Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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LOS SELECCIONADOS DEL PREMIO 10 AÑOS ENTC ESPERAN TU VOTO

 

Os presentamos los 21 relatos candidatos al PREMIO 10 AÑOS ENTC

 

1. EL ABUELO NICOLÁS. de Bartleby

Para Javito y para mí, el abuelo Nicolás era mago. Solo él era capaz de, entre cucharada y cucharada de sopa, hacernos invisibles. Y lo hacía solo contemplándonos con sus ojos verdes bien abiertos. En ese momento, para no desvelar nuestra ubicación, debíamos evitar mover ningún objeto así como contener la risa, ante su cara y gestos de sorpresa y estupor. Cada poco, el efecto se iba diluyendo, pero una nueva cucharada y su mirada hipnótica reanudaban la invisibilidad de nuestros cuerpos. Era con quien más nos divertíamos, sin duda, y el único que lograba que nos comiéramos toda la sopa.

 

2. PEAJE, de Sor Levadura

Los brazos de Helmi acogen los truenos de todas las tormentas; en sus muñecas diminutas se enreda el cabello ensortijado de Sigurd; de sus pechos brota un manantial de leche que amamanta Vänern, Vättern y Mälaren. Un bosque de abedules corona su pubis rizado, tan frondoso que ni la mirada azul de Balder puede penetrar en sus adentros. El mar se arrodilla a sus pies, salado y pegajoso como la cola de un tritón. De su vientre brota por fin el heredero, un vástago que asoma, casi transparente, tan rubio como Sigurd. Días después las naves parten a la aurora. El neonato es ofrecido al viento de levante. Su cabello, todavía ralo, ondea por encima del figurón de proa. Njörðr le recibe con una nube de gaviotas cuyas risas compiten con el bramido de las olas. Helmi retorna, en su concha nacarada, al refugio abisal en el que habita.

 

3. JURAMENTO DE JUVENTUD, de Procrastinator

Era mi segundo día en el geriátrico, me estaba adaptando a mi nueva realidad cuando lo veo. Sin duda es el Dandi, el que fue mi amigo de juventud, el que con su verborrea y aires de grandeza me arrebató a mi amada. Me arrojó a una existencia de soledad. Además, seguro que le dio una mala vida, el muy canalla. He perdido parte de mis sentidos, no así la vista, es él. Hice un juramento y soy un hombre de palabra. Mis estudios de farmacia me ayudan a preparar un coctel mortal que vierto en su bebida. La muerte fue fulminante. A nadie sorprendió, en el geriátrico la parca está como en casa.

Al día siguiente me levanto eufórico, no se está mal aquí. En la sala de juegos lo veo. Lo reconocería entre un millón, es él, el Dandi. Hice un juramento, y soy un hombre de palabra.

 

4. EL ORO DE MELCHOR, de Agüerojero

Y Shafik, decepcionado, volvió al monte con su rebaño de cabras. Siguió observando los cielos nocturnos, los astros de uno en uno, las fases de la luna y el capricho del sol al salir cada día por un distinto lugar. Una mañana rompió su arco y abandonó la tribu dispuesto a buscar otro futuro en Ur.

No le costó ser admitido al servicio del señor del mirador de los astrónomos. Tuvo ocasión de demostrar el poder de su vista. Las vitelas en las que aquellos hombres sabios pintaban los mapas celestes se corrigieron y ampliaron con los datos que Shafik fue dando.

Una noche el muchacho avisó de lo extraño de una estrella que caminaba hacia el oeste.

Siguiéndola llegaron a la antigua tierra de los fenicios y frente a una cueva, en cuya entrada cuchicheaban unos pastores, Shafik tiró del ronzal del camello para que su señor se apease.

 

5. LA SILLA, de Matilda Johnson

Son muchos años viviendo juntos, a ella no se le engaña fácilmente. Comerán sopas de pan porque es lo más barato que se puede comer en Castilla, aunque él insista en que no ha pescado nada y a veces llore porque vio morir a su hermana y no logró llegar a tiempo con la medicina.

