4. MÁS QUE MIL PALABRAS (Ángel Saiz Mora)
Mi padre y yo fuimos diferentes, salvo por la difícil ambición de lograr que algo propio sobreviviera a modas y años. Farmacéutico de profesión y fotógrafo aficionado, captó cientos de imágenes cada día. Yo escribo, con escaso alcance.
Él aseguraba que en su aldea rodeada de bosque lo tenía todo: vecinos, parajes, pero ante todo, a mamá. Consciente de que lo suyo fue un caso insólito de afinidad total, no he dejado de buscar algo semejante a esa envidiable relación, para estrellarme en mil tentativas fracasadas.
Solo viajaban con motivo de su aniversario, a la capital, donde se habían conocido. Un año insistieron en que les debía acompañar, además de tomarles una fotografía. En ella aparecen, partícipes de un mismo sueño intemporal, ajenos a que por la ventanilla del tren árboles y tiempo se sucedían fugaces.
Supe que iba a ser una imagen irrepetible en cuanto apreté el disparador, a pesar de que desconocía que mamá tenía un mal que mantuvieron secreto, que él no quiso vivir sin ella, que ambos habían tomado un preparado para irse juntos. Un abrazo eterno, que nunca seré capaz de describir con los matices que ellos y el instante merecen.
Ángel, con cuanta ternura y sensibilidad cuentas esta triste historia: te ha quedado bordada. Suerte y saludos
Agradezco mucho tu lectura y tus palabras, Calamanda.
Un abrazo
Te confieso que tuve esa misma idea cuando ví la foto, Ángel. Pero estoy segura de que nunca lo habría expresado de la forma tan hermosa en que lo has hecho tú. No has desaprovechado tu último día de vacaciones.
Feliz regreso a la rutina, un beso.
Tú, todo lo que escribes, lo bordas, así que, hggas lo que hagas, así será.
Es malo acostumbrarse a la buena vida, porque enseguida viene la otra, aunque peor sería que no viniese nada.
Mil gracias y un abrazo
Hola, Ángel. En tu relato nos muestras de forma muy clara la ternura, el cariño y la sensibilidad que se atisba en la triste pero hermosa historia (casi intuimos esas tres vidas enteras con la lectura de esos cuatro párrafos) de esa relación paternofilial, a pesar de algunas lógicas y comprensibles diferencias «intergeneracionales». Como en algunas ocasiones, pareciera que me gustara hacer de malo y arriesgarme a «caer mal» (no es cierto, solo pretendo leer, dentro de mis posibilidades y de forma «acompasada», y con atención seguramente excesiva, lo que hace que me fije en cosas que los demás desprecian, por no importantes), voy a meterme en otro berenjenal; y ya van…
Tu historia rezuma cariño y sensibilidad y me resulta atractiva la «forma» que has decidido usar para trasladárnosla, pero creo que resulta algo «confusa» (seguramente no sea la expresión adecuada) su redacción en algunos momentos. Aunque no conozco a fondo las normas de puntuación, suelo fijarme, seguramente demasiado, en las comas (sobre todo en las de los escritos de los demás, jajaja). A mí no me resulta «natural» (puedo estar equivocado, insisto, pero me «gusta» plantear la duda, por si sirve de algo) la puntuación en algunos momentos del texto; por ejemplo en la frase «Solo viajaban con motivo…» y en un par de momentos más (estoy escribiendo directamente en el recuadro y me cuesta comprobar lo que tenía pensado decir). En «un año insistieron», «entiendo» perfectamente lo que se no quiere contar, pero la segunda parte de la frase no está «clara», podría ser, por ejemplo: «y, además, querían que les tomase una fotografía» o algo así. En la frase «Supe que iba a ser» creo que debido a la «lejanía» de «desconocía· se quedan «cojas» las siguientes partes de la frase (supongo que el hijo desconocía que él no quiso vivir sin ella y que ambos habían tomado el preparado; si es así, creo que no «queda claro» del todo) leyendo el texto. Bueno, no quiero meter la pata más. Espero no haberte molestado. UN abrazo y suerte, Ángel.
Hola Jesús, gracias por el tiempo que me dedicas, todos sabemos bien que no es broma eso de que es oro. También por tu sinceridad, por supuesto. Tranquilo que conmigo no metes la pata para nada, sé de tu buena fe y tienes permiso para decir lo que creas oportuno, solo faltaría.
