112. Maleficio
Cuando le conocí, Cosme era un hombre feliz. Mujer, niños, perrito faldero travieso y juguetón… De anuncio, vaya, así era su vida. Días apacibles, rutinarios, empalagosos hasta el hartazgo y siempre felices como perdices. Así que, ¡qué os voy a decir!, aquello era inevitable. Intenté resistir la tentación, de verdad que sí y hasta algún remordimiento tuve luego porque todo resultó tan fácil… Un soplido suave, imperceptibles gotitas de amargura directas a su alma y una vida ya teñida para siempre de hastío y sombra. ¿Perversa, decís? Sí, lo reconozco. Pero, ¿qué esperabais?, todo el mundo sabe que las brujas no tenemos corazón.
Mala de verdad esa bruja, Marta. Suerte.
Besicos muchos.
Brujillas que cumplen su misión… Muchas gracias, Nani.