79. La vergüenza del odio (Salvador Esteve)
Pateo al maldito negro con saña, sus dientes y un trozo de labio ensucian la acera, su cuerpo sanguinolento se retuerce de dolor.
Con agua caliente y estropajo intento arrancar el tufo rancio que me ha dejado el anciano negrata. Cuando el vaho se desvanece, veo ennegrecido mi dedo pulgar del pie, quizá se ha entumecido un poco.
Con el tiempo observo, incrédulo, cómo la oscuridad trepa por mis extremidades, la noche se cierne sobre mi blanca piel y paraliza mi vida. La ropa oculta mi vergüenza hasta que la maldición cubre mi rostro, me he convertido en un despreciable afroamericano.
Humillado, dejo mi barrio y me adentro en los suburbios de los negroides. Pese a mi odio, me voy integrando. Mi animadversión se atenúa a medida que conozco sus miserias y grandezas, el tiempo me los muestra como iguales.
La vergüenza da paso al orgullo; soy otra persona. Mi enfermizo racismo hacia los negros ha saltado de mi mente, precipitándose al olvido para jamás volver.
Al girar la esquina tropiezo con un individuo que nerviosamente me pide perdón. Es un maldito amarillo, un asqueroso japo, le digo que se largue a su puto país mientras le pateo con saña.
Con razón dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Quizá a cualquiera se le podría intentar perdonar un error, por arraigado que sea, pero incurrir dos veces en algo tan grave ya tiene delito. Eso sí, este individuo va a pasar por todos los colores del arco iris, pero aún así parece ser de los que no aprenden.
Un relato que debería leer todo el mundo, en especial, ciertas personas llenas de prejuicios.
Un abrazo y suerte, Salvador
Hola, Salvador, menuda sorpresa nos esperaba «al girar la esquina». ¿Ahora, se irá tiñendo de «amarillo» y dejará de odiar a esa raza, para seguir odiando otra vez a los negros y a todos los que considere inferiores por diferentes? Creo que el problema lo tiene enraizado en su oscuro interior. Un micro que nos hace avergonzarnos con el protagonista. Todos en algún momento, sin llegar a esos extremos, pecamos de racistas. Un tema, por desgracia, siempre de rabiosa actualidad. Muy interesante tu propuesta. Suerte y un abrazo.
Ángel, Juana, Juan, muchas gracias por vuestras palabras. Un fuerte abrazo.✍