Recuerdo un relato anterior en el que cometí el error gramatical de poner guiones cortos en un diálogo, y no los signos adecuados, algo de lo que me avisaste y corregí en cuanto pude.
En esta ocasión he considerado y tenido en cuenta tus apreciaciones y no me ha parecido ver lectura confusa. Otra cosa es que el estilo guste más o menos. «Solo viajaban con motivo de su aniversario» creo que deja claro, sin necesidad de más palabras, que únicamente salían de su aldea una vez al año. Unir dos frases con la conjunción «y» o añadir información con el adverbio «además» son dos formas válidas para un mismo objetivo. Ese «supe que iba a ser» es la intuición del narrador de que esa imagen, en el instante de captarla, iba a ser importante y distinta, aun cuando, efectivamente, quien aprieta el disparador desconocía aún los detalles de lo que estaba sucediendo.
Agradezco de nuevo tu lectura atenta, Jesús.
Un abrazo
Hola, apreciado tocayo. Una historia con dos sabores contrapuestos, uno dulce y fácil de degustar y el otro amargo y difícil de digerir. Ahora, que está tan de moda hablar de las texturas a la hora de valorar un plato de alta cocina (en este caso de alta Literatura, porque tú te mueves en esa liga) te diré que tu creación es una experiencia rica en matices. Mis respetos.
Hola, tocayo. Seguro que a ti también te sucede. Cuando intentas abordar un relato corto crees que no serás capaz de acercarte al número máximo de palabras. Cuando quieres darte cuenta ves que te sobran ladrillos o el muro es demasiado pequeño para el material que ha surgido. Los matices son importantes siempre, quien dijo aquello del «demonio está en los detalles» sabía lo que hacía. Por mi parte intento, no sé si se me acerco, que nada de lo que se cuenta sobre, que algo aporte y todo encaje. De estos minúsculos intentos a la alta Literatura hay un abismo. Tú estás mas mucho más cerca de ello, sin duda.
Muchas gracias por pasarte y un abrazo
Vaya jodienda, Ángel.
Mandé el mío sin leer antes el tuyo.
Perdón por el «plagio» en diferido…
Un relato magnífico.
El tuyo, digo 🙂
Un abrazo.
Hola, Vicente. Acabo de leer tu relato (de un encantador humor negro, por cierto) y tengo que decirte que tienen pocas similitudes, quizá un poco el fondo, pero nada en la forma. Es lógico que tantas personas partiendo de un mismo motivo extraigan historias diferentes, con visiones variopintas aunque tengan algún punto en común, sin que por ello haya ningún problema. No dejan de ser variaciones sobre el mismo tema que es lógico que se produzcan, aunque la riqueza estriba, precisamente, en apreciar las distintas maneras de reflejar los hechos, otorgando la importancia que tienen los detalles y puntos de vista. Ni plagio ni diferido, ni por asomo, queda tranquilo.
Ahora paso a comentar el tuyo, encantado, como lo estoy también por tu visita.
Un abrazo
Una historia de amor inmortalizada en una foto y en tu relato. Precioso relato, de veras. Como han mencionado por ahí, tuve una idea muy muy parecida, pero no la llevé a término. Y me alegro de ello. Tu texto es tierno, evocador y hermoso.
Un abrazo.
Todos somos diferentes, pero al final no tanto. La prueba es que coincidimos de alguna manera, muchas veces, en conclusiones, visiones o esquemas mentales. Me alegro de que mi relato te haya agradado.
Muchas gracias y un abrazo
Hola, Ángel. Me ha maravillado la ternura con la que nos conduces por el relato, presente incluso en el agridulce final. Digo agridulce porque, a pesar de todo, yo veo felicidad en la foto que reflejas en tu relato.
Me ha gustado mucho, ¡suerte!
El respeto, el reconocimiento y la admiración de un hijo ante la relación ejemplar y única de sus padres. Huimos de todo lo relacionado con la muerte, pero en este caso, tal vez, el sufrimiento de perder al otro hubiera sido peor condena. Una fotografía no es solo un instante inmortalizado, atesora dentro la esencia de las personas que aparecen en ella y hasta de quien la ha realizado.
Me alegro de que te haya gustado.
