Love Story

En 1970, Ally McGraw y Ryan O’Neil, los protagonistas de Love Story, hicieron llorar a medio mundo. La película fue basada en la novela de Erich Segal, uno de los libros más vendido de la década de los 70. El compositor de la música, Francis Lai recibió el Óscar a la mejor banda sonora.
Así empezaba esta historia: «¿Qué se puede decir de una muchacha de veinticinco años que murió? Que era hermosa. Y terriblemente inteligente. Que adoraba a Mozart y a Bach. Y a los Beatles. Y a mí.»
Otra frase célebre de la película: «Amar significa no tener que decir nunca lo siento.»
Nuestra amiga Inés Zapirain López ha querido recordarla en el cuarto piso del edificio de su relato Love stories.

«Mi jornada comienza en el primer piso. Su propietaria, Blanca, está furiosa con Paco, el del segundo. No lleva bien su indiferencia. Para ella, esa noche significó algo.

Quizá si supiera que él no es su destino…

El aroma a Boloñesa me eleva hacia el tercero. Kiara impregna la salsa de lágrimas. Quiere que la familia sienta su pena. No soporta vivir lejos de San Gimignano.

Yo me diluyo en el tomate cambiando la emoción…

En el cuarto piso suenan los acordes de una película de amor. Es la primera de las diez veces que Martin la verá. Recita las frases a la par que el protagonista…, cree ser Oliver.

El pasado es como una cuerda que amarra nuestras piernas…

En el quinto vive Hugo. Está nervioso: Lola deja el ático. El joven llama a su puerta tras recibir un WhatsApp escueto. Lola abre. El drama ha embellecido sus facciones, besarla es inevitable.

Cuando el abrazo termina, ella le cierra la puerta sin mediar palabra, arrastra sus pies hasta la cama y se abraza a mi foto. Me pide perdón; pero lo que soy ahora no contempla esa palabra. No debería disculparse por amar. Solo debe dejarme marchar.»