1. Latencia (Jesús Garabato)
Aun rogándole «déjame, por favor», su sonrisa te doblega. Sus labios atenazan tus deseos. Sus manos, impertérritas, te solidifican.
Y otra vez tus alas reventaron. Y el jugo antiguo de tus lágrimas se tornó aire. Y vino el viaje. Y llegó la tarde. Y luego el sueño. Y amaneces… Y sientes que sus palabras y sus gestos lacerantes y cansinos ahí siguen, agazapados tras su perfume de rosas.
Con pocas palabras, hermosas y precisas, narras una situación que viene a ser una cárcel para tu protagonista, dependiente a su pesar de unos encantos indudables a los que no es ajeno. Un escenario asfixiante, en el que bajo una apariencia placentera late un gran sufrimiento, la peor de las trampas, de la que quiere escapar y no puede, como de una enfermedad, incapaz de romper esa inercia un día tras otro.
Inauguras un nuevo bimestre de relatos a partir de una imagen, que has interpretado de forma personal e interesante.
Un abrazo, Jesús
Hola, Ángel. Muchas gracias por pararte a leer y por regalarme tus apreciaciones. Saludos.
Hola Jesús. Tu particular interpretación de esta imagen me ha gustado. Narras una situación de absoluta dependencia emocional con un lenguaje tan sencillamente esmerado que resulta poético. Mi sincera enhorabuena, caballero. Un saludo.
Muchas gracias, Ángel, por tu lectura y por tu comentario positivo. Saludos.
Jesús, original y bien llevada tu historia. Suerte y saludos
Hola, Calamanda. Muchas gracias por pasarte y por regalarme tus siempre esperadas y muy apreciadas palabras. Besos.
Amor, desamor y sufrimiento. Un círculo del que el protagonista no sabe cómo salir. Quizá, en el fondo, tampoco lo desea. Y hermosas imágenes para contarlo.
Suerte y un abrazo, Jesús.
Una bonita prosa que cuenta en pocas palabras una historia de nunca acabar.
Felicidades
Jesús, con bella prosa poética nos describes a alguien inolvidable. En su perfume late su presencia.
Hermoso relato. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Con que poco has dicho tantísimo.
Suerte, Jesús.
Un micro cargado de prosa.
Vale, reconozco que, en mi primera lectura, me sentí como una mangosta frente a la estatua de una cobra real hecha de piedras preciosas. Luego leí tus otros micros para orientarme un poco y comprendí por dónde hincarle el diente…
Y es que generalmente me cuesta entender los micros breves, que suelen resultarme demasiado crípticos; eso cuando los entiendo. (Aquí me tomo un respiro para rebañar los últimos hierbajos de mi pesebre). No es el caso. Qué poco necesitas para lograr esa instantánea de una relación de dependencia enfermiza. Impecable. Y lo digo yo, que tiendo a (o peco de) recargar mis textos. Doblemente impecable.
Por favor, recomiéndame alguna clínica de adelgazamiento verbal, a ver si aprendo. Enhorabuena por tu micro. Saludos.
Aunque por motivos personales no he podido comentar de la forma habitual, sí que he leído vuestros maravillosos relatos. Gracias Carmen, María, Pilar, Towanda y Raúl por vuestras lecturas y comentarios amables. Besos.