74. Lotería (Salvador Esteve)
Enclaustrado en mi reducido universo, me siento seguro. Mi agorafobia congénita me hace temblar solo con imaginar abandonarlo. Pero las manos ignoran mi fobia y me arrastran al espacio infinito, hacia una vida en la que, tal vez, si tengo suerte, podré perseguir mis sueños. Sin embargo, creo que no he sido bendecido por la providencia y presiento que, si logro sobrevivir a mis primeros meses de vida, el hambre violentará mis huesos y la guerra, como una plaga de insectos, pululará a mi alrededor, intentando expropiar mi sangre sin indemnización. Tengo miedo a la nada, diáfana de esperanza. Y, en mi indefensión, como mi primer acto de rebeldía, solo puedo hacer una cosa: llorar.


Si un bebé en el vientre materno tuviese conciencia formada y suficiente, es probable que no quisiera salir de.ese espacio seguro y tranquilo, sin amenazas aparentes, donde todo lo tiene hecho. Nacer en unas circunstancias u otras hace que la existencia venga condicionada ya desde el principio, algo razonable e incluso digno de experimentar o el mismísimo infierno.
Un abrazo y suerte, Salvador
Gran final: “solo puedo hacer una cosa: llorar.” Casi lo único que también haremos muchos, muy adultos, ante lo que le espera a ese bebé y a otros miles.
Uf, es que la vida es una lotería. A veces buena, y a veces para empezar a llorar y no parar.
Un abrazo y suerte.
Cuando se fusiona la genética del óvulo y el espermatozoide, existe un marchamo que sella tu destino según el lugar. El simple hecho de tener la posibilidad, no solo de perseguir tus sueños, sino incluso de poseerlos, es un bien que no valoramos. La ignominia está arraigada en la conciencia colectiva, pero creo que somos una sociedad fallida, carente de respuestas. Ángel, Edita, Rosalía, muchas gracias por vuestros comentarios. Abrazos.