Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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16. MALDITAS MINAS (Jesus Alfonso Redondo Lavín)

Junto a la fuente del Cerizo, bajo la Iglesia de Santiago, en el barrio de la Quintana de Orejo, hay un lavadero. Ya nadie lava allí, pero se mantiene visible y limpio de maleza por el cariño nostálgico de los vecinos del concejo. Es más, no es extraño encontrarse a paisanos con garrafas de plástico surtiéndose de la fuente para llevarse el agua de aviar cocidos montañeses y bebida, supuestamente milagrosa, para sus enfermos.

Muchos días de los veranos de mi infancia los pasé en los alrededores de aquel lavadero, mientras mis primas y tías cepillaban las boñigas de los pantalones de los hombres y tendían sábanas añiladas y pañales sobre la hierba o al viento en el tendal.

Todo queda en el recuerdo. Dejé de ser niño, pero siguieron lavando.

Fue su segundo verano en tierras de Cantabria. Le recibieron de nuevo, como el año anterior, sus papás españoles y le seguirían acogiendo hasta que cumpliese la edad en la que ya no le fuera permitido salir del poblado de jaimas saharauis.

─ Akil, obedece, te ha dicho el médico que tienes que llevar la prótesis de la pierna durante todo el día. Cariño, tienes que fortalecer el muñón.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ojalá ese agua milagrosa de Cantabria sirviese para que a ese pequeño norteafricano le creciera una pierna nueva, segada por la locura de los hombres, que siempre se ceba con los más inocentes. Un entorno con sabor a otra época acoge a una víctima actual, que al menos durante una temporada, en verano, cambiará su entorno habitual por un vergel donde será tratado con cariño. Una buena manera de adaptarse a estos tiempos. Una tierra generosa da como fruto gente que también lo es.
    Estoy casi convencido de que ese lugar que describes geográficamente de forma tan minuciosa, existe, con lo que este relato puede ser un buen homenaje a esos vecinos, que seguro que se lo merecen.
    Un abrazo y buen verano, Jesús

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Me dí cuenta de que la perspectiva de la foto daba el efecto de que el niño tuviese una sola pierna. Me he sentido un poco cínico al escribir este relato.
      El lugar existe y muchas familias de cantabria acogían a niños sajarauis todos los veranos.
      Un abrazo y que sigan tu éxitos literarios y pases un buen verano. Yo estaré por Cantabria en Agosto. Ya sabes si te acercas por allí, da un toque.

  2. Miguel Ayuso

    Y así, sin más, nos regalas dos historias distintas para que nos dediquemos a buscar la relación entre ellas.
    Da lo mismo, en toda lectura puede aparecer las ganas de investigar. Muy bien la ambientación del lavadero, imagen que a los que lo vivimos de pequeños relacionamos con los centros del saber y del conocimiento de la vida, parte información tergiversada, parte chismorreo y parte traducción de lo que se había visto en el NODO.
    Y, como regalo, la historia del pequeño saharaui con su muñón, que daría para otra más profunda y profusa en aventuras, reales o inventadas, que para alguien que relata como tú, no es impedimento la invención.

    1. Jesús Alfonso Redondo Lavín

      Gracias, Miguel. Aun quedan 13 días para que nos propongan comentar una nueva foto. Trataré de acordarme de decirte cuándo subo a ENTC un nuevo relatao.
      Cuando vengas a mi pueblo te daré una vuelta para que conozcas la fuente del Cerizo amén de otras cosas.

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