49. Laberintos curvados (María Rojas)
La señora Marcovich sabía que estaba desinada a engatusar con sus ojos claros, profundos. Se vestía de blanco y rojo los días de calor, y de negro y rojo los días fríos. Llevaba el pelo prendido con pasadores de oro, similares a los que usaban las antiguas nobles egipcias.
Los segundos lunes del mes le pedía al chófer que la llevara al Jardín Botánico. Una vez allí, cogía su bicicleta y se perdía en uno de sus recovecos, hasta encontrarse con el señor Hayase.
El señor Hayase tenía una barba larga de final rectangular, al estilo de la de los lanceros del ejército aqueménide. Era callado, de rostro triste y ojos renegridos. Disfrutaba montando en velocípedo.
Esos lunes, él le entregaba un plano, ella lo estudiaba, hacía alguna pregunta y luego lo partía en pedacitos. Después, cansados de pedalear se iban a la casa Persa a tomar el té y a escuchar el sonar de milenarios instrumentos.
La señora Marcovich era aficionada a enfrentar la rutina desplazándose en bicicleta por jardines laberínticos donde sus amantes perdían la salida.
El señor Hayase trabajaba los martes y viernes en el jardín de la señora Marcovich. El señor Hayase era laberintólogo y enterrador.
Imagino que el persa desempeñará con precisión su tarea de enterrador. Me temo que los amantes de la Sra. Marcovich acaban convertidos en abono para las plantas del Jardín Botánico.
Mucha suerte.
Ton.
Curiosa pareja, tan distintos y tan complementados. Me gusta la palabra «velocípedo» en referencia a la bicicleta que has traído a colación, también esa profesión de «laberintólogo».
Suerte y un saludo, María
Has conseguido introducirme en tu precioso laberinto. Menos mal que he encontrado la salida. 🙂
Espero que el señor Hayase no estuviera pensando en matar a la señorita Marcovich en venganza por sus devaneos laberinticos y ostentosos. Suerte Maria muy original tu relato.
Uf! Belleza y crueldad a partes iguales en tu relato. Muy elegante esa atmósfera que creas.
Suerte!
Genial tu relato, María. Me ha entusiasmado, y aunque no tiene nada que ver, me ha recordado a Chejov. Tal vez sea por la ambientación, la forma, el detalle, y el señor Hayase (enterrador, su destino y muerte) ¡Que se yo!.
Felicidades Mil.
María, qué manera de crear atmósfera. Me imagino a la señora tuya, con esos atuendos y esos ojos… Qué buena eres para escribir, María. Me encantó. Como siempre. Muchas felicidades!!! Gracias!
El tempo con el que has ido desarrollando la historia le da una fuerza tremenda. Y aunque no me ha quedado claro del todo si va a haber alguna muerte, me ha gustado tanto cómo lo has narrado que no me importa. También a mí me ha recordado a Chejov y eso es la bomba.muchas felicidades
Curioso relato y curiosa pareja. Esos laberintos tienen mucho misterio. Mejor no entrar los lunes si no se conoce la salida.
Me gusta el ambiente creado María.
Suerte, abrazos.
Ton, Ángel, Edita, Mercedes, Cari, Mª Jesús, María, Esther, Ana U y Mª Belén.
Gracias por detenerse en los oscuros laberintos de esta pareja.
Feliz verano.
Esas parejas que parecen tan perfectas y que en realidad ocultan su lado mas oscuro… ponen los pelos en punta. Genial la profesión de laberintólogo.
María, original y terrible relacion la de estos dos personajes. Interesante historía bien contada. Suerte y saludos.
Qué buena profesión la del señor Hayase y qué bien se complementaba con los laberínticos gustos de la señora Marcovich. Genial María. Qué buena pareja creaste, mucha suerte con ella.
Hola, María.
Dos personajes fascinantes los que creas en tu micro.
Me gusta la frase: «aficionada a enfrentar la rutina». Me encantaría, muchas veces, saber cómo se hace eso.
Un abrazo y suertísima.
Es un relato un poco raro, en su redacción y en su finalización. Necesito volver a leerlo. No acabo de entender el relato, pero me gusta por su rareza, por su laberinto curvado.
Por cierto ¿eres mariapatorojas@gmail.com?
Blanca, Calamanda, Yashira, Towanda y Javier.
Mil gracias por comentar sobre la parejita que por medio de acertijos en “laberintos curvados” comenten tan sutiles asesinatos.
Señor Ximenes, si soy María Patricia Rojas. mariapatorojas@gmail.com.
Feliz verano.
Tu relato en sí me parece un laberinto. La ambientación laberíntica está magníficamente conseguida. Incluso los personajes son laberínticos. La rareza de los personajes te engancha desde el primer momento y cuando terminas de leer te apetece empezar de nuevo para recrearte en los muchos detalles que el relato contiene. Me ha encantado. Un abrazo.
Vaya una complicidad aterradora. tu lo dejas un tanto abierto, pero yo he visto una historia a la primera que se me alarga como el laberinto que propones.
Está estupendo, María, mi enhorabuena y abrazos.
Muy original e interesante, María.
Te deseo mucha suerte.
Oh, vaya, muy bien.
Besísimos.