13. Los retos del destino (Patricia Richmond)
Recordaba enternecida la ilusión y el temblor de su mano al recoger el billete. Le había gustado el número del camarote, el 115, y le contó que se iba a escapar con una mujer maravillosa para comenzar una nueva vida en América.
Cuando unos días después se presentó para devolverlo, no le preguntó nada. Le reintegró el importe y le sonrió.
El siguiente comprador le sorprendió por su mirada triste. Recogió el billete y se fue sin decir una palabra. Volvió unas horas después porque no podía hacerlo.
Aquella mujer parecía diferente. Tenía una mirada serena y una expresión tranquila. Le asignó el 115 y se la imaginó bailando con el capitán durante las largas noches de la travesía. Le entristeció verla regresar tres días después con el dolor en sus ojos y la súplica de que le permitiera devolverlo. No le preguntó nada y acarició al niño que se sujetaba a su falda.
Era el único pasaje que no habían vendido. Sólo faltaba media hora para que el barco partiera… nadie la esperaba en casa, ¿por qué no? Aceptó el reto que acababa de lanzarle el destino, se puso el abrigo y, sin equipaje, subió a bordo del Titanic.
Está claro que ese era su destino. Demasiados factores se aliaron para que este se cumpliera. Al menos a él nadie le esperaba, solo el azul infinito del mar y el frío hielo.
Bonito relato. El destino quiso que fuera él y no ninguna de las otras personas la que viajara en ese camarote.
Un abrazo
Los números del azar a veces se reparten así. La imagen que has utilizado de viajar sin equipaje es todo un acierto como metáfora de lo que va a suceder.
Suerte y saludos.
Gracias, Rafa. Es lo que tiene la vida que, aunque le saltes por encima, siempre te sorprende.
Gloria y Blanca, era ella y no él.
Me gusta el relato, mucho, mucho. Por lo que cuenta y por lo que no cuenta.
Abrazo.
Gracias, Aurora! Qué susto me habéis dado, Gloria y Blanca. Creía que no se entendía. En realidad, he querido dejarlo muy abierto y tal vez en una lectura rápida no se comprenda bien el personaje central.
Besos para las tres!
Patricia, he tenido que volverlo a leer y sí, es ella. Perdona por no haberme dado cuenta en la primera lectura. Cosas que pasan a veces cuando lees rápido…
Precioso relato.
Un beso
Qué bueno, PATRICIA. Buenísimo el relato. Evidentemente, y para su desgracia debo añadir, la mujercita tenía el billete ganador para subirse al barco. Si hubiera sido un billete de lotería y no el del Titanic, hasta podría tomármelo a gracia, pero la verdad que, pobrecita… menos mal que no sabe lo que le espera…
Mientras sigo pensando qué escribir yo antes de que se acabe el mes, te mando un beso.
Cariños,M.
Seguro que nos vas a sorprender. No tengas prisa y cocina a fuego lento tu historia.
Y sobre mi protagonista, quién sabe? Tal vez sí le tocó la lotería después de todo…
Abrazo fuerte.
Patricia, me ha encantado, como nos clavas el puñal del destino con ese final no merecido para una gran mujer. Creo que el mayor acierto de tu relato es habernos presentado un personaje, el cómo es, casi sin necesidad de acción. Y solo espero que aunque nadie le espere sea una de las que se salve por los lectores queremos volver a leerla en algún otro cuento.
Gracias, Lorenzo! Ya sabes que tus comentarios me animan siempre mucho. Y me acabas de dar una idea… Me llena de orgullo y satisfacción tu opinión sobre cómo he presentado al personaje y que se haya entendido.
Muchos abrazos.
Me ha gustado, Patricia 🙂
A veces las oportunidades pasan por delante y hay que cogerlas…aunque desconozcamos a donde nos llevan. Tu protagonista ve esa oportunidad y se lanza. ¿Qué tendría ese camarote 115 que truncaba el sueño de todo el que quería viajar en él? Igual eso ya es esencia de otro micro 😛
Gracias, Ignacio. Dejemos que el misterio siga impregnando al camarote 115…
El billete para el camarote 115 tenía el nombre de esa vendedora de pasajes, no podía ser para nadie más. Has tratado el tema del destino con el buen oficio al que nos tienes acostumbrados, pero la genialidad de tu relato estriba en el misterio que dejas caer e infunde inquietud en el lector, que se pregunta qué es lo que ha causado tanto temor a los anteriores clientes. ¿He dicho «temor»? A mí me parece un relato plagado de intriga, que roza o hasta entra de lleno en la mejor línea de lo terrorífico, que deja con ganas de más.