Ella, a fuerza de años de estar a su lado, sabe que la memoria del anciano cada día es más caprichosa; sabe que nunca ha visto la nieve, que no tenía ninguna hermana, que la confunde con la hija que huyó de aquellas tierras detrás de un forastero, que comen sopas de pan porque aquel hombre les robó el poco dinero que tenían, que cada noche con la cuchara en la mano su marido sigue bajando la vista hacia el plato para que la ausencia en la tercera silla no le duela.

 

6. UNA BOTELLA AL MAR, de América

Procuro descansar mientras ella dormita sueños intranquilos de donde la arrancan las pesadillas. Esas que le provocan los calmantes y de las que despertamos a dúo. El sonido gutural en que quedan atrapados sus gritos me impulsa a ponerme en pie. El reuma me atenaza al sillón y hago un gran esfuerzo por disimular que ya no soy el hombre fuerte que la protegerá de todo mal.

Me acerco, le acaricio el pelo, le ofrezco la pajita doblada para que sorba un trago de agua con el esfuerzo de estar bebiéndose el mar. Ella me lo agradece con una sombra de sonrisa. Te quiero, le digo. Y lloramos los dos.

Aquí estamos, inquilinos de una isla que la marea va cubriendo más y más. Ella, suplicándome con la mirada que tenga la valentía de dejarla naufragar. Yo, esperando ver un barco cualquiera aparecer en el horizonte.

 

7. LOS MISERABLES, de Princesa del Guisante

La nostalgia por Anita, con sus coletas rubias y sus tímidos besos, se esfumó por los agujeros de los viejos zapatos que heredó de su padre, al tiempo que sus obligaciones aumentaban por ser el nuevo hombre de la casa. Además, al poco de dejar la escuela, la diabetes le robó las piernas a su madre. Aunque, desde su cama, seguía mandando con la misma autoridad, y él, resignado, obedecía como un autómata.

Así pasaron veinte años como gota china, hasta que, un día, se topó con su cuaderno infantil en el fondo de un cajón. En sus hojas, un corazón con su nombre y el de Anita que contempló largo y tendido.

Y pensó que, a su lado, aquella vida miserable no lo hubiera sido tanto, mientras su cuerpo se balanceaba de la viga de la cocina, al son de la insistente llamada de su madre.

 

8. TEMPLE, de Vellorita

Cada vez que llueve el mundo se desdibuja. Solo la vegetación reverdece. La gente corre sin rumbo y los que sobreviven pierden brazos, pies, orejas o cualquier parte del cuerpo mojada.

Luego, cuando escampa, mi madre coge las acuarelas y pinta de nuevo el mundo a su imagen y semejanza. Hoy ha cambiado el bar de la Lupe por una ferretería. Papá pasaba muchas horas allí, murmura con el pincel entre los dientes mientras rehace el luminoso del escaparate. Lupe se llama ahora Ramón, tiene bigote, el torso musculado y unos dedos atrevidos.

Yo le recrimino que juegue a ser Dios, pero ella hace como que no me oye y, con su sonrisa maliciosa, llena de estrellas el cielo en pleno día.

Mis compañeros me envidian. No sé cómo explicarles que vivo aterrada desde que se han acabado las témperas indisolubles con las que me retocaba los colores cada mañana.

 

9. LA PROPIEDAD CONMUTATIVA, de Bruma

En mi familia, el orden de los factores no cambia y no altera el producto. Estudié con las monjas como mi madre. Por las tardes limpiaba, planchaba y bordaba mi ajuar, en ese orden, mientras mi hermano jugaba al balón. A los dieciséis papá le mandó al burdel, a los dieciocho a la universidad.

A mí me insistieron en la pureza, factor determinante que no se podía alterar. Me casaron con Simón, un abogado prometedor. Fue infiel con una clienta, con una prima lejana y con su secretaria. En ese orden.

