60. La vida oscura
Nada me llenaba más de júbilo que los paseos con mi madre por el prado. En cuanto la veíamos recogerse el borde del vestido sabíamos que enseguida estaríamos todos riendo a carcajadas y trotando como locos hasta caer rendidos. Entonces, sentados en la hierba, se ponía muy seria para explicarnos que debíamos estar preparados por si las estrellas caían del cielo y era necesario correr para recuperarlas. Que una noche sin estrellas era muy negra.
Un día mi madre echó a correr y no volvió. Cuando le digo a mi padre que estoy seguro de que ha salido a recoger estrellas, se enfurece y dice que me deje de tonterías. Como si no supiera él, más que nadie, que desde entonces vivimos a ciegas.
Hay personas que son pura luz, con la que iluminan a quienes tienen la suerte de estar cerca de ellas.
Todos tenemos que desaparecer u n día, al menos de forma física. La vida sigue siempre, pero a veces los huecos que quedan no terminan de llenarse nunca.
Cuando se produce la ausencia de alguien muy querido cada uno lo sobrelleva como mejor puede, unos con la sensación agridulce de un buen recuerdo, otros, como es el caso de este padre y marido, renegando de una realidad que no acaba de aceptar.
Buen relato sobre la alegría y la felicidad, en este caso perdidas, que le añade un punto de originalidad.
Un abrazo y suerte, Lluís. Felices fiestas también por aquí.
Nada que añadir a tu comentario, Ángel, como siempre, has explicado el sentido del relato perfectamente. Un abrazo fuerte para ti y felices fiestas.
Qué preciosidad de micro, y de homenaje, Luis, ¡Ay, qué tendremos las madres!
Un abrazo y…
Felices Fiestas!
Muchas gracias, Rosy. Las madres lo tenéis todo, imprescindibles, incondicionales. Un abrazo de vuelta y felices fiestas también para ti!!
La tristeza al perder a alguien que era luz y alegría. Pero esa luz sigue en el interior y en el recuerdo y la alegría al recordarlo seguro que, al final, genera de nuevo nueva luz. Un relato precioso, Lluís. Suerte, abrazos y felices fiestas.
Muchas gracias, Rafael. Me gusta esa interpretación que haces de que la luz a la que se refiere el relato no se destruye sino que se regenera. ¡Un abrazo y felices fiestas!