60. ME LLAMO 60 (Rafa Olivares – EdH2019)
Érase una vez, un relato que quería ser admitido en los muy exclusivos Jardines de los Cuentos Nocturnos. Al llegar a su entrada, vio clavado en un roble un Edicto que rezaba «No se admite el acceso a historias que no lleven entre sus líneas alusión alguna al color de estas letras en molde». Sin arredrarse, nuestro personaje se adentró en el recinto siendo matriculado con el número 60. Pronto concitó la mirada de otros cuentos que buscaban descubrir, entre sus párrafos, indicios de la tonalidad prescrita y que no lograban encontrar ni siquiera en las cintas marcapáginas –una verde y la otra amarilla–. La curiosidad insatisfecha da paso a susurros de malestar, luego a murmullos de desaprobación y más tarde a voces de indignación que reclaman la intervención del cuerpo de alguaciles para expulsar al causante de tan incívico y oprobioso comportamiento. Sin embargo, nuestro cuento 60 deambula feliz y sereno por los parterres, seguro y confiado de portar entre sus postreros vocablos el susonodicho color que nadie ha visto todavía. ¡Vaya si lo porta! Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La genialidad siempre distingue a un individuo o a un cuento, como es el caso. En más de una ocasión, personas, o en este caso, cuentos, pueden sentir envidia o impotencia hacia quien les supera en alguna faceta. Está claro que este cuento 60 tenía dentro el don de destacar y el germen del que triunfa,hasta cuando fue expulsado por los resentidos de sus virtudes siguió siendo igual de talentoso y, lo que es más importante, feliz.
Intento ser parco en adjetivos contigo, Rafa, que si no, me regañas. Solo diré que este relato es una muestra más de que eres un autor camaleónico y de calidad.
Un abrazo y suerte
¿Y no es para regañarte? Es que no tienes enmienda.
Voy a mirar las distintas acepciones de «camaleónico» por si te tengo que poner una demanda.
Gracias, Ángel, y abrazote.
Bien apuradito el relato para que no podamos distraernos si queremos disfrutarlo entero. Simpático, genial, inteligente, original. Como siempre, un placer leerte. Gracias y enhorabuena.
Dudaba de si se entendería la intencionalidad del relato y tus comentarios parecen apuntar favorablemente.
Gracias, Alberto.
Un abrazo.
El cuento 60 tenía «la marca en el orillo» y esos envidiosos competidores suyos no supieron ni quisieron ver el susonodicho color… Que siga, nomás, el sesenta, paseando por los parterres, con toda su alegría y su originalidad, que se lo ha ganado, y en buena ley.
Me encantó, RAFA.
Cariños,
Mariángeles
Un cuento que trata de camuflar la divisa exigida por el editor, pero que no puede burlar la perspicacia de lectores inteligentes, de los que abundan por aquí.
Gracias, Mariángeles por tu generoso comentario.
Cariños muchos.