Suerte y abrazos
Me estáis haciendo sentir como una Iker Jiménez, qué bueno. Debe ser que me ha salido la vena penúmbrica, aunque no era la intención. Pero me gusta mucho ese enfoque.
¡Gracias, Ángel!
Esa mujer se llamaba Destino, seguro.
Más que Destino, para mí se llamaba Valiente, frente a los que no se atrevieron a aceptar el reto de cambiar su vida.
¡Gracias, Carmen!
Cada número tiene una persona asignada o viceversa. Tal vez ese fue su número de la suerte y se salvó. Y pudo empezar una nueva vida, prosperó, se hizo rica, tuvo muchos amores y fue feliz…
O tal vez no llegó a subirse en el bote salvavidas y sus sueños se hundieron bajo el agua helada. Espero que fuera la primera opción.
Mucha suerte.
¿Quién sabe? ¿Quién se equivocó? ¿Ella o los que devolvieron el billete? ¿Quién naufragó más?
Nunca lo sabremos…
Un abrazo, Esperanza.
El destino es un payaso burlón. Melancolía estética en un bellísimo relato. Gracias.
¡Ay, qué bonito lo que me dices!
Muchas gracias a ti.
Patricia, el final es sin duda abierto, pero también cada historia de los pasajeros, que al final desestiman viajar, ¿qué les ha hecho cambiar de idea? El destino es caprichoso y juguetón, pero este encadenamiento de hechos no puede llevar a un destino fatal, presiento que sobrevive, y que el efecto mariposa sigue, para bien, cambiando vidas. Me ha encantado. Abrazos.
Gracias, Salvador. Me gusta lo del efecto mariposa y me lo guardo.
En la historia del Titanic siempre me ha impresionado pensar lo que debieron sentir las personas que tenían previsto hacer el viaje y, por algún motivo, no lo hicieron en el último momento. Yo creo que mis personajes, al conocer la noticia de lo que les hubiera pasado, dieron al fin el paso de atreverse a cambiar sus vidas.
Y a ella… el tiempo lo dirá.
Así es. Podemos darle muchas vueltas, pero cada cual tenemos nuestro destino, pase por cuantas manos pase, acaba llegando.
Besos.
Esto del destino es un cachondeo, te lo digo yo. Parece que este relato haya sido una premonición. Me acaba de pasar una cosa que me hace sentir ahora mismo en la pasarela del Titanic, sin saber si subir o no al barco. Y es un pitorreo del destino como nadie se puede imaginar.
Un abrazo, Virtu.
Quiero pensar que todos los compradores están relacionados de algún modo. Relato que nos lleva al título. En fin, mala suerte para la taquillera, que quizás sobrevivió. Has dejado cuatro personajes perdidos.
Gracias, Javier. Sí, los he dejado perdidos con toda idea. Porque, ¿así es la realidad, no? No era mi intención que parecieran estar relacionados, pero queda bien con la sensación misteriosa que tampoco yo había premeditado. O sea, que así está de chiripa.
Un beso.
Me encanta, Patricia. Es buenísimo, aunque el título igual no está la altura del contenido.
El relato, muy bien llevado, bien narrado y con una historia abierta que invita al optimismo o al pesimismo, pero que pide al lector que le ponga el final.
El mío, por supuesto, si ya se han dado todas esas coincidencias para embarcar y afrontó el viaje con valentía, seguro que es una de las 710 personas que se salvaron.
Lo sé, lo sé, los títulos, siempre mi cruz. Quería destacar la idea de la cobardía de los que se quedan a salvo y la valentía de la que se hunde. Yo también quiero que ella se salve, pero no lo sé ni yo…
Un abrazo grande, Urti.
Muchas gracias, Ana. Has dado en la diana de lo que quería contar. Una persona de esas que nos encontramos a veces y que no volvemos a ver y que nos prestan una ayuda valiosísima con una sonrisa, porque sí, sin más. Y que también tienen sus problemas y se merecen mucho más de lo que la vida les da. ¡Claro que tendrá un final feliz!
