27. La soledad del solista.
Estaba en el centro del escenario, mirando al patio de butacas. El silencio era absoluto, absorbente, y trasmitía una paz que, junto a la tenue iluminación del teatro le hacían sentirse incorpóreo, como si flotara en un espacio inexistente.
Sin más preámbulos, respiró profundamente y acometió con decisión las primeras notas del que, años atrás, fue su gran éxito, la versión para piano de “My Way”. de Frank Sinatra.
De pronto, un ruido en la puerta de la sala lo alarmó e hizo que dejara de tocar. El próximo concierto empezaba a las ocho y en poco tiempo llegarían los músicos. Se levantó, miró el cubo que tenía entre las piernas, y retomó su realidad para que el escenario estuviera preparado para el ensayo.
Tu solista puede tener la seguridad de que nos ha tenido embelesados con su interpretación.
Un gran aplauso.
Gracias, Margarita.
Seguro que con esas notas disfrutó tanto como en su mejor concierto. Aunque la vuelta a la realidad sea muy dura siempre es bueno disfrutar del momento.
Triste historia de ilusiones truncadas. Los perdedores siempre nos emocionan.
Por muy mal que vayan las cosas, siempre tendrán su vía de escape, un momento para saborear el recuerdo de un momento de felicidad.
Soñar, aunque sea un momento, nos viene bien a todos
Abrazos, Ezequiel.
Nadie le podrá robar su sueño.
Gracias, Inés.
Nada más solitario que la frustración, un camino deseado y nunca conseguido. No todos pueden vivir de sus sueños, algunos deben abandonarlos y subsistir como mejor puedan.
Un saludo y suerte
Solitaria es la frustración y solitario es el desahogo. Nuestro pianista comía del cubo y la fregona y vivía del sueño y las notas del piano.
Gracias por tu comentario.
Es bueno soñar, es sano. Y, a veces, los sueños se cumplen…
Un saludo y mucha suerte.
Los sueños, como bien dices, a veces se cumplen y, si son recuerdos, se engrandecen. Nadie puede pisotearlos.
Gracias por tu comentario.
Soñar con un aplauso, incluso cuando eres un desconocido, la adrenalina que da la platea que está fija en ti, aún siendo un ignoto te miran y sabes que muchos quisieran estar allí. Cuando bajas te engulle la realidad y sólo queda ese sueño. Me recordaste tiempos de escenario como un simple músico del montón.
Gracias. Un abrazo y suerte.
La palmadita en la espalda, las buenas palabras, el aplauso y cualquier otra manifestación de reconocimiento, son un ejercicio tan necesario como olvidado.
Gracias por tu planteamiento.
Si alguna vez, tu protagonista tuvo un gran éxito, quiere decir que aunque ya no esté disfrutando de la fama, tiene la música en el centro de su ser. Eso lo hace una persona feliz y envidiable, aunque le quede la añoranza de lo vivido… Muy buen texto. Felicidades!
Recrear el pasado es revivir un momento irrepetible. La añoranza es un bien preciado, para lo bueno y lo malo. En esta historia, el protagonista parece vivir, o revivir, el concierto con una intensidad que nos hace cómplices de su vivencia.
Gracias por tu comentario, María.
Ezequiel, voy a soñar e imaginar que en otra ocasión la escucharan y eso dara un gran giro a su vida. Suerte y saludos
Soñar es bueno, participar en los sueños de otros, también.
Un sueño que logra hacerlo realidad cada noche. Los espectadores las butacas, la voz la suya y la música en su mente. Todo un conjunto para su propio deleite.
Me gusta como has dado ese giro final.
Un abrazo Ezequiel
Gracias, Belén.
Quizás el sueño sea tan real, que se atreva a soltar el cubo y destapar el piano. Hasta puede que vuelva a oír aplausos.
Un gran título que ya dice mucho. Me ha recordado una película que vi en mi infancia, de salto generacional amplio. Café de Chinitas, de Antonio Molina. Allí no había piano, pero sí se habla de lo que mucho que hay entre los reglones de tu historia. Mucha suerte y gracias 🙂
Probablemente los sueños de Antonio Vargas, al bajar del avión, sintiera algo parecido a lo que siente nuestro protagonista al salir del escenario. Ambos sufren el golpe pero se recrean en su pasado.
Gracias por tu comentario.