39. La Teoría de la Relatividad
Para comprobar su grado de felicidad, María compró un diario y dos bolígrafos: uno verde y otro negro. Decidió que utilizaría el negro para sus días infelices y para los felices, el verde; pero éste se quedó sin estrenar. Siempre encontraba algún motivo, real o ficticio, para estar triste. Cualquier cosa le amargaba, que gotease el grifo del lavabo, que estuviese pasado el arroz, el miedo a una guerra nuclear o a la llegada de un nuevo virus…. De todo hacía un drama.
Instalada en el pesimismo, de nada sirvió que rápidamente se le agotase la tinta negra, no vio en ello una señal. Tuvo que llegar una desgracia con mayúsculas para que su vida diese un vuelco. Más pendiente de sus temores, de los terribles males que le acechaban, que de los fogones, un descuido provocó un pavoroso incendio del que salió viva de milagro.
Después de recuperarse del enorme susto, lo primero que hizo fue comprar un nuevo diario y…muchos bolígrafos verdes.
Existen motivos para la alegría, como también para el sentimiento opuesto. Dejarse llevar por el derrotismo es más cómodo. El optimismo y la alegría son una actitud que requiere un pequeño impulso inicial, sobre todo cuando en verdad vienen mal dadas, por aquello de «a mal tiempo, buena cara».
A tu protagonista no le sirvió de nada temer en demasía las desgracias, más bien al contrario. La predisposición positiva ayuda a sobrellevar mucho mejor cualquier existencia, con sus avatares o alborozos.
Un relato que aplica a la perfección la filosofía de ver las cosas a través del color con que se mira, o se escribe.
Un abrazo, Almudena. Suerte
Muchas gracias Ángel por leer el relato y por tu comentario, que, como siempre, es muy atinado.
Quiero aprovechar, ahora que se termina esta temporada, para agradecerte la consideración y amabilidad que has tenido durante todo el año y desearte unas Felices Navidades y un 2022 lleno de cosas buenas y con mucha inspiración.
Un abrazo fuerte.
Tanto nombró a la desgracia que al final se dio por aludida y llegó. Dicen que la vida es una actitud y que la desgracia o la felicidad dependen de como vivamos. Tu protagonista, anclada en el miedo y la infelicidad, no tuvo que esperar mucho a que el desastre fuera real: tan solo lo que dura un bolígrafo. Al menos le sirvió para cambiar de actitud e, imagino, de destino. Suerte y abrazos, Almudena.
Muchas gracias Rafael por tu comentario, cuando miramos a nuestro alrededor nos damos cuenta de que la actitud es fundamental para ser feliz.
Quiero aprovechar la ocasión para desearte unas Felices Fiestas y un año 2022 lleno de salud, y muy buenos relatos.
Un fuerte abrazo