47. La sombra
Ella siempre le seguía. No importaba que fuera al amanecer o al atardecer, que lo iluminara una vela o fuese una hoguera; si su belleza divina destacaba a la luz, su oscura compañía se arrastraba como un reptil monstruoso. Era su maldición. No podía parar, ni descansar; siempre tenía que estar en movimiento, vagar eternamente en solitario. Su padre, el Dios de todos los dioses, le había expulsado por rebelarse contra él, por intentar ocupar su lugar. Su castigo, una sombra que, cuando él estuviera inmóvil, tomaría vida propia y devoraría todo aquello que se hallara a su alcance, dios, bestia o humano. No podría acercarse nunca más a la diosa que le dio sus tres maravillosas hijas. Su destino era encontrar el desierto más grande y deshabitado del universo e inmolarse en una llama sagrada que lo reduciría a cenizas en brazos del viento. Quizás así, sin cuerpo que seguir, sin oportunidad de aniquilar a nadie más, ella se extinguiría con él. Pero con tanto tiempo deambulando en solitario había pensado en otra posibilidad. Visitaría a su padre por última vez. Se postraría ante él como una estatúa y dejaría que su maldita compañera consumara su venganza.
La maldición que ha recibido el portador de esa sombra dañina es terrible. Sin poder socializar con sus seres queridos, a los que destruiría, condenado a deambular sin otra posibilidad que la de autodestruirse para no causar males mayores. Pero quien le infringió tal castigo no contó con su astucia, la que puede proporcionar el cerebro en una situación desesperada.
Una historia con aires de mitología de un personaje condenado a ser solitario.
Un saludo y suerte, LuisCar.
Muchas gracias por tu comentario. Cuando lo que más quieres está en peligro no hay fronteras para la imaginación y el riesgo. Cuando no hay futuro nasa hay que perder.
Joder con loscastigos, vaya Dioses tan pendencieros pero que hahecho este pequeño demonio? Tanto mal ha causado? o hay por medio una hostoria de alejamiento por tener un pasado brutal hacia la diosa única dueña de su amor??. Se le fue la pinza a este ser maldito?
Abrazos y suerte
Es lo que tienen los dioses que sus designios son inescrutable. Y si estamos nosotros como estamos y nos hicieron a su imagen y semejanza, suma dos más dos…
Muchas gracias por tu comentario
LuisCar
Bueno, parece que tu protagonista por fin ha encontrado una solución a su castigo eterno, y con ello, una venganza justiciera para el autor de sus días. Un fuerte abrazo, LuísCar.