MACONDO EN EL DIA DEL LIBRO

Aureliano Segundo estaba abstraído en la lectura de un libro. Aunque carecía de pastas y el título no aparecía por ninguna parte, el niño gozaba con la historia de una mujer que se sentaba a la mesa y sólo comía granos de arroz que prendía con alfileres, y con la historia del pescador que le pidió prestado a su vecino un plomo para su red y el pescado con que lo recompensó más tarde tenía un diamante en el estómago, y con la lámpara que satisfacía los deseos y las alfombras que volaban. Asombrado, le preguntó a Úrsula si todo aquello era verdad, y ella le contentó que sí, que muchos años antes los gitanos llevaban a Macondo las lámparas maravillosas y las esteras voladoras.

– Lo que pasa -suspiró- es que el mundo se va acabando poco a poco y ya no viene esas cosas.

CIEN AÑOS DE SOLEDAD. Gabriel García Márquez

En un día como hoy no podíamos forzar otro encuentro que el de García Márquez con los libros o los libros con García Márquez, porque son absolutamente indisolubles. Hemos paseado un poco por ese universo absolutamente único que es el Macondo más literario hasta encontrar uno de sus pasajes en el que la lectura, como todo en ese espacio, en cuanto aparece se contagia de magia…

En la música, muy lejos de encontrarse cerca de mi gusto, creo que no había más rmedido que citar la cumbia de la tierra de Gabo que recogió los personajes y el espíritu de Macondo y les puso el ritmo local (aunque algunos lo titulan Macondo, otros la reconocen como Mariposas Amarillas). El autor, aunque se encuentra cien veces versionado, es, al parecer, Daniel Camino. Curiosa historia de Arcadios, Amarantas, Melquiades  y Ursulas  a ritmo de cumbia…

Sólo pretendo un homenaje al primer autor que envidié y quise imitar… estúpida adolescencia.