad y rapidez. Gracias por recordarlas con cariño y animarnos a conocerlas un poco mejor. Saludos y suerte, Rosy.
Jesús, es verdad que lo tenemos fácil ahora para estar informados, el primo google, que es muy listo.
Muchas gracias por tu lectura.
Un abrazo.
Qué buen homenaje Rosy, me ha encantado tu relato. Además de original, nombras a un sin fin de escritoras que merecieron mucho más de lo que han sido reconocidas. Felicidades.
Besicos muchos.
Nani, nunca es tarde para corregir entuertos… aunque no veas el alegrón que se llevarían si pudieran ver que su esfuerzo sí mereció la pena…
Un beso enorme, preciosa.
¡Gracias!
Damas de armas tomar, no les hemos agradecido nunca lo que han hecho por el avance de la literatura y la sociedad. Me gusta mucho la vuelta de tuerca tan inteligente que le has dado a tu relato, Rosy. Has convertido a las escritoras en personajes. Es muy original y muy emotivo. Besos grandes y mucha suerte.
Para eso estamos nosotras Belén, para no olvidarnos nunca que gracias a ellas «El jefe» nos deje participar en este blog… jajaja
Un besote grande. Suerte también para ti con tu Lo li ta.
Qué idea tan bonita has tenido Rosy! Convertir en muñecas a esos talentos para sacarlas al mundo.Me las imagino con su vestido de los domingos…?
Acabas de cargarte a las frívolas
Nancy y Barby.
Me encanta tu relato. Mucha ternura y sobre todo, ingenio.
Abrazo Rosy.
La Nancy tiene un pase, pero la Barby… ¡Puajjj!
Muchas gracias preciosa por tu precioso comentario.
Qué ganas de volver a verte….
Un besote de los grandes.
Además de todo lo que ya te han dicho, añado que hay cosas que no se venden porque no tienen precio.
Formidable homenaje, Rosy.
Un cálido abrazo
Esta señora volverá cada domingo, pero sus compañeros lo saben, ¡ellas no están a la venta!
Gracias, querida pucelana.
¡Un beso enorme!
Es el suyo un relato muy feminista. Es muy encomiable la intención, tanto de usted como la del personaje, que al exponer a estas mujeres (representadas en las muñecas) busca que sus nombres no se pierdan en el tiempo. Me encanta la ambientación del mercadillo, el cual interpreto como una metáfora de la sociedad donde todo se vende, menos ellas. Muy bueno, Rosy.
Saludos.
Estimado Beto, qué bien me lees… aunque te mereces un tirón de orejas, ¡te haces desear demasiado!
Un abrazo y ¡gracias!
Rosy, precioso pequeño homenaje a tan buenas escritoras.
Un abrazo
Blanca, me encanta tu visita.
Gracias y un SUPER abrazo.
Me gusata tu relato. Me parece un merecido homenaje al talento de esas mujeres cuyo rastro fue borrado de la historia. Lo has contado con originalidad y las has devuelto visibilidad. ¡Bien hecho! Un beso.
La mayoría de los homenajes sin son póstumos no sirven para nada… pero una cosa es segura, yo me lo he pasado ¡pipa! escribiéndolo.
Un besote y gracias por tus animosas palabras.
Rosy, un cuento tierno donde los haya, dice más de lo que cuenta. Suerte y saludos
En efecto, Calamanda, habría que decir muchas más cosas de estas mujeres, pero ni tiempo ni sitio tengo.
Gracias por tu visita.
Un abrazo.
Rosy, este micro es de nota.
Me ha encantado por lo reivindicativo, por la historia tan bonita que guarda ese mercadillo, porque todas son chicas.
Felicidades, mi querida Rosy, ¿quieres salir conmigo? Me encanta,
Un besazo y otro y otro…
¡¡¡Pues claro que síiii quiero!!!, pensé que nunca me lo pedirías.
Gracias, Towanda, es una gozada tenerte en mi mercadillo y compartir contigo mis muñecas.
Un larguísimo abrazo.
Desde hoy, somos pareja. ¡A mis brazos, tiarrona, y vigila tu honra!
Maravilloso homenaje a tantas escritoras olvidadas y arrinconadas. Un texto precioso y una imagen muy sugerente: la de las muñecas expuestas, buscando despertar el interés del curioso, pero no en venta pues son demasiado valiosas.
Un abrazo, Rosy
¡Qué lindo! Me encanta Rosy. Felicidades!
Una idea genial la de reivindicar a estas grandes mujeres cuya labor intelectual no ha sido justamente reconocida. Igualmente genial la idea de representarlas mediante esas muñecas que no tienen precio. ¡Enhorabuena, Rosy! Suerte, que de verdad la mereces. Abrazos.