35. LUZ DE VIDA (Mercedes Marín del Valle)
Aquella hoja sintió cosquillas cuando el sol, invadiendo su intimidad, y con un toque mágico, partió una molécula de agua por la mitad. Comenzó entonces un proceso irreversible que la llenó de energía. Sus fotosistemas, excitados, propulsaron las partículas electrónicas que, en caída libre, pasaron por distintas estaciones, cambiando alocadamente la señalización closed/open. Después de aquella carrera imparable, de una yema axilar brotó un retoño florido. El sol, incrédulo y eufórico, fusionó sus átomos de hidrógeno creando solitarias partículas de Helio, mientras, sin saber cómo, lo iluminó todo.
Después, exhausto, pero ufano, envuelto en su túnica anaranjada se retiró del horizonte, no sin antes, despedirse de sus admiradores.
Las plantas, incansables, aún tenían que nutrirse y acicalarse para que, a su salida, el astro rey, jugara con ellas de nuevo La maquinaria no dependiente de la luz iba a destajo, y, con el azúcar sintetizado, inventaban toda clase de recetas: aceites para su lubricación y flexibilidad, ceras para impermeabilizarse y pigmentos con los que aparecer más coloridas. El sol no sabía por qué estaban siempre tan bonitas, exquisitas, jugosas y resplandecientes, pero ellas conocían bien el secreto de su belleza y de su supervivencia. Luz del sol. Luz de vida.
Hola, Mercedes. Nunca pensé que se pudiera contar el proceso de fotosíntesis de esta manera tan bonita e imaginativa. Perdón por el juego de palabras, pero esta luz de vida te ha quedado muy lucida.
Un radiante abrazo, estimada «vecina de relato».
Vivimos en el único planeta dentro un vasto universo en cual, que sepamos hasta ahora, se ha dado el milagro de la vida. A ella ha contribuido y no poco la fuente emisora de luz por excelencia, nuestro astro rey. La naturaleza, con un proceso sofisticado y cercano a la perfección, ha logrado adaptarse a esas inflexiones lumínicas, que precisan como alimento indispensable.
La ciencia es apasionante, pero no siempre consigue atraer a todo el mundo. Si quienes saben supieran también explicar procesos complejos como tú lo haces, con conocimiento, respeto y sensibilidad, harían posible ese lema de un programa de radio que suelo escuchar: «La ciencia al alcance de todos».
Un relato que invita a detenerse para apreciar la belleza que nos rodea.
Un abrazo, Mercedes. Suerte
Nunca había leído nada igual. Ni creo que nadie, con la luz como tema sobre el que escribir, caiga en crear un relato como ese en el que queda patente tu condición de bióloga. Y no por la descripción poética de un proceso natural, que también, sino porque pones al Sol, el dios, el poderoso, el omnipotente para la mayoría, no como hacedor sino como maravillado espectador del mágico fuego verde.
¡¡Me encanta!!
Hola, MERCEDES. El tuyo es un micro muy visual, muy documental, propio de la bióloga que ahora sé que sos (misma profesión que mi madre y mi hermana) con el añadido de esa cuota de literatura que lo hace aún más bello, aún más visual…
Es bien de flor acicalarse para el sol, su astro rey, su luz, su razón de ser…
Da gusto conocer la fotosíntesis así, leyéndote a vos…
Un beso,
Mariángeles
Si lo tengo que definir con una palabra, esta sería PODEROSO. Una oda a la luz que ilumina el camino de cada uno. Felicidades.
La luz de tus letras brilla en este relato.
Mucha suerte, Mercedes.
Hola Mercedes, si a los niños se le diesen las clases de la manera magistral como lo has hecho en este relato, no lo estudiarían solo para aprobar los exámenes y se les quedarían en la memoria para siempre.
Simplemente bello.
Un abrazo y suerte, aunque no la necesites.
Una bellísima prosa al servicio del astro rey para mostrar su poder y los entresijos de la química de la vida no exenta de magia. Genial, Mercedes, un abrazo y suerte.