Un abrazo fuerte.
Pues el destino, a veces, juega malas pasadas, como a esta taquillera.
Bonita historia de un camarote contada por sus posibles ocupantes (o viceversa).
Me gusta la elección que has hecho para tu relato: eses «115» de mano en mano (¡como la falsa moneda!).
Un abrazooo
Gracias, Amparo. El destino es muy asquerosete pero, si le vences, nada te puede parar. Estoy segura de que mi taquillera tiene mucho que contar todavía.
Besoooo
Hola, Patricia.
Yo creo que ella fue una de las supervivientes, ¡vamos!
Me ha gustado mucho como esas personas que, a veces pasan por nuestra vida, nos la pueden cambiar y pegarle un giro.
Felicidades por un micro con tanta historia.
Te deseo mucha suerte y te mando unos besos.
Gracias, Towanda. La suerte me la quedo para mi taquillera y los besos para moi.
Más para ti.
Patricia, la intriga está servida, viene a decirnos ese final de tu relato tan bien hilvanado, y otras cosas que calla. Suerte y saludos
Gracias, Calamanda. En realidad el destino es uno más de los personajes y el que remata la historia. O no?
Un abrazo
Hola Patricia: me gusta mucho la visión sin juicio de la vendedora de los pasajes. Una mujer que observa calladamente las historias de cuantos por ahí pasan y no se inmiscuye en sus vidas. Los trata con respeto. Al final ella se pone en el otro lado, de vendedora a compradora. No le hace falta equipaje porque no necesita nada más. Sólo desea una nueva vida. Quizás quiera poder dejar de ver a los otros y ser uno de ellos. Es decir, tener una vida, que alguien la vea, existir. Mucha suerte para ella, espero que lo consiga. Y para ti también.
Me gusta mucho tu comentario, Isabel. Seguramente es cierto que ella soñaba con ser uno de los pasajeros a los que vendía los billetes. Y acabó en el lugar que no le estaba reservado, dando una vuelta a su propio destino. Seguro que la suerte está con ella.
Abrazos para ti.
Me gusta ese desfile de personajes, con historias abiertas y misterio en la devolución del billete.¿Que pasaría, cual sería la razón de no lanzarse a la aventura de ese viaje?
Desde luego el destino está escrito y ese billete tenía el nombre grabado, con agua, de tu protagonista.
Un beso Patricia.
Gracias, Belén. Historias cotidianas de penas y deberes, de decepciones, de cobardía y de valentía. La vida misma.
Me gusta mucho lo del nombre grabado con agua.
Un abrazote.
Hay una canción que dice que «si has nacido pa martillo/ del cielo te caen los clavos». Y es cierto, por mucho que hagas por evitarlos te van a llover igual. Así que me ha gustado mucho tu relato porque refleja perfectamente esa idea que, por otra parte, sucede con frecuencia en la vida real. En todas las tragedias siempre aparece alguien contando cómo se salvó por una decisión de última hora, o se filtra que alguien murió justo por lo mismo. Ojalá tu protagonista fuera una de las supervivientes. Besos y suerte.
Gracias, Ana. La vida es como es, sin remedio. Pero… afortunadamente la imaginación es libre y cada uno podéis elegir el final que queráis para el relato. Yo no tenía nada pensado pero, por vuestros comentarios, se me ha ocurrido la historia para continuarlo. Así que, a todos, ¡gracias!
Y un beso.
Tu relato tiene la fuerza del destino, que debe de ser tremenda.
Ese hubiera sido mejor título, La fuerza del destino. En mi blog lo he titulado Billete de ida, pero aquí ya está la pata metida.
Muchas gracias, Edita, y un abrazo.
Siempre estás a tiempo de editar el título. Pero a mí también me gusta el que has puesto.
Una visión curiosa de los hilos del destino. Me gusta que metas tantos personajes y que se queden como cabos sueltos, al fin y al cabo (valga la redundancia) esos cruces de la vida son el destino.
Saludos y suerte.
Gracias, Reve. Pues sí, hasta los detalles más pequeños pueden influir en nuestro destino y los cruces y recruces, tejen la vida. Qué cursilada filosófica me ha salido.