Mis padres siempre han dicho que aguante, que al menos me mantiene. Mi única esperanza de cambio es un hijo, pero Simón nunca está. Últimamente, he optado por conmutar y me acuesto con Ramón, Demetrio y Luis, o con Luis, Demetrio y Ramón. El orden de los factores no importa, porque sea cual sea el producto, le llamaré Simón.

 

10. EN LA CALLE, de Onírica

Los vecinos ya los identifican sin verlos. Se han convertido en parte del decorado de la noche. Como la luna. El indigente y su perro. El indigente, su perro y su gancho. El indigente, su perro, su gancho y su drama. Éste último es el que pasa más desapercibido; porque un hombre que siempre tararea canciones de frank sinatra mientras hurga en la basura da menos lástima que otros indigentes. Y te acostumbras a escucharlo noche tras noche un rato antes de que pasen los camiones de la recogida, como si fuera normal que la miseria tenga una agradable banda sonora.

A Mateo no le gustaban los animales, pero la calle le presentó a Sultán. Siempre revisan primero los contenedores del portal número 11. Mateo sabe que Maruja, la del quinto izquierda, tira muy a menudo alimentos recién caducados. De algo tienen que servir las antiguas juntas vecinales.

 

11. PRIVILEGIOS, de América

Siempre pensé que mientras todos nos íbamos a la escuela o a trabajar, ella descansaba tranquilamente. Eso creía. Que mamá era una privilegiada. Sin exámenes que rendir ni jefes enfadados con quienes lidiar. Hasta que enfermó y tuve que hacerme cargo de descansar por ella.

Me siento a cocinar para cinco que comen cinco platos distintos. Me relajo planchando dos camisas diarias y una montaña de camisetas y vaqueros. Estiro músculos recogiendo ropa para la colada. Me recuesto contra el frigorífico, me reclino sobre la escoba y reposo sobre la tabla de picar. Yazgo espléndida enarbolando la mopa que pinta de forma caprichosa siluetas a su paso y duermo siestas de grifo y fregadero.

Cuatro días me han bastado para decidirlo: renuncio a mis privilegios de mujer.

 

12. DOBLE CONDENA, de Castell

Mi hija olía a pan. Y a manzanas rojas de la feria. A goma de nata, a colonia de cereza y cometas volando. Y se reía siempre como si te salpicara agua en verano. O te lanzaras desde un trampolín.

Pero eso era antes de que la vida fuera todo esto que nos queda sin ella. Ahora su aroma se diluye y en su habitación solo huele a acero. Sin su risa, se están descoloriendo los juguetes y, en el edredón, los flamencos rosados hoy son como buitres al acecho.

Su madre y yo, en la mesa, nos sentamos uno junto al otro, para no comer frente a frente sin ver otra cosa que no sea la derrota que nos dejó en los hombros. Para no enfrentarnos al desasosiego de nuestras bocas, al desvelo de no vengarnos ni tenerla, al menos, reposando dentro del nicho al que le llevamos flores.

 

13. ZAFARRANCHO, de Sugar

Qué duro le estaba resultando a Marta comprobar que de la casita de chocolate apenas había quedado en pie alguna pared de turrón y poco más. El helado se había derretido y chorretones de fresa, vainilla y limón cubrían por completo toda la estancia. Las nubes de algodón estaban ahora esparcidas por el suelo, junto a chicles, caramelos y piruletas, y los bombones, mazapanes y regalices se amontonaban por todas las esquinas formando una maraña, como un bosque después de un vendaval.

Respiró hondo, retiró con un dedo una lagrimita tonta que estaba que si caigo, que si no, cerró de golpe el libro de cuentos y lo metió junto al resto de tebeos, cuadernos escolares y juguetes de Mario en una caja de cartón. ¡Ay, su chiquitín, dieciocho años ya, qué rápido pasa el tiempo!, pensaba abatida mientras se ponía —por fin— con la limpieza del trastero.

