51. LOS OLVIDADOS
Josefa está convencida de que a su marido lo mató el frío. Todos los años, el muy canalla, se cuela por debajo de la puerta, se mete por las ventanas, traspasa las paredes de su casa de cartón y se queda dentro todo el invierno, poco puede hacer para combatirlo una triste estufa a la que apenas encienden.
Desde que se quedó sola, pasa las horas tejiendo ropa de abrigo para él. Cuando el tiempo comienza a refrescar la lleva al cementerio para que se la ponga. Todos los días lo visita, necesita asegurarse de que está bien protegido, aún siente escalofríos cada vez que recuerda su tos.
Aunque ha pasado media vida destemplada y la otra media aterida, ha sido necesario que llegara un terrible temporal que le congelase las manos para que alguien se acordara de ella.
La han llevado a un lugar con calefacción, pero su corazón no deja de tiritar.
El frío, relativamente sencillo de combatir cuando se tienen medios para ello: buena alimentación, resguardo, calefacción y ropa, puede llegar a convertirse en un enemigo persistente cuando falta todo lo anterior, capaz de socavar hasta la salud más recia, de mermar la existencia de las personas.
El frío mató al marido de tu protagonista, que vive obsesionada con intentar librarle de su yugo gélido, incluso cuando ya el pobre está en la tumba. Ese mismo frío amenaza con terminar con ella también, aunque parece que ha obtenido ayuda para sobrellevarlo, pero ya es tarde, los padecimientos han sido demasiados y se le ha quedado dentro, de forma congénita.
Un relato sobre la necesidad. Un toque de atención, tal vez, para quienes nos preocupamos por nimiedades, haciendo caso omiso a la situación de muchos semejantes que no tienen ni lo básico.
Un abrazo y suerte, Almudena
Hola, Almudena. Me parece una buena historia para un buen relato. Buen titulo. Me gusta como lo inicias y como lo acabas, y en medio un buen y trabajado desarrollo. Saludos.
¡Qué bonita historia, Almudena y qué bien contada! Ese pasarse el tiempo tejiendo para mantener viva la memoria del marido al que añora. El frío de la ausencia. Ese corazón que nunca dejará ya de tiritar. Un relato muy tierno y triste. Que tengas mucha suerte. Un abrazo.