44. La tristeza tras las risas (Jesús Navarro Lahera)
Se enjugó las lágrimas y se puso las gafas de sol. Luego cogió el vaso con ginebra y zumo de naranja que tenía delante y dio un trago. Con él en la mano avanzó hasta la puerta, y antes de abrirla encendió un cigarrillo y pegó una profunda calada. Se alegró de no tener que sonreír. Una noche más, no iba a esforzarse mucho en mantener el semblante serio. A nadie le importaba que la pena le corroyera, solo querían divertirse. Así que salió al escenario, se sentó en el taburete y, con voz gangosa, preguntó: ¿Saben aquel que diu…?
Siempre se ha dicho de los payasos, pero también de los cómicos en general, que en realidad son mucho más tristes que la imagen que transmiten, que no deja de ser un estereotipo. En todo caso, son personas como cualquiera, con días mejores y peores. El grandísimo Eugenio, con su estilo peculiar, un tanto contradictorio, pero siempre único, podía tener un día malo y no enterarse nadie, pero cuando lo tenía bueno, quizá tampoco. De una forma o de otra conseguía sonrisas y carcajadas.
Un relato breve y eficaz, el humor como tapadera. Como en el circo, el espectáculo debe continuar.
Un abrazo y suerte, Jesús.
Muchísimas gracias, querido Ángel. Como siempre, una delicia leer tus comentarios a los micros. Uno aprende y, lo más importante, se emociona y anima a seguir escribiendo. Un abrazo.
Los mejores cómicos saben hacer reír al público incluso cuando ellos están tristes. A mí, que soy tan transparente, me parece muy difícil además de meritorio.
En tu micro lo has reflejado a la perfección. Mucha suerte Jesús. Besos.
Muchas gracias, Ana María. Los cómicos son actores, y una vez que se suben al escenario se transforman en su personaje. Al final, todos tenemos algo de actor en la vida. Un abrazo.
Estupenda pequeña gran historia del gran Eugenio. Con su máxima inexpresividad hacía desbordar la nuestra. Siempre me pregunté cómo sería realmente esa persona que yo veía tan extraña, tan insensible…lo era realmente? Con el tiempo vi un documental de hora y media sobre él, hecho por otros humoristas, como Rovira; verdaderamente interesante conocer, un poco por dentro, la curiosa vida y personalidad del magnífico cómico.
Me ha encantado el final de tu micro.
Nos leemos.
Muchas gracias, Isabel. Qué bueno que te haya gustado mi modesto homenaje a Eugenio, que tantos buenos ratos hizo pasar a la gente, aunque al parecer él no lo estaba pasando bien en realidad.
Jesús, qué precioso homenaje al gran Eugenio. En verdad nunca sabemos lo que se esconde en el corazón de un cómico.
Un abrazo y suerte.
Muchas gracias, Rosalía. Un pequeño homenaje a un humorista irrepetible. Un abrazo