 

14. INICIACIÓN, de Nox

Tienes nueve años. Eres el orgullo de tus padres, no tanto por tus buenas notas como por tu carácter: reflexivo, conciliador, maduro para tu edad. Por eso hoy en el recreo, cuando Álex ha empezado a darte patadas, no has caído en la trampa de la violencia. El profesor, que ha acudido enseguida, ha alabado tu comportamiento adulto delante de todos. Ahora, a punto de dormirte, lo recuerdas y, satisfecho de ti mismo, entras al sueño con una sonrisa.

Cuando despiertas hecho grito, la llama aún parece oscilar en tu mano derecha. La que en la pesadilla empuñaba el mechero. La que lo acercaba a las ropas empapadas en gasolina. La que transformaba a Álex en una antorcha que aullaba ante tu mirada inmisericorde. Y descubres, marcado a fuego a partir de hoy, que las ventanas abiertas hacia los recovecos más íntimos de la mente no siempre tienen buenas vistas.

 

15. VÍA RÁPIDA, de Plinio el Mediano

–No me queda ningún billete para Mujeres que Huyen de un Infausto Matrimonio, lo lamento –el taquillero se encoge de hombros–. Pero es que tampoco podría ofrecerle otra cosa –consulta el ordenador–: el vagón de Parejas de Enamorados Incomprendidos por sus Respectivas Familias, el de Ancianitas que Desaparecen en Mitad del Trayecto, el de Vagabundos que Atraviesan el País Buscando un Futuro Mejor, el de Pasajeros Compinchados para Deshacerse de Otro por un Horrible Crimen Perpetrado Años Atrás, el de Deportados a Campos de Trabajo y el de Muchachas que Dejan el Pueblo para triunfar en el Cine también están completos. Espere un momento, quizás quede uno libre en… pero, claro, esto no es lo que busca… Extraños que Intercambian Asesinatos con sus Compañeros de Compartimento.

La mujer agradece con una sonrisa la información. Duda apenas un instante antes de comprobar cuánto dinero lleva en el monedero.

 

16. EL BRAZO, de Marea Baja

El soldado vuelve a casa. Pero no quiere pensarse amputado. Quiere imaginar que su brazo derecho huyó del fusil, del disparo, del enemigo en cruz. El brazo desertó y quizás se dirigió a un pueblo costero donde recoge dátiles, construye una cabaña o intenta atrapar peces en los bajíos. El soldado se siente orgulloso de ese brazo traidor y quiere creer que su mano acaricia el pelo de aquella mujer violentada y le regala una flor. El brazo que se fue, de vez en cuando, le escribe cartas al cuerpo que se quedó, contándole sus andanzas de miembro libre. Esas cartas son un consuelo para ese hombre que sigue en guerra, ahora contra sí mismo. Por las tardes, como un ritual, saca su pistola del baúl y se mete el cañón en la boca. A veces, consigue apretar el gatillo. Después, llora. Algún día, la cargará con una bala.

 

17. HAY DIAS QUE EN EL CIELO SE DIBUJAN NUBES DE ESPERANZA, de Aldebarán

Nandín mira de reojo a su madre que está sentada a la sombra junto a su inseparable cestillo de calcetines para zurcir. Le gusta observar como la mujer levanta la mirada hacia el cielo y descubrir un resquicio de esperanza en sus ojos. Ella aún no lo sabe, pero pronto cumplirá un sueño. Es sólo cuestión de poco tiempo, lo que él tarde en crecer y ganar dinero. En la escuela ha aprendido a dibujar el mapa de España y ha sabido que no hay tanta distancia desde su pueblo. Incluso ha marcado en rojo el recorrido. Y aunque ya no pueda ser de luna de miel, su madre irá de viaje a Cáceres. Está decidido. Piensa esto y en acordarse de comprar una hucha para empezar a ahorrar, no vaya a ser que le pille el toro. Mientras, una lluvia mesurada comienza a resbalar sobre la tierra amarilla.