Muchas gracias y un saludo
La fotografia que toma el hijo, intuyendo la importancia que después descubrirá, vale más que mil palabras para explicar el amor de esta pareja ya madura. Ahora bien, la imagen de Vivian Maier cobra un significado profundo y único con tus menos de doscientas palabras. La admiración del hijo y el deseo del padre de no sobrevivir a la esposa son sentimientos que sabes transmitir al lector con toda su ternura y con la inevitable tristeza.
Felicidades por este hermoso relato, Ángel. Un fuerte abrazo.
Detrás de toda buena imagen, y la propuesta sin duda lo es, existe una historia previa que ha conducido hasta ese momento, a lo que se une la coyuntura propia de ese instante. A partir de ahí, imaginación e intuición se unen y podemos imaginar muchas historias, que quizá coincidan con la realidad o se queden en pura fantasía. Tu relato es una buena muestra de ello. En cuanto al mío, me alegro de que te haya gustado.
Muchas gracias y un abrazo grande, Carmen
Hola Ángel, sobre todo, bienvenido y gracias por tus comentarios a los que tanta pasión e interés pones. Cuando no estás se te echa de menos.
Tu relato, como siempre, es precioso y lleno de ternura. Te deseo una feliz noche y una feliz vida…y escribe mucho que siempre das en el blanco. Abrazos.
Me alegra que te haya gustado, Mercedes, más aún que te hayas percatado de que he tenido algo menos de actividad por mi parte en el mes que acaba de terminar, algunas veces no hay forma de estirar más el tiempo. Vivir, aprender y escribir, en ello estamos.
Muchas gracias por tus amables palabras.
Abrazos, Mercedes
Ángel, un relato genial y como ya te han comentado lleno de una ternura infinita y sobre todo de amor. Un amor entre dos personas que los lleva juntos hasta la muerte. El título me parece estupendo y muy acertado después de leer tu relato, esa fotografía que toma el hijo expresa todo aquello que miles de palabras no serían capaces.
Muy bueno, Ángel.
Un abrazo enorme y mucha suerte.
Hay amores profundos y a prueba de todo, menos de cierto hecho final e ineludible. Esta pareja no se conformó con aquello de «hasta que la muerte nos separe», ni con la resignación derivada del «todo se acaba». La presencia de uno no se entendía sin la del otro y, quien sabe, quizá al marcharse juntos tampoco se separarán en el más allá, si es que existe. El vocabulario es rico, pero en ocasiones las palabras no llegan a expresar todo lo que abarcan algunas imágenes.
Muchas gracias, Javier. Un abrazo
No sólo hay palabras, sino seres y cosas que suelen marcarnos la vida: los padres, un viaje, una decisión, esa foto que se toma ignorando el alcance que después tendrá…
Yo no necesito mil palabras para expresarte cuánto me ha gustado el relato, ÁNGEL querido: por la historia de amor, por lo bien hilado, y por todo el jugo que le has sabido sacar a la foto.
Con el placer de haberte leído,
te mando un beso,
Mariángeles
Ahora todo tenemos móvil y gran facilidad para hacer fotografías. Antes era algo más excepcional y, por lo tanto, valorado. Antes y ahora, entre todas las imágenes, puede haber alguna muy significativa, por el momento en el que se hizo, por las personas que aparecen, por las circunstancias que la rodean. Los grandes fotógrafos no son solo los que dominan una técnica, sino los que saben captar momentos únicos. La pareja del relato y de la foto merecía esa última imagen, tras una vida de compenetración y, podría decirse, de felicidad, algo nada fácil de conseguir, de lo que su hijo fue testigo y también quiso emular y no supo, o no pudo.
Muchas gracias, Mariángeles, el placer es mío. Tus amables palabras y tus buenas historias son un regalo.
Un beso
Ángel, cuando se ha vivido un amor así, qué difícil resulta separarse. A través de la fotografía, transmiten su hermoso legado a su hijo, se convierten en inolvidables.
Muy bien relato. Te deseo muchísima suerte.
Besos muy apretados, amigo.
Ese hijo es consciente de que su padre supo encontrar, a través de la fotografía, formas de expresión permanentes, inalterables al tiempo, como la relación de sus padres; algo excepcional, que no puede heredarse.
