58. La sombra de un destello (Juana María Igarreta)
Cuando terminó de recortar las últimas estrellas, Clara cerró la puerta de la escuela y salió. El camino hasta su casa estaba salpicado de desvencijadas farolas, cuyos tímidos haces de luz apenas lograban restar oscuridad a la noche.
Clara andaba presurosa, intentando centrar sus pensamientos en las tareas a realizar en clase para ultimar el festival de Navidad. Desde que llegó de la ciudad, una sensación de desasosiego se había adueñado de ella. Le estaba costando habituarse al clima adverso del lugar y al carácter sombrío y distante de aquellas gentes. Hasta las miradas de los niños, que no alcanzaban la veintena, adolecían de ese brillo que imprime la alegría cuando preside la infancia.
La casa cedida a la maestra estaba en el ejido del pueblo. Cuando la alcanzó, un destello inesperado iluminó la puerta y su mano en el momento justo que introducía la llave en la cerradura. Se volvió todo lo rápida que le permitió el miedo, pero sus ojos inmensamente abiertos tan solo percibieron la noche cerrada.
Al día siguiente, Elea, la alumna más joven de la clase, sorprendió a la docente diciéndole: “Clara, ¿tú también te irás sin despedirte?”.
La climatología nos influye mucho más de lo que pensamos. Norte y sur, tiempo apacible u hostil conforman las costumbres y, a la postre, hasta el carácter de las personas. Es lógico que a esta maestra le cueste adaptarse a un entorno umbrío. Todo ello es constatable, pero no resulta menos cierto que en todas partes las personas sienten, sufren, trabajan, protegen a los suyos y tratan de ser felices. El ser humano tiene unas características que se repiten a lo largo del planeta.
El destello inesperado que, entre tantas tinieblas, recibe la maestra, junto con la pregunta de una niña al día siguiente, constituyen auténticas señales, como un faro que ilumina la penumbra, un aviso a navegantes que viene a advertir que bajo esa oscuridad aparente late vida y calor humano.
Un relato en el que la luz emerge entre las sombras, o lo que es igual, la esperanza sobre el desánimo.
Un abrazo y suerte, Juana
Gracias por tus palabras y tu tiempo. En esta ocasión, me ha hecho especial ilusión ver cómo un texto se puede interpretar de forma diferente a lo que el autor pensaba transmitir. Ese destello inesperado, junto a la pregunta de la niña, efectivamente son señales, pero en mi intención no estaba que reinara «la esperanza sobre el desánimo» precisamente. Me ha encantado constatar que el micro no sea tan diáfano, aunque el tema que lo ha inspirado sea la luz. Un abrazo, Ángel.
Un relato emotivo y sugerente, Juana María. Creas una atmósfera oscura y tensa, facilitando que el lector se ponga en la piel de la protagonista. Generas expectativas que acompañan hasta el final. El destello que ilumina la puerta al introducir la llave en la cerradura anticipa otro destello iluminador en el aula, que desvela el secreto del relato. Los comportamientos de la gente se comprenden mejor si conocemos los aspectos clave de su historia. Así también podremos mejorar nuestras relaciones. Enhorabuena.
Un abrazo y mucha suerte.
Muchísimas gracias, Josep María, por tu visión y conclusiones sobre el micro. Efectivamente, como bien dices, para entender el comportamiento de alguien hay que conocer la causa que le ha llevado al mismo. Un abrazo.
Pues desasosiego es lo que transmites, en todo el relato. Desde el título hasta ese final (la frase de la niña lo dice todo), me lleva a intuir que la maestra seguirá los pasos de la anterior, ¡en ese pueblo no hay quien viva!
Me ha encantado Juana.
Te mando un besote y mucha suerte.
Pues me ilusiona que digas que he logrado transmitir desasosiego; objetivo conseguido. Sí, en ese pueblo las maestras duran poco. Desaparecen.
Celebro que te encante el micro, Rosy. Mil gracias por comentar. Otro beso para ti.
Hola, JUANA. Mi lectura de tu micro es del estilo de la que te hizo Rosy; para mí, en ese pueblo olvidado de Dios pasan cosas, y cosas que tienen que ver con ese destello inesperado que ilumina la puerta de la casa y hace que la maestra Clara se voltee para ver qué la acecha, pero sólo encuentra la noche cerrada. No era su hora de irse sin despedirse, como le pregunta la alumna al día siguiente… En mi primera lectura, ese destello inesperado fue el brillo de un puñal- en mi imaginación, del estilo de Jack el destripador- pero bien puede ser una advertencia, un aviso del destino que le dice que se vaya ahora, que aún hay tiempo…
En fin, Juanita, vos dirás si estoy encaminada o si «le pifié», como decimos aquí en Argentina… es un micro oscuramente luminoso 😉
Cariños,
Mariángeles
Aunque tarde, mil gracias Mariángeles por tus palabras y tiempo. La verdad es que cualquiera de las dos propuestas de interpretación que me haces sería válida. Ese era el objetivo, crear la ambientación y dar a entender que las maestras desaparecen. El cómo se queda en el aire. Besos agradecidos.
Uoooo… el relato es inquietante, pero con el final ya me has ganado de por vida. Dan ganas de saber más, en este relato tienes material para algo más largo. Te deseo mucha suerte.
Pues muchísimas gracias, Beatriz, por tu generosa valoración. Si te he dejado con ganas de saber más, me doy por muy satisfecha. No ha habido suerte, pero con comentarios como el tuyo ya me doy por premiada.