MAY18. PRINCESA INCA, de Ricardo Ramón González Ramos
Érase una vez en la ciudad.
Desde la terraza veremos el mar.
Llegaba y se iba siempre a la misma hora.
Llegué a pensar que era hija del relojero.
Vigilé la relojería mucho tiempo.
Volví al bar de los encuentros.
Esta vez al interior.
A la misma hora de siempre llegó y pude oírla.
Su voz me sonaba y mucho. En la radio, semanalmente y durante años.
¡Es ella, seguro!
El camarero me dijo que había publicado su segundo libro de poesía “Crujido”
Radio Nikosia era su inspiración.
Bipolar, jardinera y pronto psicóloga.
Dejé buena propina.
La Princesa Inca se llama.
¿Qué le pasa a la princesa?
¡Que quiere ser conocida por su poesía y no por su historial médico!
El librero solo tenía “La mujer-precipicio” su primera publicación.
Desde que estoy en paro debo conformarme con leer su poesía y ver su foto en el libro.
Me ahorro el café.
¡Buscad y hallareis!
En el escrito comento que ha publicado su segundo libro de poesia, Crujido.
Gracias Ana.
Ricardo, ayer era muy tarde para detenerme a comentar más sobre tu relato, más profundamente. Ya me fijé en el nombre de ese 2º libro «Crujido», yo solo tengo el primero en casa, y por eso te escribí algunos versos del libro de poesía que ella escribió con ese título «La mujer-precipicio» y es verdad esa historia de ella que relatas y la mezclas entre tu propio relato. Un ser fantástico que se supone va al castillo con la meticulosidad de un reloj que marca las horas, una mujer, que se asoma a la terraza y se va. Como ella que se asoma a las ondas, que se le escucha en la radio. Que ha sido tratada en psiquiátricos mil veces y mil veces sale con su cordura. Luego hablas que la vigilas y que la encuentras en el bar, en el interior. Y tu protagonista, ya no tiene dinero para volver al bar a leer, o a escuchar ese 2º libro.
Arriba una palabra la escribí mal de un verso de ella: «Cuando la ansiedad me ahoga (en lugar de «…ahora»).
Tengo también un libro que se titula: «Aquí, no me tuve que volver loca»… libros de antipsiquiatría, que en los años 70 se pusieron muy en boga.
Suerte y saludo. Te dejo algo de ella:
/DE NO TENER NOMBRE/
/El pelo corto/
/ojos proclives al susto/desenredo mi pelo que ya no existe/
/es aire lo que veo/sueño alucinaciones lejos de la cama/
/quisiera conocer dos caminos, sólo dos/
/tan hermosa en un espejo,
en otro espejo viene el monstruo de mí/
mis pupilas ven océanos de gente, modificaciones del dolor en piel ajena/
/mis ojos se comen la perspectiva y la periferia/
/soy de brillos inacabados, piedra negra, tos y fiebre/
/soy/ no-lo-sé/
/¿soy?/
(Lo he dejado escrito como está en el libro). Lo recordarás.
Muchas gracias Ana.
Ricardo, que no nos da tiempo ni a reaccionar. No salgo de mi asombro. Qué premura!. sales del armario y zas! nos dejas cositas como éstas, escritas con la aparente facilidad del que lleva escribiendo toda su vida (aunque igual sí!).
Estupenda dinámica de principio a fin. Un abrazo:
Nieves, yo conozco muy bien a Ricardo y te aseguro que ni ha salido del armario, no está dentro. Y si lo estuviese, María del Coro no le dajaría salir.
¡Lo que se aprende por tener amigos!. Princesas incas y poetas escondidas. No solo dentro del armario donde la gente se prepara para impresionar-asombrar con sus escritos, no solo auscultando el viento para detectar ropas tendidas en los tendederos de nuestra infancia, no solo los crujidos de radio Nikosia bipolar, no solo … Ricardo, eres un aparecido sorpresa. Bueno, muy bueno. Tengo que sacar de nuevo las sábanas al aire.