27. MATRIOSKA
La guerra no es capaz de destruirlo todo, incluso algunas cosas, como el atardecer con olor a pólvora, se tiñen de un color mortecino y hermoso. A esas horas salimos sonriendo a sobrevivir, y ella juega con nosotras, sus gráciles muñecas rusas, y tampoco le importa que nos vean, casi abandonadas y medio en cueros, ir y venir de noche, calle arriba, calle abajo, alrededor del cuartel general donde nos piropean y alimentan tanto los soldados del cuerpo de guardia como los caballeros del club de oficiales, y tal vez así ellos nos dan la protección que ella nos niega y que nos damos unas a otras, salvo en pleno invierno, cuando, tras palparnos las enaguas en busca de algún billete escondido, nos recoge a todas haciendo un ovillo en torno a sí, la mamita, que además es la más vieja en el oficio.
El oficio más viejo del mundo no deja de ejercerse durante una guerra, puede que hasta se recrudezca más, por pura necesidad de quien lo desempeña. Como bien dibujas con palabras al principio del relato, la belleza tampoco se marcha del todo incluso en un infierno como ese.
Cada uno sobrevive como puede cuando el hambre aprieta, y el ser humano es capaz de adaptarse a todo, pero para ello necesita sentir que hay algo hermoso como un amanecer, aunque sea con olor a pólvora.
Una historia dura, como no puede ser de otra forma, pero también sensible, con la necesidad latente de aferrarse a lo positivo que puede haber y perdura, a la esperanza de un nuevo día, a pesar de la locura de los hombres.
Un abrazo y suerte, JM
Con el tema de esta convocatoria, lo grotesco y lo sublime se unen, como siempre.
Un abrazo, amigo
JM
Extraordinario y crudo relato. Suerte.
La crudeza tiene esa ternura que nos regalan los atardeceres mortecinos.
Gracias por leer y comentar.
JM
Me recuerda a Dickens. Esa mujer protectora y a la vez explotadora, una mamita que aprendió la dureza de la vida, conocedora de que en ese mundo la debilidad se paga muy cara. Un relato duro y certero.
Gracias por leer y comentar. No deja de ser la historia de la explotación de arriba abajo.
JM
Juanma, me gusta mucho cómo vas hilvanando la historia de esas mujeres con la de las muñecas rusas. Muy duro, pero necesario.
Un abrazo y suerte.
Una matrioska protege a sus muñequitas pero también las tiene a su merced.
Gracias por leer y comentar.
JM