Besos a montón.
Ay, el destino y sus leyes que nunca sabemos interpretar…Me ha gustado mucho, has cosido puntada a puntada una historia trágica perfecta.
Un beso
Gracias, Izaskun. Me gusta lo de las puntadas. Pero, ¿trágica? No sabemos cómo terminó la historia… para ninguno de los personajes.
Abrazos.
Me ha encantado, Patricia. La fuerza del destino en plena acción. Un abrazo.
Gracias, Concha. A mí me encantan vuestros comentarios.
Besicos.
Buen relato. Seguro sobrevive. Aunque sin equipaje, poco podrá disfrutar de las cenas, bailes y demás lujos del barco.
Abrazos.
Total, para lo que les sirvieron a las demás los baúles…
Gracias, María.
Veo en tu protagonista a una persona que sufre de soledad en su vida personal y que tiene necesidad de dar un cambio a su vida. Ella, observadora y comprensiva con los demás, seguro que hará un buen papel en las trágicas circunstancias que le esperan. Al no tener equipaje, actuará rápidamente y, además, lo de ser mujer le favorece. Quizás, el destino la eligió a ella porque era lo más acertado. Me ha gustado tu micro mucho, Patricia, porque da para mucha reflexión. Bueno y por lo bien que nos lo has contado. Mucha suerte y un abrazo.
Pienso igual que tú, Juana. Una mujer que no necesita equipaje para viajar lo tiene todo para ganar.
A mí me han hecho reflexionar vuestros comentarios y estoy muy contenta.
Un montón de besos para ti.
¡Qué buena historia María Jesús! Resulta muy agradable leerte, y ese final… ¡excelente!
Te deseo mucho éxito.
Gracias, Óscar! Mi triunfo son vuestros comentarios y después del tuyo ya no necesito nada más.
Un abrazo
Patricia, tengo que añadir mi felicitación. Es un placer leerte siempre, pero hay micros… Reconozco que pensé que ibas a tener la inusitada idea de que el camarote 115 se quedase vacío, y eso es una intriga añadida al relato. Vas dejando restos de personajes y situaciones que nos intrigan también, y finalmente, la duda de si está entre las elegidas. Me parece un relato digno de la mejor suerte. Gracias por este gustazo.
Bsss
¡Gracias, Luis! No confiaba yo mucho en el tema de este mes, pero está siendo increíble.
Además, gracias a vuestros comentarios, voy a reventar de satisfacción.
Una montaña de abrazos.
Me encanta tu relato Patricia, como todos los que escribes, tiene una factura impecable. El título en cambio, dicho sea con todo el respeto y la admiración que te tengo, no está a la altura del relato. Pero a veces es tan difícil encontrar un buen título…, sobretodo cuando el relato es tan redondo.
En cuanto a tu personaje, yo la veo más cómo alguien que acepta el destino que los demás rehuyen, valiente y/o resignada (eso ya depende del lector), y que tiene claro cómo va a acabar ese viaje (la referencia al no tener a nadie y la ausencia de equipaje para mi son indicadores claros). En fin, una joya de relato que podría pasar horas releyendo y comentando.
Suerte y abrazos
Muchas gracias, Anna. Mi titulitis es un mal crónico y reconocido para el que no encuentro vacuna. En mi blog lo he llamado Billete de ida, que creo que le va mejor.
Me gustan mucho vuestros comentarios porque todos me sirven para intentar mejorar y los recibo todos, buenos, malos y regulares, como lo que son: consejos de amigos. Y eso es algo difícil de encontrar.
Muchas gracias a todos por el fabuloso mes que me habéis regalado.
Besos, Anna.
Enhorabuena, Patricia, por esa mención. Un relato que deja abierta las historias de esas personas que no tomaron el billete, e incluso la del narrador, que sí, ¿se salvaría? Sospecho que no. Felicidades por estar en la recamara de fin de año.
Enhorabuena por tu triunfo y pásate por mi relato de diciembre, a ver si te sorprende.
¡Enhorabuena, Patricia! Tu relato de personajes que se pierden en la vida, aparecen y desaparecen, perdurarán ya siempre en el libro. Nos vemos en Santander.