 

18. LA HISTORIA PREFERIDA DEL ABUELO MIJAÍL, de Onírica

“Cierra los ojos. ¿Quieres sentir frío?, prueba a decir bajito y silabeando Si-be-ria, Si-be-ria…, así hasta cinco veces y notarás cómo un viento gélido te va estremeciendo. Y si pronuncias con fuerza Gu-lag, Gu-lag…, al menos otras cinco veces, oirás cómo se acercan las pisadas del Enano Sangriento. Y al frío se añadirá el miedo”.

Así comienza la historia que más les gusta escuchar de boca del abuelo Mijaíl a Natacha y a sus hermanos. Él estuvo muchos años prisionero en un campo de trabajos forzados, levantando junto a otros compañeros la ciudad de Vorkutá.

Mijaíl volvió. Otros, convertidos en estatuas de hielo, todavía parecen esperar alguna señal que anuncie la llegada de la primavera. Pero allí el invierno es eterno; igual que en la bola de cristal que el abuelo agita constantemente mientras les habla, provocando en su interior una infinita nevada.

 

19. VENCIDA. de Honey

Hoy ni pinto mis labios de rojo, ni máscara en las pestañas, ni colorete me pongo. Lo sorprendente es que miro mi cara lavada en el espejo del baño, sin maquillaje ni pendientes, y siento que ya me da igual todo.

En cuanto dejen de temblarme las piernas saldré al descansillo, entraré en el ascensor y daré al botón, pero no del bajo, sino del último piso. Me he metido en la braga un destornillador para romper el cerrojo de la puerta de la azotea. Entraré y caminaré los cuatro pasos que hay hasta el borde. A partir de ahí, terminará toda esta angustia, toda esta miseria. Después, levantarán los bomberos mi cuerpo del asfalto y vendrá el juez. Unos ignorarán, otros se burlarán, de mis uñas pintadas, mi cuerpo depilado, la silicona… Seré Miguel, un hombre más en las estadísticas y no Fanny, la mujer que siempre quise ser.

 

20. SORPRESA, de Lirio

Mi hermana mayor me ha contado la sorpresa que nos tienen preparada papá y mamá, después de prometerle que esta vez será nuestro secreto. Dice que nos van a regalar unos ojos nuevos, como los de Superman, que hasta puede quemar cosas con ellos, y que si no fuésemos unos cobardes, nosotros mismos tendríamos que quitarnos los desgastados cuanto antes. Yo sé que nunca miente. Ya me explicó que era adoptado, y supo lo que iba a decir mamá cuando se lo preguntase, y cómo se reiría para tratar de engañarme y que no me sintiera tan mal.

Ahora mi hermana está dormida. Nadie me vigila. Ella no se va a atrever, pero yo soy más valiente, aunque se me ha puesto la piel de gallina. Apoyo la punta del cuchillo sobre el ojo, y antes de clavarlo rezo. Está muy afilado y no quiero que le duela mucho.

 

21. EL SAXOFONISTA DE LOS NIÑOS, de Onírica

Cada vez que se acercaba algún niño, el saxofonista le dedicaba lo mejor de su repertorio. Aunque no conocían el tipo de melodía ni quién era el autor de la pieza que Rodolfo interpretaba en cada momento, sólo ellos, con sus ojos clavados en él y sus caritas iluminadas por la dicha, eran capaces de escuchar y de acompasar sus ágiles pasos al ritmo silencioso de unas manos vacías.

 

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La «votación popular» consistirá en la elección de 5 de estos relatos. Solo se considerarán válidas las votaciones de 5 relatos: se anularán todas aquellas votaciones que tengan más o menos relatos marcados en el formulario.

Solo se permitirá el voto a aquellos que tengan activo su usuario en ENTC. Los Ganadores Anuales realizarán su votación a través de otro formulario.

Quedarán anulados los votos a relatos propios.

El formulario de votación permanecerá abierto hasta el jueves 10 de Febrero.

La organización no hará públicas las votaciones completas hasta después de ser notificado el resultado final en el 11 ENTCuentro de marzo; pero publicará previmente la lista de las 10 mejores valoraciones en el momento que tenga el resultado definitivo.

 

Las votaciones se harán mediante el formulario oficial

al que se accede pulsando en este botón

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