81. LA VERDADERA DULCINEA (Petra Acero)
Escribe: En un lugar de Lamancha de cullo nombre no quiero acordarme…
Pero se acuerda. Se acuerda cada día: en la penumbra de su camastro, faenando entre las gallinas y los pucheros, en el lavadero o desbrozando la mies. Recuerda el nombre y lo demás (sepultado bajo capas de silencio familiar: “Aldonza, hija, lo que no se nombra, no existe”). ¡Claro que existe! —preñado de fantasmas— Creciendo, dilatando su vientre, arañando sus sayas, majando su honra como ruedas de molino.
Por eso, Aldonza reclama justicia. Recluida en aquel cenobio escribe para que su futuro hijo sepa de su padre y sus tíos (aunque, ¿quién es quién?, los cuatro la mancillaron).
El dolor la dobla. Suelta la pluma. Se arrincona y empuja: sangre, llantos y… una niña. ¡Otra campesina! La limpia, la amamanta y la enrolla en un mandil. Coge el cesto de los huevos, remueve la paja y coloca a su hija dentro. Rescata el papel y escribe por detrás:
A vuesa merced, Alonso Quijano, de gran corazón y mente amueblada, le confío esta hija. Pa que vuecencia, sin familia propia, tenga… una sobrina.
Torpemente sube al carro, asegura el cesto y arrea a la mula.
Hermoso homenaje a las mujeres que, a pesar de todos los rigores e inclemencias de sus vidas, son capaces de pensar, como en este caso, en los que más precisan ser protegidos (como si ellas no lo fuesen). Por supuesto, siempre es de agradecer que alguien nos ayude a evocar la cumbre de las letras hispánicas. Un saludo y suerte.
Y si esa famosa frase no fuera realmente de Cervantes???
Y si la historia fuera otra??
La postura de una mujer, su aguante, su fuerza, su sacrificio, su dolor, su sabiduría…
Muchas gracias, Jesús.
Un abrazo.
Uy, quería decir que la frase no fuera del hidalgo caballero (don Alonso Quijano), sino de Aldonza Lorenzo, eh?, qué pasaría 🙂
¡Vaya joya nos regalas, Amparo! Auguro que esta Dulcinea va directa al libro. Ahí queda.
Besos.
Jajaja. Me alegro de que te guste, Rafa. Me encanta el tema de esta convocatoria: mujeres campesinas. Tan fuertes, tan sabias. Ellas: el centro, la base, el apoyo, protagonistas en la sombra. Una vida dura.
Y este relato trata de recrear la dura vida de una campesina ilustre y… algo más 🙂
Un abrazooo
Hola, Ana!!!
Pero cómo que te vas?
No me lo puedo creer. ENTC es un lugar de encuentro que nos anima a escribir: a ti, a mí y a muchos otros.
Ana, continúa. Estoy segura q escribir, para ti, también es algo más que inventar historias.
Un abrazooo grande!¡
Pocas personas más entregadas y sufridas que las mujeres rurales. A esta realidad, que expones como tú sabes hacerlo, le aportas la hipótesis de que una de las musas más célebres que ha dado la literatura fue en realidad víctima, y que ha de desprenderse de su hija a quien no puede cuidar, con el buen criterio de dejarla al cuidado del bueno de Don Alonso.
Un planteamiento muy original. Un juego imaginativo a partir del clásico de los clásicos, que también es un homenaje. Aparte, aprovecho para felicitarte también por tu dibujo, que ya forma parte un poco de todos nosotros.
Un abrazo grade, Amparo. Suerte
Muchas gracias, Ángel (por todo), tú como siempre, un verdadero «ángel» con tu comentario.
Me apetecía cambiar la historia. es lo que tiene la pluma, que te da poder 🙂 jajaja
Un abrazoooo grande
Ay, madre mía… terrible. Y por algunos lares, cosa todavía vigente… aunque ya ninguna casa señorial recibe «sobrinos» para criar… Ahora es peor, las madres y sus hijos tienen que buscarse la vida como puedan…
Magnífico relato Amparo. Felicidades.
Un relato duro que involucra a nuestro Alonso Quijano al que imaginamos un poco loco paro nunca haciendo maldades.
Pero tu relato es tan real como nuestro pasado, sobre todo la idea de esconder lo que se juzgaba vergonzante pero escondiendo a la víctima y deshaciéndose de sus consecuencias.
Lo has contado con mucha fuerza y muy bien, con lo alegre que eres tú!
Una vez escribí yo sobre una supuesta hija de D. Quijote, pero en otros términos muy distintos a los tuyos.
Bueno que me ha encantado, como siempre.
Un besazo.
Orgulloso se vería Cervantes de leerte, un lujo de relato amiga.
He disfrutado de el mismo.
Un gran abrazo y mucha suerte.
Una maravilla leerte.
Con cuánta fuerza escribes los sentimientos que esta Dulcinea mancillada, el dolor al dar el fruto de su vientre, la decisión de darla a su supuesto padre, para que esta nueva campesina tenga más oportunidades de crecer y llevar una vida distinta a la suya.
Una historia en la cual te zambulles y sientes.
Un beso enorme Amparo.
Pero qué osada eres, capaz de sacarle petróleo, ni más ni menos que a Dulcinea y su «mentor».
Lo siento, Petra , pero no me sorprendes, sé que tus escritos son ingeniosos y muy buenos, siempre lo son.
Abrazo, beso y admiración.
Dura historia nos cuentas Amparo, de esa verdadera Dulcinea y a la vez, hermosa historia. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Un relato bellamente contado y de tan original y difícil envergadura.
Abrazos enredados con felicidades.