Muchas gracias, Pilar
Besos
Aunque me arriesgo a afirmar que no creo que sea autobiográfico (salvo algún detallito que has colado adrede 😉 ) está tan bien escrito que lo parece. Engancha, cautiva, estremece…
No tiene nada de autobiográfico, aunque pensándolo mejor, quizá algo sí, cuando el narrador dice eso de que escribe «con escaso alcance» (si esto fuese wasap ahora pondría una carita sonriente o guiñando un ojo). Quien cuenta la historia busca dejar claras las diferencias entre él y su padre, a quien admira, por haber logrado algo nada fácil: una existencia plena y en la mejor compañía.
Gracias por tu lectura y por tus palabras, Edita.
Un abrazo
Un relato lleno de amor (hasta la muerte), admiración y casi envidia por parte del hijo hacia su padre. Un cierre que representa todo un homenaje hacia sus progenitores.
Ángel, qué emotivo el enfoque que le has dado a la imagen. Consigues, además, ir creciendo en esa comparativa entre padre e hijo; ese afán de acercamiento; ese deseo de vivir la misma «suerte» del padre: ¡un gran amor de pareja!, que el protagonista (el hijo) reconoce no haberlo conseguido todavía.
Yo también lo quiero!!!!
Como siempre, Ángel, tus letras me enganchan y dejan satisfecha.
Un abrazooo grande parati.
Admiración y hasta algo de envidia, lo has dicho muy bien. Y, sobre todo, ese amor único y pleno, algo reservado solo a unos pocos, porque en muy contadas ocasiones se dan las circunstancias para que coincidan en el mismo tiempo y lugar dos personas tan afines y compartan vida. Las apreciaciones del hijo son comprensibles, al ser del todo consciente de que algo así es difícil de repetir. Esa última foto es el testimonio de que, aunque difícil, no fue imposible.
Muchas gracias, Amparo
Otro abrazo de los grandes para ti
Entrañable historia. De esas que bien puedes sacar un microrrelato como un novelón de tropecientas páginas, pasando por una obra de teatro o un guión cinematográfico.
Tu lo has contado magníficamente en doscientas palabras que es el género que nos ocupa.
Si me gusta leer tus historias, Ángel, es porque nunca me decepcionas.
Dos abrazacos virtuales.
Nunca sucederá, pero si el agente de Spielberg (vamos a tirar por lo alto) me llamase para proponerme extender y adaptar estas doscientas palabras para un guión de película, yo te llamaría a ti, para que me ayudases, seguro de que con tu aportación y los efectos especiales de Hollywood saldría algo decente.
Muchas gracias, Isidro.
Veo tus dos abrazacos y ahí te mando otros dos.
Lo bordas como siempre, Ángel, y como siempre también disfruto de tus textos. Recibe un gran abrazo. Antonio Ortuño
Antonio, qué honor me haces con tu lectura y con tus palabras.
Muchas gracias.
Otro abrazo fuerte para ti
Impresionante tu relato. Ese final me ha dejado hecha trizas. Me ha gustado mucho la forma de llevar el relato hasta el final. Felicidades y mucha suerte.
Besicos muchos.
Me alegra mucho que te haya gustado Nani.
Muchas gracias por tu tiempo, tu lectura y tus amables palabras.
Besos
Hola, Ángel.
No suelo leer nada de lo que se va publicando en ENTC hasta que no tengo mi idea ultimada. Me sorprendo ahora en la cantidad de similitudes que nos ha sugerido la fotografía propuesta para este mes. No sé si es que vamos al mismo oftalmólogo o qué, pero hemos mirado o visto con los ojos muy parecidos. O la foto ha sido capaz de contarnos su historia, quizá, la verdadera.
Bueno, que me encanta lo que has contado, como siempre.
Un abrazo y suertísima.
Yo también procuro hacer lo mismo, para intentar evitar posibles influencias de otras ideas. pero es fácil coincidir de alguna manera cuando se parte de una misma imagen o concepto. No solo no es negativo, sino que, en mi caso, estoy encantado, quizá así se me pegue algo de tu intelecto, que es grande y único. Acabo de comentar tu historia, que me ha gustado mucho, como no puede ser de otra forma.
Otro abrazo grande ara ti y suerte también, Towi
Ángel, preciosa historia donde destaca la dulzura y cariño del protagonista al recordar esa vida que se fue y esa fotografía que lo resume todo.
Un abrazo fuerte